Llamados comúnmente centros ceremoniales, los asentamientos de San Lorenzo, La Venta y Tres Zapotes fueron verdaderas ciudades generadoras de producción y poder, por lo que alcanzaron rango de estados con gobiernos autónomos, afirmó Ana Luisa Izquierdo y de la Cueva, investigadora de la UNAM, en su conferencia Origen y desarrollo de los estados olmecas.
En el marco de la primera Cumbre Olmeca, El esplendor de Mesoamérica, este segundo día de actividades en Coatzacoalcos, la investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México inició su ponencia aclarando algunos aspectos de la Cultura Madre: no fue un imperio, el nombre les fue impuesto y no hay indicios de la lengua que utilizaron; tampoco concentraron una unidad política sino tres, desarrolladas paralelamente y con un auge sucesivo.
La primera fue San Lorenzo Tenochtitlan, ubicada en el hoy municipio de Texistepec y que tuvo un milenio de historia desde el 1800 a. C., constituyéndose como urbe en el 1000 con sus calzadas, avenidas y servicios públicos, así como puertos de carga y descarga dado su establecimiento entre los ríos Tatagalpa, Calzadas y El Gato, para ser entonces la ciudad más grande de Mesoamérica, capital y sede de concentración sagrada.
Los más de 10 mil habitantes gozaron de suficiencia alimentaria, gracias a la capacidad del gobierno para dividir tareas y organizar tiempos de trabajo y descanso, intercambios comerciales que rebasaron los mil kilómetros a la redonda y la construcción de poblados de al menos cinco tipos en un área de 75 kilómetros; además de poseer una suntuosa producción artística.
Por otro lado, La Venta (Tabasco) figuró del 1100 al 400 y su casco urbano pudo tener unas 200 hectáreas, con un centro religioso muy rico en esculturas y llegando a los 10 mil habitantes pero más dispersos en unos 40 km y 100 sitios como Arroyo Pesquero y Arroyo Zonzo; con mayor variedad de artesanía y cerámica, y dando a los jerarcas un trato funerario especial.
La gran diferencia del lugar es su pirámide de 30 metros de altura y un recinto ceremonial rodeado de 124 columnas basálticas en forma prismática donde fueron halladas 16 figurillas de seres antropomorfos, seis hachas minúsculas y seis mini-estelas, pero también su forma de alimentación que aparte del pescado incluía perro mexicano y venado cola blanca.
Finalmente, Tres Zapotes (Santiago Tuxtla) destaca por el primer descubrimiento de una cabeza colosal en la expedición del arqueólogo Matthew Stirling, al tiempo de ser un espacio de transición política, cuando San Lorenzo ya registraba conflictos. Sus primeros registros datan de antes del 1000 y tuvo una desocupación causada por erupción volcánica en el preclásico, volviendo a ser poblada en el postclásico, con una vida activa de dos milenios.
La investigadora titular del Centro de Estudios Mayas del Instituto de Investigaciones Filológicas, sin embargo, manifestó que el estilo escultural olmeca comenzó a gestarse entre el 1700 y 1500 en un lugar llamado El Manatí (Hidalgotitlán), con sitios aledaños como El Macayal, La Merced y El Paraíso, siendo pueblos que buscaron refugio en islas naturales o intervenidas.
Consideró que a la par de existir derechos y obligaciones en los estados olmecas, hubo las condiciones para que la población tuviera un sentido de pertenencia que influyó en otras civilizaciones del preclásico, ya que el término Cultura Madre fue propuesto en el seno de la Sociedad Mexicana de Antropología en 1942. Agradeció finalmente a la Secretaría de Turismo y Cultura la visión de organizar una Cumbre que promueva el conocimiento y el valor de la cultura.
Al entregar un reconocimiento a Izquierdo y de la Cueva, el titular de la SECTUR, Iván Francisco Martínez Olvera, destacó el esfuerzo por acercar la Academia a la población y que más allá de ser un encuentro de profesionales sea entre las infancias y juventudes, dada la importancia de sembrar esa oportunidad del saber y que poco a poco haya no cinco, seis o siete ponentes, sino 100, 200 o 300 grandes investigadores.