Plazas comerciales ahogan patrimonio en el Centro Histórico
Inmuebles catalogados sucumben ante los fabricantes de ropa
Nacionales
Excelsior - 2015-05-22
El oriente del Centro Histórico, que tiene la mayor actividad comercial de la zona, experimenta una pérdida irreparable del patrimonio arquitectónico de la Ciudad de México.
De las vecindades de los años cuarenta y viejos edificios transformados en locales comerciales en los años setenta, se dio paso a plazas y locales reconstruidos tras los sismos de 1985.
Si bien estos edificios considerados patrimoniales sobrevivieron al movimiento de la tierra, no han logrado hacerlo, en los años recientes, a intereses económicos y han sido sustituidos por plazas comerciales de acero, mampostería, cristal y... mucha ropa.
Los edificios de Rodríguez Puebla 19, 21 y 25 son considerados patrimoniales y están enlistados en el Catálogo de Monumentos Históricos de la Ciudad de México, y en el decreto que declara la Zona de Monumentos Históricos del Centro de esta metrópoli, publicado el 11 de abril de 1980.
En el Proyecto Zona Centro de la Ciudad de México, elaborado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), con los archivos fotográficos de Manuel Ramos y José Antonio Rojas Loa, se muestra la transformación de estos inmuebles que ahora albergan a las plazas comerciales Mía, Cristal y Torres de Plata.
Historia de deterioro
En los años ochenta esas viejas vecindades y casonas divididas en departamentos fueron transformadas en locales comerciales, y ya en la primera década de este siglo fueron demolidos para dar a paso a enormes plazas.
Un ejemplo visible se encuentra en Rodríguez Puebla 11, donde la arquería de un edificio que funcionaba como vecindad, catalogado por el INAH, desapareció para construir en tres niveles, Damas Plaza, con estructura de acero, domo en el techo, escaleras centrales y un elevador.
De acuerdo con Víctor C., quien fuera empresario del ramo textil de la zona, la transformación que ahoga a los pequeños locatarios y productores a pequeña escala es imparable.
“Han llegado lo mismo los coreanos a la zona norte del centro, cerca de Tepito, que los empresarios textiles de Hidalgo, los ‘Zoquis’, acá, en la zona de Mixcalco, ya que vieron una oportunidad de negocios más interesante.
“Se trata de empresarios que maquilaban ropa y la entregaban a los locatarios. Un buen día dijeron ‘¿Y si mejor yo mismo vendo mi mercancía?’ , y comenzaron a comprar predios, demolieron los edificios viejos y levantaron sus propias plazas”, explicó Víctor C.
La construcción de plazas no se detiene. El edificio de cuatro niveles de Venezuela 123 fue demolido recientemente y ahí será levantada una nueva plaza.
Si bien el inmueble no tiene valor arquitectónico, es probable que en el subsuelo haya vestigios arqueológicos. Durante la construcción de la Plaza del Sol, a media cuadra de distancia, se localizó el basamento de una pirámide, pues esta área concentra patrimonio histórico.
“La instrucción del dueño fue demoler lo que se encontrara para evitar que el INAH detuviera la construcción”; confió Víctor C.
Ropa de marca
Las plazas construidas tienen locales de al menos 50 metros cuadrados. Los edificios son de varios niveles conectados con escaleras eléctricas y elevadores, tienen área de comida rápida e incluso bancos o al menos cajeros automáticos; cuentan con seguridad privada, sistemas de videovigilancia y, en algunos casos, llegan unidades de valores a recolectar la venta del día.
Los locales son adquiridos por marcas de ropa que llevan varios años en la zona (Harapos, Mussi) por empresas transnacionales (Spalding), o marcas nacionales (Gripho, Larva) para vender su mercancía a precios más accesibles que en otras zonas de la Ciudad de México.
La totalidad de las plazas tienen sus plantas bajas totalmente ocupadas, sin embargo, los pisos superiores, se ven más desiertos, debido a que poca gente se aventura a subir y las ventas son mínimas.
De acuerdo con el Director del Fideicomiso del Centro Histórico, Inti Muñoz, cualquier construcción que se realice en esa zona, aunque no sea en un edificio patrimonial, debe ser informada y contar con la autorización del INAH y del gobierno local.