Entre los malos y los peores: Veracruz

2016-11-10

Barcelona, España; 31 de octubre de 2016. El otoño este año se niega a ocuparse de la ciudad de Gaudí. La brisa fresca del Mediterráneo no alcanza a enfriar a nadie, ni a la hora más oscura. Si acaso, algunas nubes ponen húmeda la atmósfera por un rato, tras lo cual escampa, y el sol se pone por todo lo alto. La playa de la Barceloneta parece estancada en el verano. De los peores calores se ha pasado a las tardes frescas, pero nada más. No hay cambio dramático. Apenas una sutil mejora.
El clima de Barcelona me recuerda a Veracruz. Todo me lo recuerda, de hecho. Es mi referente y, aun tomando distancia, voy por ahí queriendo encontrar razones para pensar que pronto mi estado natal estará mejor. Mejor de como lo han dejado. Mejor de como hemos permitido que lo dejaran. Mejor de como lo están poniendo los autonombrados salvadores, vengadores y demócratas; títulos que nadie les avala donde no sean sus simpatizantes, sus socios o sus empleados.
Los demás, la mayoría de los veracruzanos, miran en silencio o, cuando mucho, hacen sarcásticos comentarios en las redes, sobre el modo en que un puñado de políticos oportunistas quieren ganar mano en el relevo de la administración de uno de los estados más importantes de México. Ese es el problema: no vemos a la sociedad civil, a organizaciones, ni grupos ciudadanos con fines apartidistas empujar un cambio real en Veracruz.
Vemos caras muy conocidas, con pésima reputación y peor historial político reposicionarse en torno a un gobernador electo que está apostando a mandar por delante a los porros que se consiguió como aliados para que le facilitaran llegar a la gubernatura. Así, los alcaldes que simpatizan con él, tomaron palacio de gobierno. Así, un demagogo y fatuo dirigente nacional del PAN se tomó la foto acostado entre los presidentes municipales que protestaban. Con lo que no consiguió nada más que raiting mediático, que le viene bien sólo a sus aspiraciones de presidenciable. Muchos sombrerazos, gritos y ánimos caldeados, pero muy pobres resultados.
Por su parte, los alcaldes priístas y sus aliados, en busca de lo mismo: que les paguen. Hacen sus gestiones también, intentando mostrar más estatura política y dirigiéndose a las instituciones como marca el canon.
Ni unos ni otros logran una salida viable para la gravísima situación de Veracruz. La flamante nueva legislatura, que habrá de aprobar la propuesta de egresos de 2017, no parece estar poniéndose de acuerdo para gestionar rescate alguno para los municipios que claman y reclaman las participaciones que les adeuda el gobierno del estado.
De los alcaldes en pugna se dice que no pocos tiene observaciones del ORFIS y que desgraciadamente comenzaron a mostrar preocupación por sus municipios a destiempo, demasiado tarde, y que sólo los mueve la imposibilidad de cubrir sus compromisos con acreedores, que no con sus gobernados, y cabe aquí una precisión: no es lo mismo. Los pasivos que arrastran a menudo son con empresas de amigos y familiares (hasta propias) a quienes ya temen “quedarles mal”. Antes de eso, habían guardado un silencio que hoy despierta suspicacias, y hay de quién se dice: “sólo quieren más para llevarlo a sus bolsillos, como buena parte de lo anterior”.
Entre los malos y los peores, las protestas ya suman alumnos de escuelas solicitando aulas dignas. Los más aventados prenden piras frente a la Secretaría de Finanzas y luego de eso les dan nueva fecha de pago. Este jueves 10 de noviembre han pagado las participaciones federales correspondientes al FORTAMUN a los 212 municipios. Dudo que con eso se calmen los ánimos y los alcaldes se replieguen. Esperemos la próxima ofensiva.
Siguiendo con mis comparaciones, el calor de Veracruz es más fuerte que el de Barcelona, aunque sea otoño aquí y allá. Si quiero hallar otro hilo conector: acá vive, y muy bien, el notable a quien muchos atribuyen haber encendido la flama que amenaza al polvorín en que está convertido nuestro estado. Pero el Señor Cónsul jamás se da por aludido. Y su creación sigue prófugo. Pero ni sufre, ni se acalora.

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