Discriminación electoral

2018-05-31

Odio a los malditos racistas y a los pinches negros… una broma habitual que hacíamos en una oficina cuando platicábamos de algún caso de segregación racial. El chiste puede parecer de mal gusto pero no deja de reflejar nuestra realidad social… somos racistas, aunque también clasistas. No sé si sea parte de nuestra psique, venga en nuestro ADN, sea cultural ¡o todas juntas!, pero siempre habrá un momento para que nuestro organismo reaccione con una sensación de asco pero a la vez de placer al discriminar a la gente por sus rasgos, el color de su piel y hasta por su forma de vestir, hablar… o pensar. ¿Cree que estoy loco? Sólo piense en el clásico insulto en nuestro bello México, a la hora de expresarlo: “¡Pinche indio!”. Imagine el gesto de quien lo dice, con la cara descompuesta, como cuando alguien prueba un alimento descompuesto, aunque el hecho de expresarlo implica un aire de superioridad sobre el objeto del insulto. ¿Ya lo imaginó?

II
Me gusta ir al centro del Puerto jarocho para que me digan “Güero-güero”. Era otra de las bromas que hacíamos en aquella oficina. Es cierto, vivimos en una sociedad que admira a la gente de piel blanca, ojo claro. ¿No me cree? En un alto porcentaje de damas que conozco, el ideal se concentra en un Príncipe de Disney; agregue a ello el sentido de belleza que tiene el tinte rubio… las mujeres quieren ser rubias… y ya reza el dicho: los caballeros las prefieren rubias, expresión por cierto, que forma parte del título de una novela que pinta a las de blonda cabellera como tontas. ¿Y quién escribió tal falacia? Anita Loos. Sí, una mujer.
Lo curioso es que mientras a la rubia hay quienes la catalogan como “tonta”, nunca he escuchado que el rubio sea “tonto”.

III
El racismo y el clasismo alcanza niveles increíbles. Naco es una de nuestras palabras favoritas para referirnos a una persona “sin clase”. Y no me refiero a algún alumno que tenga maestro de la CNTE. No tengo la menor idea de dónde nos sale nuestra “alcurnia”, pero todos, desde el rico hasta el más pobre (económicamente hablando), se da gusto para sorrajar un “¡Naco!” por cualquier motivo.
Conste. Ya citamos dos palabras (indio y naco) que son propias de estos dos fenómenos antisociales, pero en últimas fechas, en redes sociales, me percato de otra forma de discriminación que a veces puede englobar lo racial y clasista: la electoral.

IV
¿Ha escuchado la palabra “chairo”? Cuando la Mujer me preguntó por primera vez a qué se refería tal palabra, lo primero que vino a mi mente fue “Chaira”, “chaqueta”, que implica una masturbación. Se refieren al “Chairo” como una persona que defiende una ideología de izquierda, pero sin sostener un argumento. En las redes sociales es común calificar a estas personas como “chairos” cuando responden más con insultos que con argumentos... en este proceso electoral se generalizó que el que milita en Morena, se le identifica como “Chairo”. No estoy de acuerdo.
En lo particular, creo que “Chairo” es una expresión suave comparada con la que, por lo regular los de izquierda califican a los priístas: Pendejo. ¿Ha visto esos comentarios donde dicen que sólo un Pendejo votaría por el PRI? Sí, este insulto pasa a ser parte de nuestro acervo de vocablos para discriminar electoralmente a quien milita en dicho partido.

Lo cierto es que hay una efervescencia electoral más caliente que el clima que azota la entidad y altera los nervios, al grado que, ante cualquier comentario o publicación, la gente se “prende”... y sea por cuestiones de nuestra psique, ADN, cultural ¡y ahora partidista! no te bajan de Pendejo… aunque no milites en partido alguno.