AMÉRICO ZÚÑIGA LEVITA… Y LASTIMA

2015-07-01

Américo Zúñiga Martínez, alcalde de Xalapa, con altas probabilidades de éxito y un futuro promisorio en su horizonte, se juega su propia circunstancia en el más alto de los riesgos políticos. Se firma en los pasillos de la política que si “Pepe” Yunes Zorrilla llega a ser gobernador en el 2016 o dos años más tarde, Américo tendría pavimentado el camino para continuar su hasta hoy brillante carrera política.
¿Quién le arrebataría la Secretaría de Gobierno con “Pepe”? ¿Quién le disputaría un lugar en el Senado de la República? ¿Quién negaría que sería el delfín indiscutible de Pepe para su propia sucesión?
Es decir, si “Pepe” llega, el futuro del alcalde de Xalapa es muy… pero muy prometedor. Si el Senador de Perote es tan amigo del Alcalde como lo fue de su Padre, su futuro sería envidiable. Es más, con las posibilidades reales que tiene el Senador Yunes Zorrilla, todo se ve, demasiado bonito.
Pero en la política seria, en la praxis política, o en la real politik, como dice el maestro Ricardo Olivares Pineda, todo lo anterior ya no es suficiente. Américo tendrá una tarea muy importante que hacer, que al parecer no ha entendido que debe hacer. Una tarea que no es para que “Pepe” llegue, sino para merecer el lugar que se dice ocupará; pero, sobre todo, para no ponerle piedras en el camino a su “protector”…
En la política los políticos se la juegan… pero no se suicidan. Se la juegan pero con paraguas, con amarres y con alternativas. No suelen apagar ninguna vela. Se blindan de malos entendidos, no contienden abiertamente con nadie, ni suelen dejar huellas. En Política, todos necesitan de todos, inclusive en la cumbre y con el poder en la mano, los políticos necesitan de todos, amigos o no simpatizantes políticos. No hay enemigos pequeños, por ello, no hay que hacerlos.
¿Pero qué hace Américo que no cuadra con lo anterior?
No son pocos los que han observado en su actuar una alta dosis de soberbia, de prepotencia, de no ser democrático en su quehacer administrativo y político. Quizá sea por su juventud, quizá sea porque siente que su “protector” Pepe Yunes la tiene completamente segura. Tal vez sea alguna especie de sobrevaloración personal o política. Pero ¿y si no?
En Xalapa, ha lastimado a mucha gente esperanzada en su institucionalidad como alcalde, que se ha topado con su animadversión, ojeriza, odio o rencor personalísima hacia la ex alcaldesa Elizabeth Morales García. Gran parte de las obras pequeñas que heredó y que requerían de mantenimiento y conservación han sido eliminadas de su Programa Operativo Anual, pese a que estaban cubiertas en el Presupuesto autorizado por el Congreso. Cientos de ciudadanos han salido perjudicados en sus gestiones ciudadanas.
Lo anterior es cruel, y debiera considerarse un delito. Las presidencias, gubernaturas o alcaldías, no son patrimonio personal de nadie. Destruir, opacar, o dejar que mueran obras que otro alcalde hizo, es reprobable… Cuando la ruleta política se dé vuelta y Américo necesite para sí o para su liga política con “Pepe”, los votos, estos se le irán de las manos y los abucheos se incrementarán.
Hace unos días habló con el autor de la presente, un conocido empresario xalapeño que entre sus actividades comerciales está rentar edificios para oficina y nos comentó estar muy sentido con el alcalde. Desde hace años rentaba un edificio al Ayuntamiento de Xalapa, un edificio modesto; pero a raíz de qué él y un grupo de amistades le organizaron una comida al senador Héctor Yunes Landa, a su decir, el alcalde le cortó de inmediato el contrato. Eso en política es pelear en abierto, por un mal entendido apoyo político a su protector. ¿Qué pasaría si Héctor llega a ser EL DE DOS o EL QUE SIGUE? ¿Qué necesidad? El propio Senador, a decir del empresario, habló telefónicamente con el alcalde para mediar políticamente por su amigo, sin recibir más que una mala contestación de parte del joven alcalde y un “hágale como quiera”.
Lo anterior, sin contar que hasta hoy, el de Américo no ha sido un gobierno sobresaliente o superior al de Reynaldo Escobar, Ricardo Ahued, David Velasco o el de la propia Elízabeth. No hay algo que lo distinga aún. Por ejemplo, la reciente estrategia adoptada por Américo de salir a recorrer colonias a pie, enlodarse los zapatos o llegar incluso en motocicleta, sin llevar nada en las manos, ha sido interpretada por quienes sí saben de política como algo estéril, algo que aumentará su alforja de peticiones sin respuesta, algo que ya hizo un gobernante de no muy buenos recuerdos. Promesas y más promesas que -a la larga- solo le atraerán abucheos, a él y quizá a su protector político “Pepe” Yunes.
Un buen político debe cumplir sus promesas; ser coherente; vigilar la honestidad de sus colaboradores; no dar lugar a chismes y leyendas de Palacio. Imaginación para alcanzar el horizonte que vio y prometió modificar. Gobernar para todos. Fuera sentimientos personalísimos y limitar odios y rencores en su quehacer político. ¿Podrá Américo enmendar caminos, o le valdrá?