En muchas ocasiones hemos escuchado esa frase pero ahora que tengo tu atención te pregunto: ¿en realidad el fin justifica los medios? Asimismo, ¿qué tanto se afecta nuestra toma de decisiones al hacer “lo que sea” por alcanzar o salvaguardar un objetivo o un estado?
Esta reflexión me surgió porque recién terminé de ver una serie en Netflix que se titula YOU (Berlanti & Gamble, 2018) donde narra la retorcida historia de cómo un enfermo supuestamente enamorado hace “lo que sea” por proteger a su amada, al grado de llegar a lastimar y matar a quienes él considera peligrosos para su chica.
Erradicar el mal, la corrupción y los vicios son objetivos válidos y deseables pero ciertamente utópicos. Sería un mundo ideal sí, pero seamos realista.
Para evitar esos dilemas idealistas, el ser humano diseñó algo llamado leyes. Si las infringes habrá una sanción. Si las respetas habrá orden. Ya sé, en teoría.
En el mismo sentido, las diferentes religiones han establecido ordenamientos o reglas de convivencia para agradar al ser supremo. En el caso de nosotros los católicos son los 10 mandamientos. Y de igual forma que las leyes civiles, si las infringes hay consecuencias como ir al ‘infierno’ pero si las respetas y las promueves te vas al ‘cielo’. Ya sé, tambien en teoría.
Hay gente que podría argumentar que la consistencia, la disciplina, la repetición, el perfeccionamiento y la determinación los lleva a conseguir sus objetivos haciendo muchos sacrificios. Otros podrían decir que no deberíamos ser tan aferrados, testarudos, necios, tercos u obstinados al querer conseguir a como dé lugar un objetivo. El fin justifica los medios.
Desde mi perspectiva la realidad es esta: el fin justifica los medios siempre y cuando nos hallemos al amparo de las leyes civiles, del orden y encuadremos en lo ético considerando en todo momento que alcanzar los objetivos utópicos no siempre será realizable.
