#AsuntosPúblicos: NEGAR LA INSEGURIDAD NO LA SUPRIME

Tapar el sol con un dedo. No pocos veracruzanos están preocupados no sólo por la desbordada violencia delictiva que ha incrementado notoriamente la inseguridad en el primer año del gobierno de Miguel Ángel Yunes, sino además por su persistente negativa a reconocer esta realidad.

Frente a los hechos, desafortunadamente cotidianos de las sanguinarias ejecuciones, la ola de secuestros, los robos en carretera y a comercios y los nuevos datos sobre feminicidios, que provocan reclamos de seguridad de la población y ponen a Veracruz en las noticias negativas nacionales y locales, el gobernador Yunes se pertrecha en la estrategia del avestruz; no ve, niega los hechos y la realidad. Ayer reiteró esa actitud de simulada ceguera y hasta intentó presumir resultados: “Sé que a algunos les cuesta trabajo reconocer que vamos bien, pero vamos muy bien”. Se dijo frente al espejo.

Pese a que Veracruz ocupó el quinto lugar nacional en homicidios dolosos y el segundo en feminicidios, según las cifras oficiales de enero-diciembre de 2017, recién divulgadas por el Sistema Nacional de Seguridad Pública de la SEGOB, y que la fuente de esos datos es la Fiscalía General del Estado, el gobernador Yunes pretendió minimizarlos. Según él, la única forma correcta de interpretarlos es con el indicador del número de habitantes –las cifras por cada 100 mil habitantes. Si bien esa forma de relativizar los números absolutos no quita la gravedad de los eventos delictivos –en 2017 Veracruz tuvo 1,562 denuncias de homicidios dolosos (1,924 víctimas), 172 por secuestros (194 víctimas), 444 extorsiones (450 víctimas), y 79 feminicidios–, pueden compararse también los datos con referencia al mismo territorio. El comparativo demuestra que la inseguridad está peor. Estos delitos aumentaron en Veracruz durante el primer año de gobierno de Yunes. Incluso, si tomamos el indicador “correcto” que siguiere el gobernador, el estado empeoró. Por ejemplo, el homicidio doloso medido en número por cada 100 mil habitantes en 2016 es de 14.80 mientras que en 2017 subió a 19.13, esto es 4.33 puntos porcentuales más que el año previo. Esa diferencia de puntos representan a la cuenta del gobierno de Yunes 402 víctimas de homicidios dolosos más que el año anterior. Y eso únicamente en las cuentas oficiales.

Que tampoco se queja la Canacar

Por otro lado, también negó Yunes que la organización del autotransporte de carga (Canacar) se queje de los robos a camiones que transportan combustible y hasta mencionó los muchos reconocimientos que le han hecho; muy distinta visión expresa la carta abierta que el pasado 10 de enero la Canacar publicó en un medio nacional impreso, donde piden ayuda al Presidente de la República y a los gobernadores de los estados que más robos registraron, como es el caso de Veracruz, citado expresamente en la carta como el primero entre 5 (además de Tabasco, Michoacán, Puebla y Jalisco), donde se concentra el 74% de los robos. En el total de los robos al autotransporte de combustible, en Veracruz se cometieron el 39%, destacando dos tramos carreteros Esperanza-Córdoba y Coatzacoalcos-Minatitlán. Eso expone la Canacar en su desplegado, pero Yunes dijo ayer que no es cierto.

Reportes más recientes

Y para remate, ayer la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS) informó del robo de automóviles en 2017, Veracruz ocupó el cuarto lugar nacional con casi 5 mil vehículos robados.

El reporte de Semáforo Delictivo, la organización que dirige Santiago Roel, en su medición anual de homicidios atribuidos a la delincuencia organizada, para 2017 ubicó a Veracruz en el tercer lugar nacional con 1,919 ejecuciones, además de encender el foco rojo por el mes de diciembre pasado en los delitos de homicidio, secuestro, extorsiones y robo a comercios.

Entre la patología y la retórica

No es un mecanismo de defensa del ego la persistente negativa del gobernador Miguel Ángel Yunes a reconocer que la seguridad pública ha empeorado durante su primer año de gobierno.
Tampoco es un tema de percepción o relatividad de la conciencia. Esa resistencia a admitir la realidad contra todos los hechos y datos de incremento delictivo, tanto los oficiales que se mencionaron y el rechazo airado a los que elaboran las organizaciones no gubernamentales –por ejemplo, “Alto al secuestro”, “Semáforo delictivo”, entre otras–, y la percepción de inseguridad, como la encuesta del INEGI, es un posicionamiento político. No puede admitir que fracasó su gestión de seguridad pública –con todo y el apoyo de la fuerza pública federal que ha tenido y sigue teniendo– porque de hacerlo quedaría fuera de la lucha por retener el poder del estado que consiguió para solo dos años y que se vence a fines de noviembre próximo. Reconocer su incapacidad de garantizar la seguridad en el estado pone en riesgo su proyecto de transmisión interesada del poder que pretende obsequiarle a su hijo Miguel Ángel Yunes Márquez –un neófito en materia de seguridad, al que controlaría como Regente. Negar la realidad para Yunes Linares y su hijo candidato del PAN-PRD es un asunto de discurso político; un recurso retórico para eludir o justificar los temas que no les conviene en el debate público. Como es el gran fracaso de la política del gobernador, su mayor debilidad ante la crítica, quieren taparlo, como al sol, con un dedo.

Tema de campaña

Los candidatos a gobernador deben ya presentar sus propuestas y planes para los grandes problemas de Veracruz, pasar de las generalidades a las líneas de acción, entre estos, como reducir la delincuencia y recuperar la seguridad –no en seis meses como ofreció demagógicamente el actual gobernador cuando buscaba el voto, pero sí en plazos realistas–, además acoplado a un plan nacional. En esta ocasión por primera vez iniciarán juntos los periodos del Presidente de la República y el gobernador de Veracruz, además de que la inseguridad, como es sabido, es un problema nacional, pero con responsabilidades y tareas compartidas por los niveles de gobierno.