La marginación entre periodistas: un veneno letal

2017-02-06

No se puede acusar a los “poderosos” de marginar a la prensa, cuando es la propia prensa, es la que margina a los propios periodistas y también la censura. Les cuento.

El día de ayer un determinado grupo de periodistas de diferentes partes del estado, se dieron a la tarea de realizar un escrito con atención a Miguel Ángel Yunes Linares, gobernador del estado de Veracruz; a Jorge Winckler Ortíz, fiscal General del Estado; a la presidenta de la Mesa Directiva del Congreso del Estado, María Elena Manterola Sáinz; a la presidenta de la CEDH, Namiko Matzumoto Benítez y por último, a la presidenta de la Comisión Estatal para Atención y Protección de los Periodistas, Ana Laura Pérez Mendoza, a quienes detallan su inconformidad –suya porque pese a que todos padecemos de lo mismo, decidieron marginar al resto de los periodistas en el estado- sobre la nula distribución informativa por parte de la FGE de los hechos lamentables de personas asesinadas, sobre las diversas detenciones de personajes que ostentaron cargos de primer nivel en la administración de Javier Duarte y los hallazgos de osamentas localizadas en fosas clandestinas. Un hecho verdaderamente criticable, cuando realmente la sociedad exige a los medios de comunicación se informe sobre los hechos.

Un número considerable de periodistas de la zona norte, centro y sur del estado -87 en total-, fueron los que se dieron a la tarea de demandarle al titular de la FGE, Jorge Winckler Ortiz, lo siguiente:

“Quienes rubricamos esta misiva hemos cubierto y damos seguimiento a diversos hechos de violencia como el abandono de cadáveres en carreteras, lotes baldíos y ranchos; aparición de cuerpos sin vida en fosas comunes; detenciones de personas acusadas de diversos delitos. Asimismo, somos testigos de procedimientos penales vinculados a delitos del fuero común, entre otros (…) El sistema de justicia penal acusatorio está reñido con la transparencia, la rendición de cuentas y la publicidad de los actos de gobierno, tanto en la fase de investigación de los hechos como la impartición de justicia, y las refuerza al ser un sistema garantista de derechos tanto de los imputados, las víctimas y la sociedad ofendida, precisamente, para evitar y combatir la discrecionalidad de las autoridades y los posibles abusos (…) La impunidad o falta de justicia en Veracruz, no es responsabilidad de los periodistas sino de las autoridades que precisamente en un régimen de opacidad, de falta de rendición de cuentas y de débil escrutinio público, la han alimentado y dado la pauta para la implementación de un nuevo sistema ante la falta de resultados” acusaron.

Una demanda justa. Lo injusto fue las acciones de los responsables de la elaboración de esa misiva y la forma de cómo estigmatizan, marginan y hasta calumnian a otros periodistas con la intención de instaurar “campañas” negativas y con dolo a sus espaldas. Cuando una servidora preguntó sobre el motivo por el cual no se me había notificado con oportunidad sobre el signado de esta misiva, uno de los responsables de tal campaña me notificó que un corresponsal nacional “ordenó” que no se me notificara de dicha acción porque argumentó que yo era “amiga” de Jorge Winckler Ortiz.

Infortunada acción de un periodista que acusa sin fundamentos y con falsedades a otra u otras. Al ahora fiscal tuve la oportunidad de conocer cuando la hoy diputada local, María Josefina Gamboa Torales fue enviada a prisión. Winckler Ortiz era su defensa y por lo tanto, una servidora tuvo a bien realizarle un sinfín de entrevistas con relación al tema en cuestión. En aquel entonces, muy pocos medios de comunicación dieron fe de las acciones de Luis Ángel Bravo Contreras, Arturo Bermúdez Zurita y Javier Duarte de Ochoa en contra de la legisladora, por lo que AGN Veracruz y sobre todo, la columna Fuera de Foco, se ganó la confianza tanto de la defensa como de los activistas y sociedad civil que marchó a favor de la liberación de Gamboa Torales. Abusos de poder que una servidora dio a conocer por medio de su abogado –el hoy titular de la FGE-. Por ese hecho, tuve la oportunidad de tratarlo y hasta porque no aceptarlo, tener un empatía por el tema que ambos nos interesaba. Por esa razón y esa cercanía que tuvimos en su momento, el corresponsal nacional se piensa dueño de la verdad y con la ligereza que en ocasiones escribe, me acusa y me difama argumentando que si hacían de mi conocimiento la existencia de dicha misiva, iba a filtrarle el dato a Jorge Winckler y ponerlo en alerta. Tal vez este acto le es familiar al corresponsal porque en su momento lo ha hecho en administraciones anteriores y sirvió de “oreja” poniendo en peligro a la prensa crítica. Porque sólo una persona que actúa de esa manera, sabe que cabe la posibilidad que otro periodista haga sus mismas acciones actualmente. Pero no nos puede cortar con la misma tijera del que está cortado.

Lo sorprendente de esto es que el señor es un periodista que se dice perseguido y marginado por “entes” del poder. Pero desafortunadamente no le tiembla la mano en calumniar a otro compañero sin conocer realmente la ética y valores con lo que está hecha la otra persona. Afortunadamente no me conoce, pues sólo mis amigos saben de qué material una servidora fue educada. Y digo que “afortunadamente” no me conoce porque jamás podría al menos considerarlo como una posibilidad o candidato a ser “amigo” por su manera de comportarse y sus constantes campañas difamatorias. Porque mis amigos pasan por grandes controles de calidad y en verdad, puedo decir que a quienes les considero como tal, son personas realmente honorables y con una ética a prueba de todo. Jamás podría tener cerca a una persona que es capaz de mal informar a otra, hablar a sus espaldas y hasta calumniarla, con la finalidad de lograr su cometido y proteger sus propios intereses. Y además, una persona que no sostiene su calumnia y se acobarda, no merece ningún tipo de respeto.

Con la pena, pero su “campaña” exigiendo respeto y a la no marginación informativa de la FGE, es absolutamente improcedente. Es ridículo, cuando se aplica lo que se critica en la misiva. Marginar a los propios colegas periodistas –porque no fui la única, otros tantos en el sur y del norte, se quejaron de haber sido ignorados por los “afamados” responsables de la misiva- y además, no aceptar haber incurrido en el hecho, es una muestra de la nula ética y valor del periodista en cuestión. No todos tenemos la capacidad de sostener las acciones y aceptar haberse equivocado. Y más cuando se atenta contra la integridad de otro periodista. Ni hablar, no todos fuimos formados bajo los mismos valores.