PRI ENDURECE DISCURSO… MÁS O MENOS… Y LO QUE FALTA

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Pablo Jair Ortega

Columna sin nombre

2016-08-18

La línea discursiva que traían los priistas recalcaba lo que se reflejó desde las pasadas elecciones: una profunda división, diferencias internas y una desgarradora competencia fuera de control entre los grupos de poder.

Pero no sólo es el conflicto postelectoral el que tiene a los priistas enfrentados, especialmente en Veracruz, sino que esa etapa ha sido aprovechada inteligentemente por sus adversarios políticos para hundir mediáticamente al partido, candidatos y gobiernos derrotados en las pasadas elecciones locales.

Parte de esa campaña, sistemática e indudablemente eficaz, comenzó a causar mella en el Presidente y su partido. Se enfocaron principalmente en los gobernadores de Chihuahua, Veracruz y Quintana Roo y han presionado en ese sentido en la opinión pública.

Allá en el Altiplano parecían no entender que no sólo se trataba de deslindarse de los gobernadores y desentenderse de la problemática local, sino que se trataba de un proyecto más grande que puede irse al caño y perderse la tan valiosa Presidencia de la República que tanto les costó recuperar.

Es decir, mientras el Presidente Peña y anexas se mantenían indiferentes y a distancia del incendio, todavía se les ocurrió lanzar una que otra bomba molotov al interior y el fuego finalmente los alcanzó. Hoy, quieran o no, tienen que contestar a los cuestionamientos de la oposición que los ataca.

Aquí hay que recalcar que Peña Nieto sabe que difícilmente le alcanzaría (al menos como está la situación actual) dejar a un sucesor priista en Los Pinos: su imagen pública está por los suelos; los punteros, Margarita y Andrés Manuel, son de los partidos de oposición; las reformas también han sido particularmente un dolor de cabeza por las movilizaciones sociales que se han generado en torno a ellas, como es el caso de la Reforma Educativa y Energética. En cuanto a la cuestión económica, volvimos a tener al dólar elevándose y llegar hasta los 20 pesos. En el rubro de seguridad, pues las matanzas, las ejecuciones, los secuestros, las extorsiones, siguen.

Quizás por eso viendo que la tormenta se aproximaba, finalmente los priistas soberbios decidieron hincarse y entender que no es callando ni poniendo la otra mejilla como las cosas van a resolverse, aunque tampoco eso resuelva una situación urgente por lo menos en el rubro de seguridad.

Por eso causó extrañeza y asombro el repentino cambio de discurso a nivel nacional: los que ya empezaron a echar la maquinaria “ideológica” fueron los dirigentes del PRI nacional, Enrique Ochoa Reza y Carolina Monroy del Mazo, quienes han expresado a medios --palabras más, palabras menos-- que no va a permitir que la oposición y adversarios se dediquen a calumniar y denostar. Que se les acabó el recreo y no habrá más mentiras, ni más embustes.

El mismo presidente Peña Nieto también ya comentó en su discurso reciente en Hidalgo de que se tienen que hablar ya de cosas buenas del país para que perdure la buena imagen, y no sólo de cosas negativas. En entrevista con López Dóriga, reiteró que no meterá las manos por ningún gobernante y que actuará con apego a la legalidad; que los acusados tendrán que responder ante las instancias correspondientes.

Ochoa Reza, esta mañana de miércoles, también fue al muy escuchado y visto noticiero de Ciro Gómez Leyva y volvió a endurecer su discurso… a medias… En realidad lo notorio fue su encomienda de llegar a golpear a López Obrador e insistir en esa cantaleta como si fuese el único argumento. Más que defenderse de las acusaciones, se vio a un dirigente empecinado en golpear al opositor que menos les ha dañado, porque la campaña más dañina ha venido del PAN.

Pero también hay que destacar el mensaje que este mismo miércoles lanzó el coordinador de los diputados federales priistas César Camacho: “en atención a una serie de impresiones y hechos que se han venido dando en el mundo de la política de cara a la opinión pública, querría formular algunos apuntamientos que señalan lo que advertimos que existe, no sólo en el ambiente ahora mismo, sino datos, acontecimientos que ocurrieron en el pasado reciente y que creemos que no deben pasar inadvertidos”.

De inmediato arremetió contra la señora Margarita Zavala de Calderón, la ex primera dama del ex presidente Felipe Calderón Hinojosa, quien ha ganado bastantes espacios y se considera la otra opositora a vencer para las elecciones presidenciales del 2018.

Entre las lindezas que le destacaron a la señora Zavala, se subraya el crecimiento patrimonial supuestamente inexplicable de la familia Calderón Zavala en pocos años. Según Camacho: “la riqueza de Felipe Calderón, ahora muy activo a cargo de la campaña de Margarita Zavala, pasó de 7.4 a 17.8 millones de pesos de 2006 a 2012 cuando terminó su mandato; el matrimonio ha hecho crecer 11 veces el terreno de su residencia privada, ampliando la original de 173 a 1,940 metros cuadrados, como lo documenta una publicación periódica”.

También le destacaron su relación con su prima Marcia Matilde Altagracia Gómez del Campo Tonella, una de las dueñas de la Guardería ABC, quien fue beneficiaria de una sentencia absolutoria anticipada en la tragedia donde fallecieron 49 bebés y resultaron heridos 106. Los hechos fueron el 5 de junio de 2009, en Hermosillo.

Pero lo que también se destaca es el colofón del mensaje del ex líder nacional del PRI:
“Nos queda claro que este es un tiempo de retos que hay que convertir en oportunidades, hacer mucha política, pero siempre precedida la política de hacer un balance, una recapitulación que ponga a cada uno en su lugar”.

Por lo que se ve, los priistas parecen haber endurecido su discurso; ahora falta ver si realmente en algo ayuda a recomponerles el panorama adverso y si hay suficiente tiempo para ello.

EPÍLOGO: Américo le dio premios, lo celebró, lo hizo visitante distinguido de Xalapa; debería invitarlo a su casa ahora que lo repudian y corren de su estado. Se trata del gobernador Graco Ramírez, ese que viene a Veracruz a hablar pestes de la entidad, pero allá en la propia no lo quieren ni ver en pintura.