Rocío Nahle y el reto del sector energético

+Artículo de Wilfrido Perea Curiel

Zona Centro

Wilfrido Perea Curiel - 2018-10-30

Hace dos semanas, la agencia calificadora Fitch Ratings modificó a “negativa” la perspectiva nacional y global de Petróleos Mexicanos (Pemex). Fitch argumentó que “futuros cambios potenciales en la estrategia de negocios de Pemex podrían acelerar el debilitamiento de la estructura de capital de la empresa”. Hay que decir que tal calificación a la petrolera podría poner en riesgo la propia perspectiva de la calificación crediticia de México.

La principal función de las calificadoras es dar a conocer al mercado los riesgos reales que enfrentan los prestamistas y los sujetos de crédito en la intermediación financiera. Se parte del supuesto de que las calificaciones de dichas agencias son objetivas, independientes y que aplican rigurosas metodologías para brindar transparencia al público. Sin embargo, existe todo un debate sobre el grado de conflicto de interés en el que podrían incurrir las calificadoras, su neutralidad, o bien, el sesgo que dan a sus calificaciones para satisfacer la voluntad de sus clientes.

El prestigio de las calificadoras ha quedado expuesto en varias ocasiones, manifiestamente a raíz de la crisis del sistema financiero internacional de hace diez años. Una investigación desarrollada por el Senado de Estados Unidos concluyó que dos importantes agencias calificadoras de riesgo, Moody´s Corporation y Standard and Poors, en realidad, ayudaron a los bancos a ocultar los riesgos a los inversionistas. En pocas palabras, la pesquisa de la subcomisión, encabezada por el senador Carl Levin, encontró que estas dos agencias habían recibido importantes comisiones de los propios bancos, a cambio de vender bonos de alto riesgo con calificaciones de bajo riesgo.

Las medidas laxas que aplicaron para las hipotecas subprime en Estados Unidos, contrastan con la severidad con la cual las calificadoras trataron a países europeos como Grecia, España y Portugal a los inicios de la presente década. En todo caso, estas entidades nunca han brindado explicación alguna de los extraños criterios que han fundamentado su actuar.

La calificadoras, a pesar de estar cuestionadas, gozan de un innegable poder e influencia, ante lo cual, la mayoría de los gobiernos se achican y palidecen, el temor que generan es real. En este contexto, llama la atención que la senadora Rocío Nahle, próxima secretaria de Energía, haya determinado encarar airadamente a Fitch. Se refirió a la apreciación de la agencia sobre Pemex como “absurda” y con palpable confianza le contestó “sabemos lo que estamos haciendo”.

Leyendo entre líneas, lo que la próxima secretaria del ramo energético podría estar declarando a las calificadoras es: ­sabemos que no están del todo cómodas con el gobierno de AMLO, sabemos lo que le han hecho a otras economías, ­sabemos que sistemáticamente van a tratar de incidir, sabemos que particularmente la batalla se centrará en el sector energía, vengan, “califiquen”, no nos vamos a amedrentar.

Rocío Nahle, como futura titular de Sener, se plantea el objetivo de reactivar la industria petrolera, lo cual suena pretencioso, pero ésa es la palabra empeñada de AMLO. Al ­parecer, la senadora está clara y resuelta en su cometido de aumentar la producción de crudo, de construir una nueva ­refinería, de rehabilitar las que existen y de poner en forma las hidroelectrícas.

De manera especial Nahle se ha pronunciado por rescatar las regiones otrora beneficiadas por la extracción de petróleo y hoy sumidas en una grave crisis, tales como el corredor a Coatzacoalcos,Veracruz; Ciudad del Carmen, Campeche, y Tabasco. Urge la intervención gubernamental en aquella zona, misma que fue dejada a su suerte en aras de seguir pragmáticamente indicadores económicos, luego de haber explotado su riqueza por años. Lo que Nahle está cuestionando es la falta de compromiso del Estado mexicano para con los más necesitados, está poniendo en entredicho el dogma neoliberal.

Se equivocan quienes interpretan que meramente se trata de un ligero cambio de perspectiva de política pública en materia energética, no, realmente el próximo gobierno defiende la tesis de que la industria petrolera es rentable y que la compra de gasolina al exterior nos debilita. Lo que subyace en el debate en torno al plan energético de AMLO es político, ideológico y supone una reorientación del modelo económico.

El tema de la energía será la arena donde está emplazada una rispida disputa. Ya que la visión neonacionalista esgrimida por el gobierno de AMLO, trastoca frontalmente el sistema de recompensas propio del “capitalismo de cuates” que ha tenido lugar. Previsiblemente, las reacciones serán virulentas, pero si Nahle, sin amilanarse, logra convencer de que en el fondo no hay negocio cupular detrás de esto, sino que es el interés público lo que se está defendiendo, entonces ganará base social para sacar adelante uno de los más ambiciosos proyectos del futuro gobierno. Es evidente que Rocío Nahle no se dejará intimidar por las calificadoras, ahora se trata de mantener la tónica y demostrar que su plan energético cuenta también con solvencia técnica y moral.

TEMAS RELACIONADOS:

|