En la calle Amazonas se acabaron las inundaciones y los riesgos de salud

+Vecinos de la colonia Casa Blanca agradecen la obra entregada por las autoridades municipales

Ayuntamientos

Boletín - 2019-11-29

La rehabilitación integral de la calle Río Amazonas, colonia Casa Blanca, es una obra que cambió la vida de los habitantes de la zona, quienes tras 30 años de padecer inundaciones, problemas de salud e inseguridad, hoy ven los resultados de la obra pública con enfoque social que impulsa el Ayuntamiento para mejorar la calidad de vida de la población.

Érika Bolaños vive en esta calle desde hace once años. Durante varias administraciones había hecho gestiones para que se mejorara con obra pública esta zona de la ciudad, pues en tiempo de lluvias la vialidad prácticamente se convertía en un río por los escurrimientos pluviales que, además, abrían grietas y grandes hoyos en la calle que hasta este año fue terracería.

Cuando llovía, todo era lodo, baches, hoyancos, y siempre había el riesgo de que alguien se cayera o sufriera un accidente. En tiempo de calor, los problemas no eran menos, ya que ante la falta de drenaje, había malos olores, que hacían que la gente tuviera que cerrar las ventanas de sus casas.

Ahora, dice Érika, todo ha cambiado, pues con la llegada del actual Gobierno Municipal se atendieron las solicitudes que por años habían quedado archivadas. “Afortunadamente se logró que nos hicieran la obra. A veces criticamos, pero también se vale reconocer cuando se hacen las cosas bien”.

Tras 15 años de trabajar en el Telebachillerato Higueras, el maestro Octavio Hernández García reconoce que, por fin, el desarrollo social llegó a esta colonia, no como antes, cuando la gente tenía que utilizar botas de hule.

En temporada de lluvias, recuerda, era muy complicado para los profesores y alumnado ingresar al plantel porque la fuerza de las corrientes pluviales era muy peligrosa, además de que en la calle se mezclaban con las aguas negras.

En varias ocasiones vio cómo los estudiantes tenían erupciones en la piel, o era común que se enfermaran de las vías respiratorias por el foco de infección que se generaba.

Para llegar a la escuela, los jóvenes debían saltar de piedra en piedra para no hundirse en la corriente y, aún así, acababan mojándose los zapatos y ropa. Incluso no era fácil que practicaran deporte, ya que los balones podían salir de la cancha y caer en el lodo en el que también había descargas residuales.

“Los muchachos se ponían bolsas de plástico y las profesoras, en lugar de tacones, preferían asistir con el zapato más básico que tuvieran”.

Aunado a ello, no había suficientes lámparas en la vía pública, por lo que la zona era insegura: “Ahora ya hay iluminación, se siente la seguridad, no hay problemas de salud, incluso hay flores y plantas”.

Desde muy temprano, Martha Martínez García vende pollo a sus vecinos afuera de su casa; saca su mesa y espera pacientemente su llegada. Ya no tiene que preocuparse por la tierra o los anegamientos.

Con la obra que hoy entregaron las autoridades municipales, atrás quedaron las malas condiciones de la calle que los habitantes de la zona sufrieron durante 30 años. A ella le tocaron inundaciones, ver cómo se desbordaba el agua de la calle y entraba a casas y negocios arrastrando lodo y causando malos olores.

Doña Martha, además, ayudaba a un chico invidente en la tienda de abarrotes La Guadalupana. Todos los días, dice, debía barrer hasta cinco veces el local, pues con el viento, a cada rato el polvo ensuciaba el suelo y los productos, lo que hacía que bajaran las ventas.

“Estamos contentos porque esta obra evitará que el negocio se vuelva a inundar. Ya quedó bonito y estamos a la expectativa de que tendremos más ganancias, tanto la tienda como mi puesto de pollo”, concluyó.


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