Veracruz y la Revolución Cubana: “El Cuate”

•La réplica del yate “Granma” desaparece de Tuxpam •Antonio Del Conde: un mexicano clave en la historia de Fidel Castro, “El Che” Guevara y la expedición que cambió la historia del mundo

Zona Norte

- 2012-01-16



Minutos antes de las 02:00 horas del 25 de noviembre de 1956, Fidel Castro Ruz observaba en silencio el movimiento en la casa ubicada frente al río Tuxpam.

Dentro, 82 hombres coordinados por el mexicano Antonio Del Conde Pontones (a) “El Cuate”, pasaban del nerviosismo a la acción y montaban armas y pertrechos al yate “Granma”.

“Bájame si puedes”, le habría espetado Ernesto “El Che” Guevara al “Cuate”, cuando éste le informó que su abordaje al “Granma” no estaba considerado.

Fidel bajó del auto desde el cual había vigilado. Se sumó al contingente y ordenó la partida hacia Cuba…

33 años después…

El 4 de diciembre de 1989 Fidel Castro retornó a Santiago de la Peña y en compañía del escritor colombiano Gabriel García Márquez, del político veracruzano Fernando Gutiérrez Barrios y del héroe mexicano Antonio Del Conde “El Cuate”, inauguró el “Museo de la Amistad México-Cuba”.
El trabajo museográfico que rememora la salida del yate “Granma” se ubica en la casa donde los revolucionarios se resguardaron 33 años antes…

Aquella noche del 24 y la madrugada del 25 de noviembre de 1956.

La embarcación fue adquirida –junto con la casa de descanso a la que arribaron los expedicionarios- por Del Conde Pontones, un comerciante mexicano que contaba con un negocio de venta de armas en la calle Revillagigedo, en el centro del Distrito Federal.

“El Cuate” conoció a Fidel Castro Ruz en su tienda, entre los meses de julio a septiembre de 1955, cuando el líder cubano entró para preguntarle sobre el costo y la posibilidad de surtirle acciones de mecanismos belgas.

Fidel Castro se hacía llamar “Alejandro” y así se presentó a Antonio, con quien nació una amistad que rebasó el ámbito personal y se convirtió en un sueño compartido.

Desde aquel momento y durante los meses posteriores, Del Conde se convirtió en un hombre clave para la dotación de armas, el entrenamiento de los revolucionarios para su manejo y la coordinación de la partida del Yate Granma desde la casa de Santiago de la Peña hacia Cuba.

El expedicionario 83

La madrugada del 25 de noviembre, los revolucionarios que habían arribado unas horas antes a la casa adquirida por “El cuate” se hallaban nerviosos, tensos.

El Yate Granma se mecía en las aguas agitadas del río Tuxpam.

Embarcación y casa fueron comprados al norteamericano Robert Erickson en 20 mil dólares.
Fidel Castro Ruz vigilaba el movimiento de su tropa desde un automóvil estacionado a unos metros, con las luces apagadas y en silencio.

Ernesto “El Che” Guevara, Camilo Cienfuegos, Raúl Castro, el mexicano Alfonso Guillén Zelaya Alger, el dominicano Ramón Mejías Del Castillo “Pichirilo”, Juan Manuel Márquez –segundo jefe del Granma- Jesús Reyes García “Chuchú” –responsable por órdenes de Fidel Castro de supervisar el acondicionamiento del Granma- y Carlos Bermúdez -quien había vigilado la casa de Santiago de la Peña- así como el resto de los revolucionarios cubanos, aguardaban la llegada de su comandante.

Eran 81 y con su coordinador, Antonio Del Conde, sumaban 82.

Vivían un momento histórico, pero nadie conocía su circunstancia precisa ni su final.

Con los años se convertirían en héroes; la historia hablaría de ellos en todo el mundo; su lucha cambiaría el porvenir del planeta; pero en ese momento eran hombres nerviosos cuya vida dependía de confiar en un mexicano calvo, delgado, alto, con lentes y carácter fuerte.

No todos conocían los detalles sobre la compra de la casa y del “Granma”; tampoco tenían datos precisos sobre los acuerdos que Fidel Castro había tenido con Antonio del Conde.

Aquella madrugada del 25 de noviembre de 1956, los miembros del “Movimiento 26 de Julio” que iniciarían la Revolución Cubana, sólo sabían que el comandante Fidel creía a plenitud en ese hombre al que él mismo bautizó como “El Cuate”.

Subieron armas, pertrechos y se acomodaron.

Eran más de 8 decenas y debían distribuirse en una pequeña nave diseñada para 25 tripulantes.
Antonio del Conde los ordenó, logró que entraran todos y aguardó el arribo del Comandante Fidel.

“El Cuate” sabía que él no estaría entre los viajeros.

En Huachinango, Puebla; en un hotel llamado “Mi Ranchito”, Del Conde Pontones se había entrevistado días antes con Fidel y allí le dieron la orden de permanecer en tierra y seguir la
travesía del “Granma” puerto a puerto, por lo que se ofreciera….

Tras la partida del “Granma”, el último punto de seguimiento de la travesía de parte del mexicano revolucionario, fue a la altura de Isla Mujeres.

Fidel Castro fue el Primer Comandante y el expedicionario 82 a bordo del célebre Yate que llevaría la libertad a Cuba.
“El Cuate”, aunque operando desde tierra, fue el número 83…

Bájame si puedes: “El Che”…

Sin ir a bordo del “Granma”, Antonio Del Conde Pontones fue un pasajero fundamental de la Revolución Cubana.

En noviembre de 1956 ya era buscado por la policía y los cuerpos de inteligencia cubanos y mexicanos, dada la información clave con que contaba.

En 1958 –cuando los “barbudos” aun peleaban contra Fulgencio Batista desde la Sierra Maestra- lo detuvieron y encarcelaron en Texas, con motivo de unas armas adquiridas en Estados Unidos.

Nancy Karina Del Angel Reyes es –desde el 2011- la coordinadora del “Museo de la Amistad México Cuba”.

En su pequeña oficina, rodeada de libros y con una foto del “Che” Guevara en Japón coloca a sus espaldas, la funcionaria tuxpeña manifiesta su admiración por “El Cuate” y cuenta anécdotas que dicho personaje le ha compartido.

“Don Antonio es amigo del Museo, nos visita a menudo y viene siempre a los eventos importantes como el aniversario de la partida del Granma cada 25 de noviembre y la conmemoración del nacimiento de José Martí, los días 28 de enero”.

Cosas de la vida: “en Cuba, don Antonio es Comandante del Ejército; en México, es un simple mortal…”, afirma Nancy.

Al triunfo de la Revolución Cubana en 1959, “El Che” Guevara se convirtió en Ministro de Industria.
Con ese cargo, viajó a Japón y se tomó la fotografía que Nancy Karina luce detrás suyo.

Liberado de la cárcel texana en 1959 -tras el triunfo de la Revolución- Del Conde fue nombrado asesor del “Che” por instrucciones de Fidel Castro Ruz.

“El Cuate” vivió en Cuba varios años y luego retornó a México.

Nancy Karina también ha vivido en la isla caribeña y socialista. La embajada cubana le dio una beca para estudiar museografía en la isla y a su retorno a Tuxpam aplica esos conocimientos en el Museo que coordina.

La entrevistada narra que la madrugada del 25 de noviembre del 1956, “El Che” Guevara no partiría en el “Granma”.

“El Cuate” recuerda que el revolucionario argentino sufrió un ataque de asma poco antes de la partida y surgió la instrucción de que permaneciera en tierra.

No obstante, al momento de colocarse los expedicionarios en el “Granma” Ernesto Guevara se subió también.

Se le pidió que se bajara y su respuesta fue: “Bájame si puedes”, le contó “El Cuate” a Karina.
Ambos eran hombres decididos, afirma la responsable del Museo.

Finalmente, se marcharon tras la presencia de Fidel…

Una borrachera para la Revolución

El viaje del yate “Granma” y los 82 revolucionarios no habría sido posible sin el trabajo de Antonio del Conde.

De hecho, aquella madrugada histórica el puerto de Tuxpam estaba cerrado porque había “norte”, explica Nancy Karina.

Tampoco contaban con permiso para navegar.

La compra del yate, su reparación en los muelles de Tuxpam, la obtención del permiso de navegación y la borrachera del responsable de retirar el cabo a la salida del puerto para el paso del “Granma”, son sólo algunas de las proezas de “El Cuate”.

“Es un héroe; a Don Antonio se le da ese trato en Cuba, aunque en México su historia es poco reconocida”, detalla Del Angel.

Gabriel García Márquez y el Granma desaparecido

Karina recuerda el 4 de diciembre de 1989 como el día más importante de su vida.

“Era una chamaca y pertenecía a un grupo de lectura de la biblioteca de Tuxpam”, rememora.

Aquel día acudió con varios estudiantes a la inauguración del “Museo de la Amistad México-Cuba”.
Cuando se nombraba al presídium notaron que ya venían los discursos y no mencionaban a un hombre bigotón que estaba sentado cerca de Fidel Castro.

Su pelo ensortijado lo delataba.

Lo habían leído y sabían de él…

Emocionada, Nancy Karina platica: “Grité: Gabo, Gabo…”
Entonces, aquel hombre volteó, sonrió y el maestro de ceremonias pidió una disculpa y lo presentó: “el escritor colombiano Gabriel García Márquez está con nosotros” dijo…

“Más tarde, Gabo volvió a mirarme y a señas le pedí un autógrafo. Como pude me acerqué, y preguntó dónde podría firmar…

Sin dudar, le dí el libro de Charles Bukowski que estaba leyendo y que era propiedad de la biblioteca municipal…”

- ¿Estás leyendo esto?, me cuestionó…
- Sí, respondí.
- Muchacha, esto te volverá loca…me dijo y acto seguido sacó una postal de su bolsillo; tras notar que aquel libro era de la biblioteca y debía devolverlo.

La postal autografiada es sobre la pintura de un cuerpo femenino desnudo. Allí, me escribió una dedicatoria y la firmó.

“A la fecha, es el objeto más valioso de mi vida.”

- Cuando inauguraron el Museo había una réplica del Yate Granma. ¿Dónde está?, se le cuestiona a Nancy Karina.
- Desapareció.
- ¿Cómo desapareció?
- Tras ser obsequiado por el gobierno cubano, el barco se colocó en una escuela pesquera para ayudar a los muchachos en sus clases. Luego, se colocó en el Museo que inauguraría Fidel Castro. Aquí permaneció pero nunca tuvo el cuidado necesario. Los visitantes lo saqueaban, el tiempo y el agua lo maltrataron sin que le dieran el mantenimiento respectivo. Finalmente, en 1998 hubo una inundación muy grave y lo terminó de destruir.

Actualmente, de la réplica del Yate Granma sólo quedan un motor y otras piezas que se restauran para su exhibición en el museo. Existe el proyecto de una nueva donación, pero… añade la entrevistada.

En el Museo de la Amistad México-Cuba hay dos salas de exhibición. La principal, guarda reproducciones de textos de Gabriel García Márquez y Pablo Neruda acerca de Fidel Castro. Hay ropa que uso el único mexicano a bordo de la expedición del Granma en 1956: Alfonso Guillén Zelaya Alger, de quien también existe un busto en el patio, junto a dos más: del argentino Ernesto “Che” Guevara y del dominicano Ramón Mejías Del Castillo “Pichirilo”.

Es un homenaje de la Revolución Cubana a los tres extranjeros que ayudaron al nacimiento de su Revolución.

En el patio, también hay una estatua de José Martí, el Padre de la Patria Cubana.
Además, se ubican fotografías del resto de expedicionarios y de diversas escenas de la lucha en la Sierra Maestra.

En la segunda sala, hay un conjunto de fotos prestadas por Don Antonio Del Conde Pontones.
Son imágenes de los revolucionarios cubanos en México, antes de su partida en 1956.

Allí, aparece una imagen de “El Cuate” en su juventud, cuando su amistad se tradujo en una solidaridad histórica con Fidel Castro.

Un árbol destaca en las áreas verdes del Museo.

Da la cara a la ciudad de Tuxpam, al otro lado del río.

En el árbol se ubican una bandera mexicana, una imagen de la Virgen de Guadalupe y flores colocadas como ofrenda.

Hay varias pinturas.

Una es muy grande, a manera de un mural de elaboración sencilla.

La pintura se ubica sobre una construcción larga y alta, con paredes y techo de láminas de zinc.

Allí se ofrecen talleres artísticos a la población.

En un lugar semejante, en 1956, se guardaron los autos que movieron a los expedicionarios la noche del 24 de noviembre desde las ciudades de Xalapa, Veracruz y Tampico, en Tamaulipas, hasta Santiago de la Peña.

Debajo de la sala principal del Museo se ubica una suerte de pequeño mural, donde sobresalen los rostros de Benito Juárez, de José Martí y del “Ché”.

El rostro de Ernesto Guevara destaca en varias partes de la vieja casa de descanso que vio partir al “Granma”.

Una imagen reproduce a modo de graffiti el rostro del héroe argentino en color negro y con la boina que luce en la fotografía que lo volvió inmortal.

A la entrada de la segunda sala de exhibición del museo, existe una imagen del “Granma” pintada sobre azulejos.

Allí se lee:

“Si arreglas ese barco, en ese barco me voy a Cuba”: palabras de Fidel Castro Ruz a Antonio del Conde, cuando lo llevó a conocer el “Granma”, descompuesto y resguardado en el puerto de Tuxpam; unas semanas antes de la histórica travesía.

También está escrito:

“Si el cuate no me falla, salgo. Si salgo, llego. Si llego y duro 72 horas triunfo”: palabras de Fidel Castro Ruz en México, días antes de la madrugada del 25 de noviembre de 1956.

Lo que pasó después es una historia que aún se escribe.
Antonio del Conde es un hombre de 85 años de edad y vive en el Distrito Federal.
El reportero le llamó por celular…

- “Hola, estoy en el centro de la ciudad, hay mucho tráfico; detuve mi moto para contestar y casi no te escucho…Llámame en una hora, estaré en la casa…”, respondió.

Quedó comprobado lo que cuentan amigos y conocidos de “El Cuate”: uno de los héroes mexicanos de la Revolución Cubana maneja su moto en el Distrito Federal, se desplaza en un automóvil Volkswagen y es sumamente accesible.

Su amigo Fidel Castro Ruz (a) “Alejandro”, también cuenta con 85 años de edad y vive en Cuba…

TEMAS RELACIONADOS:

|