Vive Tlacotalpan con intensidad los preparativos para Fiestas de La Candelaria

+Familias, comerciantes y la población en general prepara espacios y embellece sus casas y negocios para dar la bienvenida a miles de asistentes a la celebración

Zona Sur

COMUNICADO - 2014-01-28

En medio del calor cuenqueño a las orillas del río Papaloapan, la ciudad se yergue colorida por los rayos del sol, que a su despuntar la bautizan cada mañana con un aliento cálido de vida; son las primeras horas y las construcciones coloniales que expresan con colores vívidos su estilo y su historia, son el testigo del trajinar mañanero que caracteriza a este pueblo sonoro y melódico, momentos previos a las Fiestas de la Candelaria.

Así, mujeres recién bañadas aún con el rastro de la nube de talco sobre el pecho, caminan olorosas, apresuradas a sus trabajos: el mercado, negocios, restaurantes, central de autobuses, y cafés inician lo que será un día incesante de clientes, locales y foráneos, que ya comienzan a acercarse a la ciudad en vísperas del día de La Candelaria.

Los pequeños callejones adoquinados se vuelven una caja de resonancias, las charlas mañaneras de las familias, el olor del café de olla, el restregar de cepillos y detergente son muestra que el día comenzó, la faena también. Tlacotalpan se despierta y se levanta para respirar en medio del calor tropical.

Son las seis y media de la mañana y los restaurantes y fondas ya están trabajando a todo vapor. El aroma del ajo sobre los comales escapa provocador y pega en los olfatos de los caminantes, choferes, clientes en chancla o bicicleta que aterrizan directo en las mesas para echarse un taco y proseguir.

Doña Carmen Quezada López tiene un pequeño y activo restaurante, Marycarmen, son 12 personas las que laboran en su negocio porque la clientela empieza temprano; las picadas de pollo, longaniza, chicharrón o carne son la delicia tempranera.

Para desayunar sirve las picadas: unas tortillas pasadas en aceite, salsa de tomate, un rojo intenso que sirve de fondo a las rodajas de cebolla fresca, penetrante, acompañadas de pollo deshebrado. Al morderlas, crujen discretas y aromáticas.

El comensal da entonces un trago de café de olla, humeante y entrecierra los ojos durante el encuentro con las delicias. “Abro desde las seis y media de la mañana y desde esta hora, hasta las siete de la noche, todos los días del año trabajamos sin descansar”.

Se acercan las Fiestas de La Candelaria y entonces el trajín aumenta exponencialmente. De hecho tiene que contratar de manera temporal a más jóvenes para poder atender “como Dios manda a todos los que vienen, porque me gusta quedar bien, para que estén y se vayan contentos”.

Cuadras adelante, Víctor Gamboa Pareja, un corpulento moreno de ojos agatados y con dentadura con coronas de platino, empieza su día lavando un estanque con cocodrilos y tortugas de la región.

Él es el cuidador del Minizoológico de Pío Barrán, que abrió sus puertas en 1984. Es padre de Brayan, un pequeñísimo jaranero que, fiel a su tradición jarocha, le gusta el son y las décimas.

“Aquí abro desde las seis y media de la mañana y hasta las siete de la noche, pero quien quiera venir, aunque vea cerrado, que me toque la puerta y lo atendemos con gusto”. A este pequeño espacio atiborrado de antigüedades, las familias llegan y sorprendidos inician el recorrido.

Águilas caracoleras, pelícanos, cocodrilos, tortugas pintas, chachaguas, tortugas camello, con sus jorobas centenarias, pichichis y otras especies son los habitantes de un espacio verde, arenoso, y en el que Víctor vive en una estrecha relación con los animales.

Basta decirle a Limo, un lagarto de 57 años, que “ahí vienen los cazadores, anda escóndete” para que el enorme animal dos metros chapalee en el estanque y se acomode debajo de su asoleadero; una plancha de concreto que sobresale unos tres centímetros del agua.

Para los habitantes de Tlacotalpan, los días previos a La Candelaria, significan un ritmo de trabajo in crescendo, cuyo momento cupular inicia el 1 de febrero. La espera se hace más corta, pero más intensa.

Mientras la fiesta llega, todo, todo Tlacotalpan, todo rincón, llámese hogar, negocio, iglesia, calle, galería, museo, recámara, cocina, biblioteca, es sometida al minucioso arreglo, al acicalado propio de la fiesta, propio de una bella mujer que se engalana para estar altiva en el gran momento.



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