+ Columna de Eduardo Coronel Chiu, escrita en Diario AZ Xalapa y Veracruz
Zona Centro
Eduardo Coronel Chiu - 2017-03-06
En estos días de austeridad y supuesto cambio de grupo en el poder en Veracruz, cualquiera se preguntaría: ¿de qué privilegio gozan el par de comisionados del Instituto Veracruzano de Acceso a la Información (IVAI), Yoli García y Rubén Mendoza?
No es ningún secreto que los dos son posiciones de Gabriel Deantes, el operador electoral del ex gobernador Javier Duarte: Yoli García, recompensada en 2014 por su colaboración como magistrada con el gobierno priista desde la sala regional del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación; Rubén Mendoza, subordinado de Gabriel Deantes en la Secretaría de Educación, luego Secretario de Acción Electoral del PRI estatal; en 2015, designado comisionado del IVAI. Ambos designados por el Congreso con vicio de procedimiento como evidencia de la decisión política y el compromiso por acomodarlos; Yoli, nombrada ilegalmente para seis años, cuando por ley debía ser por sólo tres, pues era sustituta para concluir el periodo de Luis Ángel Bravo; Rubén en franca violación a los requisitos legales para ocupar el cargo, estaba impedido por su cargo inmediato de dirigente partidista.
Tampoco se ignora –hay varias publicaciones, incluso algunos diputados lo advirtieron– que además de ellos dos, el IVAI se ha llenado en los últimos meses de grupos provenientes del PRI estatal y de los limpiados del órgano electoral, esto es, de los recomendados de Gabriel Deantes.
Menos puede ignorarse que el jefe político de ese grupo está acusado por el fiscal de Yunes de enriquecimiento ilícito y que el mismo gobernador refiera a Deantes como el que operaba los financiamientos políticos ilegales para el gobierno de Duarte.
Súper bonos, entre menos burros…
Sin transparencia, austeridad ni supervisión en el IVAI se despachan a sus anchas. En nota por separado se ilustran las concesiones que se gastan los comisionados Yoli y Rubén, bonos de responsabilidad por 90 mil pesos y otra cantidad igual por actuación, esto es 180 mil pesos para cada uno de ellos, además del sueldo. Aparte de que se apropian de las partidas que corresponden a los sueldos del comisionado faltante y de su plantilla de trabajo. Practican la máxima de la rapiña burocrática: entre menos burros más olotes. El reducto del PRI y Deantes tiene un presupuesto anual de 40 millones de pesos, nada mal para ser emisarios del pasado.
Sin saber que hacer con el IVAI
Mientras el gobierno –ya ni tan nuevo– de Miguel Ángel Yunes y los diputados se entretienen en otros asuntos, los comisionados del Instituto Veracruzano de Acceso a la Información (IVAI) hacen de las suyas.
Extrañamente han consentido la permanencia del grupo político priista y la administración de derroche.
Del gobierno de Yunes podría entenderse la desatención, está al borde la ingobernabilidad; enredado con el desbordamiento de la inseguridad pública, que no cede ni con Gendarmería, como se vio con los paquetes de cadáveres en Boca del Río hace unos días y los ataques de los malos ayer a la comisaría policiaca de Río Blanco. Y en los problemas financieros que tampoco alcanza a resolver. Ni con el teatro del Apocalipsis now.
Pero el Congreso local no tiene excusa; refleja una mayor indolencia por no haberse ocupado hasta ahora de la designación del comisionado faltante en el IVAI, un proceso como es sabido que la legislatura anterior avanzó para designar al mismo Gabriel Deantes, abortado con la caída de Duarte; tampoco han reparado en la falta de contralor interno, que también deben nombrar.
¿A cuenta de qué?
La impunidad con que manejan el instituto plantea interrogantes. ¿Hay algún acuerdo de los que hoy se acostumbran como política pública?, ¿pasan a la báscula y se ponen con su cuerno o participan en la delación de los cómplices, cual “testigo protegido”? O una tercera, los Deantes se hacen de la vista gorda ante la evidente oscuridad del gobierno de Yunes, que incumple con las obligaciones legales de transparencia –en sus páginas de internet no rinden la información pública a que están obligados, ni conforme a la legislación anterior–. La mayoría están “en construcción” o con información del anterior gobierno. Yunes y su grupo están en la opacidad. La transición a la nueva ley no les exime de actualizar los datos.
¿Les pedirán cuentas hoy?
Hoy que los órganos autónomos acuden ante las comisiones del Congreso para ajustar su presupuesto de 2017, es una oportunidad para que la mancuerna de Gabriel Deantes en el IVAI rinda cuentas de los derroches y el acomodo laboral a los de su grupo político.
PRI decadente
Un espectáculo decadente escenificó el PRI nacional en su conmemoración de su 88 aniversario de fundación.
Obsoleto en su liturgias y su auto complacencia, instalados en una imaginaria sociedad que no corresponde a la percepción del grueso de la población.
Para los observadores externos y la mayoría del electorado –según registran las encuestas de opinión–, el PRI está fuera de la competencia política, se proyecta a entregar nuevamente el poder federal en 2018, dados los pobres resultados del gobierno de Enrique Peña.
La presencia del presidente Peña en el acto sirve a la corte palaciega, pero al exterior, con su popularidad caída, no significa gran cosa. El injerto de presidente del PRI, Enrique Ochoa, está extraviado de partido. Es un administrador de la derrota.
Después de las elecciones de junio próximo –que se disputan 3 gubernaturas, Estado de México, Coahuila y Nayarit, y en Veracruz, municipales–, le van a cobrar la factura, pero ya no habrá remedio.
Héctor reclama a Clavillazo
Y en el estado, no saben qué hacer como oposición. Por cierto, el senador del PRI, Héctor Yunes Landa, le reclamó a Enrique Clavillazo Ochoa su desinterés por las elecciones de Veracruz. Pareciera que el PRI se hundió con Duarte, y al priismo nacional, incluido el grupo de Peña, les interesa más pactar la contención a López Obrador y Morena que apoyar a los que quedan con el PRI en Veracruz.
Aunque digan los del PRI que no han pactado la derrota, su debilidad para ganar y el terror que le tienen a que Andrés Manuel López Obrador alcance esta vez la Presidencia de la República –la tercera es la vencida– los hace ver en un juego de alianzas con las derechas, el PAN y el PRD.