El INEGI dio a conocer recientemente su estimación del crecimiento del PIB real para el segundo trimestre de este año, el cual muestra una variación de -17.3% con respecto al trimestre previo, sin duda el más grave de nuestra historia en los últimos tiempos.
Es un hecho notorio que este decrecimiento económico está afectando la vida de millones de mexicanos y de miles de empresas. Además, es claro que el país enfrentará un reto muy importante para recuperar los niveles de crecimiento anteriores.
Sin embargo, muchos medios y opositores políticos están utilizando esta cifra para culpar al presidente López Obrador de que su tozudez ha llevado al país a estos resultados. Por ello, es necesario poner en contexto el decrecimiento del último trimestre, no olvidando que la actual crisis económica se deriva de la situación de emergencia sanitaria causada por el Covid-19 en todo el mundo, en donde los estragos de la crisis han hecho decrecer en similares proporciones a las economías de todos los países del mundo.
La OCDE estableció una caída a nivel mundial del PIB que ronda entre el 5,2 y el 7,6%, dependiendo de las estimaciones en caso de rebrote. En el caso de China se prevé una caída entre 2,6 y 3,7 %. Para Estados Unidos la caída sería entre el 7,3 y 8,5 %. A nivel latinoamericano, Colombia, Chile, Brasil y Argentina esperan caídas entre el 6,1 y 7,9%; 5,6 y 7,1 %; 7,4 y 9,1 %; y 8,3 a 10,1 %, respectivamente. En el caso europeo, la situación es mucho más sombría. Economías avanzadas como Reino Unido y España esperan caídas entre 11,5 y 14 % la primera y entre 11,1 y 14,1 % la segunda. En el caso de México, la previsión está entre 7,5 y 8,6 %; es decir, dentro del promedio mundial.
Estamos, es cierto, ante una depresión económica nunca antes vista. Pero en México se le está enfrentando con una política económica de nuevo tipo, basada en el concepto de economía moral, distinta a la neoliberal que aún se aplica en la mayoría de los países del orbe.
A contrapelo de las recomendaciones de varios “especialistas” y de las exigencias de los grupos empresariales, AMLO se decidió por apoyar el consumo de la base social, que siempre había sido marginada cuando se enfrentaban crisis similares, y así pegar en dos puntos: mitigar la afectación social grave de millones de personas que viven en la economía informal y apoyar el consumo y la reactivación de las empresas a través de este mecanismo.
Se calcula que más de 20 millones de hogares mexicanos reciben por lo menos un programa social de apoyo, lo que representa el 70% de la población en México. Por ello, y por la estrategia de aplanar la curva de los contagios del coronavirus, que ha llevado a la reapertura parcial de las actividades económicas, la economía no ha caído a peores niveles y, sobre todo, no se ha visto un drama humano de proporciones mayores como el que se veía, por ejemplo, en la depresión del 29 del siglo pasado.
Por ello, es posible ver signos de mantenimiento e incluso incrementos en algunas actividades económicas, como el de las ventas en tiendas de autoservicio que han crecido en términos reales 9%, comparando el periodo de enero a julio de 2020 respecto al mismo periodo del año pasado, según el dato proporcionado por el presidente López Obrador el sábado pasado. Por ello también el volumen en la pérdida de empleo ha decrecido de forma constante: se registraron 555 mil empleos formales perdidos en abril, 340 mil en mayo, 82 mil en junio y sólo 3 mil 430 en julio.
Asimismo, se pueden observar fuertes repuntes en las “exportaciones petroleras, no petroleras y manufactureras…”, de enero a mayo, respecto al mismo periodo de 2019, según Gabriel Yorio, Subsecretario de Hacienda.
Sin duda la crisis nos está pegando fuerte en todos los sentidos, pero la vía mexicana para enfrentarla ya muestra signos de que vamos por buen camino.
marco.a.medinaperez@gmail.com