Programa de vivienda social cambia la vida de la gente
+En las congregaciones y colonias de la periferia se construyeron 176 casas, en beneficio de familias de escasos recursos
Ayuntamientos
Boletín - 2020-06-20
Por mucho tiempo, María Luisa Ortega Rodríguez vivió en una casa con piso de tierra y techo de lámina. En lugar de cristales, las ventanas tenían bolsas de plástico y la puerta era un rompecabezas de distintas maderas.
Pero ya no es así. Su vida ha cambiado, al igual que sucedió con otras 175 familias de Xalapa, quienes ahora tienen un espacio digno para habitar: una casa de concreto, que recibieron con el Programa de Vivienda Social desarrollado por los gobiernos Municipal, Estatal y Federal.
En estas acciones inviertieron 35.5 millones de pesos la Comisión Nacional de Vivienda (Conavi), el Instituto Veracruzano de la Vivienda (Invivienda), la asociación civil Hábitat para la Humanidad México y el Ayuntamiento de Xalapa.
Cada casa consta de dos recámaras, baño, sala, comedor y cocina. Se edificaron 24 en la congregación Colonia 6 de Enero; 17 en Tronconal; 41 en Chiltoyac; 60 en El Castillo, y 34 en colonias urbanas como Campo de Tiro, El Moral, Dolores Hidalgo, Independencia, Moctezuma, Mártires de Chicago, Nacional, Unepri e Ignacio Zaragoza.
María Luisa es una de las beneficiarias de la congregación Chiltoyac. Casi ni puede creer que antes toda su familia vivía en un espacio de 16 metros cuadrados y ahora ella tiene su habitación propia, donde duerme segura, sin preocuparse por las filtraciones durante la temporada de lluvias o los animales que se metían al cuarto.
Cada construcción costó 202 mil pesos, de los que Invivienda aportó 123 mil 425; la Conavi, 24 mil 575; el Ayuntamiento, 44 mil pesos, y la asociación civil Hábitat para la Humanidad, 10 mil pesos, que los beneficiarios deberán reintegrar a esta Asociación Civil en un año.
“Al principio no creí cuando me dijeron que me iban a dar una vivienda, pero después ya era un hecho, y pensé ‘gracias a Dios y a los nuevos gobiernos, porque me tocó la suerte de este apoyo’. Es un gran proyecto, pues con 10 mil pesos, que es lo que vamos a dar, no hubiera podido hacer ni un cuarto”.
Doña Salustia Ortega Sosa también fue beneficiada con el programa. A sus 70 años por fin pudo tener una casa propia y no estar pensando cuántas cubetas deberá poner en la noche para las goteras: “Estoy contenta porque ya tengo algo propio y bien hecho. Agradezco mucho a las autoridades, todas han sido muy buenas personas”.
Velarmino Cervantes Muñoz y María Isabel Velázquez Ortiz también dudaban de que realmente les fueran a dar una casa. Tienen tres hijos y su situación era precaria: “El agua se metía, la lámina goteaba y no teníamos piso de cemento”. Levantar una casa era un sueño, pues sus ganancias con la venta de elotes, esquites y papas no daban siquiera para arreglar el sitio donde vivían.
“Estamos muy emocionados, tenemos un nuevo hogar, con techo, ya no nos vamos a mojar. Muchas gracias al Gobierno del Estado, al presidente Andrés Manuel López Obrador y a Hipólito Rodríguez Herrero”.
De las 176 acciones de vivienda, 70 por ciento se efectuó en las congregaciones, áreas prioritarias para el Ayuntamiento, y 55 por ciento de las personas beneficiadas fueron mujeres, como Emigdia Sarabia Rincón.
Ella cuenta que por muchos años su casa fue un espacio de cuatro por cuatro metros que compartía con su esposo y dos hijos, y por si fuera poco, no tenía agua, luz ni drenaje: “Con 10 mil pesos no iba a hacer una vivienda. Yo agradezco al Gobierno porque ahora tenemos un lugar cómodo. Mi casa antes era chiquita, hacía mucho calor. Ahora hasta tengo baño dentro. Estoy contenta, sobre todo por los niños”.
Crescencio Hernández es padre de cuatro hijos. Por eso esta ayuda, afirma, es como si hubiera caído del cielo. Explica que antes habitaba en una casa en obra negra que era insuficiente para vivir cómodamente, además de que el techo era de lámina de zinc y bambú, por lo que en temporada de calor todo se calentaba y el interior parecía un horno.
“Ésta es una buena acción de quienes nos ayudaron. Recuerdo que antes me sentaba en el quicio de la puerta para cenar a oscuras, porque no había luz ni agua. La pasamos mal un tiempo, pero ahora estoy feliz. Éste es un nuevo comienzo”.