Los últimos cambios en la élite del actual gobierno federal nos muestran la formación de un clan con lazos familiares, lo que siempre criticó el presidente mientras fue candidato, al referirse a la “mafia del poder”.
Ha habido nombramientos que se justifican por el perfil profesional, como lo es el de la Dra. Galia Borja Gómez, quien pasa de la Tesorería de la Federación al Banco deMéxico, con conocimientos, méritos académicos y experiencia financiera, o la Dra. Graciela Márquez, con grandes méritos académicos capitalizables en el cargo que recibe ahora en el INEGI después de haber encabezado la Secretaría de Economía, o Tatiana Clouthier, cuyos vínculos familiares y el valor de marca del apellido, más su perfil personal, le podrán ayudar a vincularse con el sector empresarial e intentar rescatar su confianza, la cual quedó en riesgo a partir de la salida de Alfonso Romo del gabinete.
En contraste, hay nombramientos que no tuvieron justificación, como el de Juan Antonio Ferrer, tabasqueño, con carrera de administración de empresas y experiencia mayormente en el INAH, pero que hoy dirige el INSABI, el instituto responsable de la salud de todos los mexicanos en un momento crítico de la pandemia más devastadora de los últimos años, que además del costo en vidas producto de esta enfermedad, también ha tenido altos costos colaterales por víctimas de otros padecimientos que han sido mortales, por no haber podido atenderse por insuficiencias de infraestructura hospitalaria, medicinas e insumos.
Si en tiempos normales en el INSABI debiese haberse ubicado a alguien con carrera de medicina y trayectoria en el sector salud, en estos tiempos de pandemia esto es fundamental.
Hay nombramientos que empañan al servicio público de carrera, como el de la doctora Elvira Concheiro, quien es doctora en sociología, maestra en sociología y licenciada en sociología, pero a partir de esta semana se convirtió en la tesorera de la federación, sin mayor mérito que formar parte de “los illuminati”, ese selecto grupo de ideólogos izquierdistas radicales, quienes han sido ubicados en cargos clave sin tener, ni los conocimientos técnicos esenciales para desempeñar el cargo, ni la experiencia elemental en ese sector, fundamental para mantener una disciplina económica en el país. Todo indica que estos funcionarios han sido ubicados en cargos estratégicos, no para garantizar eficiencia en la responsabilidad profesional asignada, sino para asegurar el rumbo ideológico al que este gobierno pretende llevar al país.
La analogía con los “Illuminati” hace referencia a una sociedad secreta de la época de la Ilustración, fundada en Baviera, que hoy es parte de Alemania, el 1 de mayo de 1776.
Pero aún en los cargos donde han sido ubicados funcionarios con experiencia, queda la sospecha de un proyecto cupular donde la lealtad hacia el presidente se premia ubicando gente que entre sí tiene lazos sanguíneos o familiares, lo cual garantiza lealtad y control.
La doctora Graciela Márquez es esposa del Dr. Gerardo Esquivel, subgobernador del Banco de México. A su vez, la Dra. Concheiro, recién nombrada tesorera de la federación, es hermana del Dr. Luciano Concheiro, subsecretario de educación, ubicado en la SEP, quien es un economista con larga trayectoria en el ámbito de las luchas agrarias y en movimientos políticos que pueden considerarse subversivos, por haberse enfrentado al Estado Mexicano. En cambio, hoy es responsable de la formación de nuestros niños.
Por otra parte, Pablo Amílcar Sandoval, delegado federal en el Estado de Guerrero y posible candidato morenista a la candidatura de ese estado, ha sido acusado de utilizar su cargo para apuntalar su candidatura. Este es hermano de la secretaria de la función pública, Dra. Irma Eréndira Sandoval. A su vez, la doctora Galia Borja Gómez es sobrina del político Pablo Gómez, uno de los fundadores del PRD y de Morena.
Esto sólo es el indicio de lo que encontramos cada vez que buscamos vinculaciones familiares entre funcionarios del círculo cercano al presidente.
¿Dónde ha quedado la Ley del servicio profesional de carrera en la administración pública federal?
Es evidente que la lealtad y no la eficiencia, es el factor de decisión en la selección de candidatos a ocupar un cargo en las posiciones de importancia estratégica para generar o administrar recursos económicos importantes. Parece haber una desmedida obsesión por el dinero durante este gobierno, lo cual era impensable para un gobierno de izquierda.
Por ello, bajo el argumento de proteger una utopía, que es la lucha en contra de la corrupción, vemos que más bien la lealtad tiene el objetivo de proteger la pureza ideológica de un proyecto político como lo es la 4T y por tanto, se ha conformado un pequeño grupo donde existen vínculos familiares, para ocupar los cargos estratégicos y así garantizar la preservación del poder, ante lo cual, los recursos económicos son fundamentales.
En un mundo que cada vez se vuelve más complejo y por tanto necesaria la especialización en conocimientos, así como la experiencia, queda en evidencia que la idoneidad del perfil de los funcionarios frente a las características del cargo, es fundamental, pues corremos el riesgo de la ineficiencia.
La improvisación de cuadros se convierte en un riesgo que puede afectar la competitividad del país, así como daños a su economía, a la seguridad de los ciudadanos, la salud y la educación y la suma de esto representa perder lo que México ha avanzado en los últimos 50 años.
Parece ser que la prosperidad de los mexicanos no es la prioridad de este gobierno, sino responder a objetivos ideológicos y retener el poder a como dé lugar.
Y a usted ¿qué le parece?
Presidente de la Academia Mexicana de la Comunicación