El día más importante para los políticos en el ejercicio del poder no es el día de su cumpleaños: es el día de su Informe.
Zona Centro
REDACCIÓN - 2020-12-23
Es el momento para presumir sus logros y los éxitos de sus políticas públicas, es la ocasión en que todas las miradas se concentran en ellos, protagonistas únicos de la jornada. Es un día para vestir ropa nueva, corte de cabello preciso y lucir impecables. Es la inmejorable oportunidad de desplegar su talento histriónico, su capacidad de tribunos y ofrecer el más cuidado, el mejor pulido de sus discursos, cuyos extractos de palabras inteligentes y certeras ocuparán al día siguiente los mejores espacios en la prensa escrita. Es un día de aplausos y felicitaciones.
Algo así esperaba vivir la alcaldesa panista de Córdoba, Leticia López Landeros el pasado sábado en su Tercer Informe. Pero lo que vivió Lety López fue todo lo contrario. Lo que enfrentó Lety López ese sábado fue la antesala del infierno que le viene, el recordatorio terrible de lo que puede esperar en el 2021, el año del ocaso, del declive, la pérdida del fuero que hoy la protege de pisar la cárcel, la pérdida de los recursos públicos que ha usado sin rendir cuentas como si fueran de su propio bolsillo y lo peor, la pesadilla que desde ahora la atormenta: la inminente entrega de la plaza política a sus enemigos, a los que ha menospreciado y a los que pronto tendrá que dar las llaves del Palacio Municipal.
Su Informe fue un fiasco. Justo el día que todo tenía que ir perfecto, todo salió mal. Las miradas que se posaron sobre ella no fueron de respeto y admiración, sino de burla. Convertida en el hazmerreír de los internautas que gozaron con un infantil allanamiento electrónico a su atropellada videotransmisión, mismo que su equipo de comunicación social fue incapaz de evitar o si acaso detectar a tiempo.
Para tiro de gracia, el regidor Ángel Etiem Jiménez Castañeda abandonó la ceremonia del Informe, dejándola con la palabra en la boca, negándose a participar en una ceremonia de lo que consideró presentación de mentiras.
El Tercer Informe le demostró a Lety López que dos años, 11 meses y 18 días fueron insuficientes para aprender, para adquirir la pericia técnica, jurídica y política necesaria. Lety López no pudo cumplir sin sobresaltos lo que otros titulares de Ayuntamientos veracruzanos sí han logrado o están en vías de lograr.
Debió sentir que el piso se hundía bajo sus pies y que una punzada de rabia, impotencia y desesperación le atravesaba hasta el espinazo. Debió experimentar una sensación que quizá para ella, acostumbrada al uso y abuso del poder, sea nueva, pero que para muchas y muchos antes que ella, a lo largo de la historia, es una sensación ya conocida: la pérdida del poder.
Pronto dejará de tener a la mano millones de pesos al año para promocionar su imagen, que Consulta Mitofsky ubicó como la peor del Estado y una de las peores del país, algo que sin duda ha encendido los focos rojos en su partido, el Acción Nacional preocupación por la imagen de esta alcaldesa en la reputación del PAN en Veracruz.