La Candelaria, una fiesta que emociona y divierte a los pequeños

+ Los menores tienen la oportunidad de convivir con amigos, familiares, salir a divertirse entre primos, tocar son, zapatear, cantar décimas, montar a caballo y ver el paseo de la virgen por el río-

Zona Sur

COMUNICADO - 2014-02-02

Si bien las Fiestas de La Candelaria representan el culto a la virgen y diversión para adultos, lo cierto es que también los niños disfrutan a su manera esta festividad centenaria que congrega a miles de visitantes cada año en esta localidad.

Aunque el embalse de toros, por su carácter, es un evento de grandes, existen pequeños como Alejandro Cruz muñoz, que a sus nueve años le gusta montar y espera con ansias ser mayor de edad para participar en la fiesta brava.

A diferencia de algunos de sus amigos que se inclinan por aprender a zapatear o tocar la jarana, él dice que montar a caballo, participar en la cabalgata y jugar con los toros es lo que más le gusta.

“Ahorita ayudo en el Museo Minizoológico explicando algunas cosas a las personas que llegan y también diciendo versos”, dice el pequeño moreno, al tiempo que sigue con la vista a un jinete que avanza por la calle, presuntuoso, con un caballo de gran alzada.

Otros, como Brayan Gamboa Flores, están incorporados de lleno al mundo de la música y la cultura veracruzana. Hijo de Víctor Gamboa Pareja, encargado del minimuseo, el pequeño adora las décimas, aprender a tocar la jarana y los sones jarochos. De hecho tiene participación en un fandango para niños, bajo la batuta de su profesor, José Fidencio Aguirre Fierro Colocho.

Como a todo niño, a Brayan le gusta la feria. Para él la Fiesta de La Candelaria significa mucha gente visitando el zoológico, subirse y disfrutar de los juegos mecánicos, conocer nuevos amigos, tocar en presentaciones para niños y, de esa manera, vivir el son y el zapateado.

Diana Maythé Barrán León camina por la calle apresurada a casa de la señora Miriam, quien le peinará y vestirá de jarocha para participar en la cabalgata. La jovencita tiene un año de estudiar la jarana y el zapateado.

Cuenta que fue por un amigo que descubrió el mundo del son y desde entonces le gusta; además, participará en un fandango, irá a los toros y, sobre la fiesta, asegura que el paseo de la virgen por el Papaloapan es lo que más le emociona.

“Se ve muy bonita, elegante cuando pasea por el río, y me gusta que los jaraneros le toquen la música jarocha y quiero ser alguien que toque, que baile, que la lleve donde sea, porque me siento orgullosa de ser tlacotalpeña”. En su caso, la fiesta transcurre entre visitas de familiares, amigos, participación activa en fiestas religiosas y en otras actividades.

A sus 10 años, Ana Belén Delfín Solano toca El Colás con gusto, la manita delgada, zurda, rasguea con fuerza las ocho cuerdas de la jaranita primera para sacarle el ritmo a ese son jarocho que le gusta tanto.

La derecha va sembrando los acordes en el diapasón y cultivando el sonido, fuerte, claro, como su voz: “Colás, Colás y Nicolás, lo mucho que te quiero y el mal pago que me das”, canta sin miedo al micrófono ni a la cámara de televisión que le apunta frontalmente.

Ana Belén también participará en el fandango para niños, tiene cerca de un año aprendiendo a tocar son porque La Candelaria es su oportunidad de mostrarle lo aprendido a la familia, jugar con primos y amigos y practicar.

“Para cantar me gusta mucho El Colás y para bailar, Los enanitos”, dice sonriente, al acomodarse los lentes color violeta, que tercos se le caen una y otra vez mientras toca con fuerza un son.





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