En muchas ocasiones nuestra toma de decisiones depende del plan que hemos trazado para alcanzar determinados objetivos, de la coyuntura social, económica o política en nuestro entorno; en otros casos depende de lo que otras personas hagan o no. Pero hoy quiero abordar el tema de las influencias que tenemos o creemos que tenemos para alcanzar esas metas y cómo utilizarlas a nuestro favor. Esto último te interesa, lo sé.
La influencia se refiere al poder, valimiento o autoridad de alguien para con otra u otras personas o para intervenir en un negocio. En ese contexto se desarrollará el debate de hoy.
Todos conocemos [o al menos creemos conocer] a una persona con poder o autoridad con cuya intervención se puede obtener una ventaja, favor o beneficio. ¿Te suena? ¿Crees que eres influyente?
Generar nuevas oportunidades de desarrollo en tu vida puede verse beneficiado o afectado por la influencia de alguien o de algo. La idea aquí es que cuides –sin caer en los excesos– la mayor cantidad de frentes de batalla y logres dimensionar el momento exacto en el que requieres ayuda de alguien.
Por alguna extraña razón tendemos a pensar que las influencias van de la mano con arrogancia, soberbia, negocios turbios o incluso actos de corrupción. Nada más alejado de la realidad.
La forma en la que está organizada nuestra sociedad permite que todos podamos tener la misma oportunidad de aportes en el entorno: religioso, moral, social y económico al menos. Al político lo dejo a parte porque ahí sí depende mucho de qué familia eres y quiénes son tus ‘padrinos’ o amigos. Esto último es terrible pues los dueños de los partidos políticos han provocado que no haya piso parejo.
Tú que me estás leyendo justo ahora tienes la posibilidad de ser muy influyente, trabajes donde trabajes, vivas donde vivas, seas quien seas y hagas lo que hagas. Los liderazgos sociales siempre son volteados a ver: vecinos organizados, asociaciones que defienden causas humanitarias, temas de educación, de promoción de la salud, ambientalistas, animalistas o cualquiera de que se trate. Lo único que hace falta es voluntad para crear y ejecutar las ideas. Sólo eso.
Mi reflexión para ti hoy es esta: escoge un tema, el que más de apasione, y desarróllalo sin miedo de manera pública. Si en verdad se te acelera el corazón al pensar en mejorar al mundo a través de esa idea que tienes en tu cabeza, las cosas vendrán solas. Te lo digo por experiencia, serás influyente. La gente comenzará a pedir tu opinión, te invitarán a numerosos tipos de eventos y tu voz se convertirá en una muy calificada al respecto. Busca en tu interior, no tengas miedo. Sólo así es que las cosas mejorarán para todos.
