Antes de ser alcanzado por una bala que le quitara la vida, Brandon Arellano Cruz llamó a su padre, un profesor de Matemáticas en el TEBAEV de Lerdo de Tejada, y le dijo: “Papá, me viene siguiendo la patrulla, no sé qué pasa, pero voy a llegar a la casa de mi abuela, y ahí me voy a parar”.
El joven alcanzó a llegar a la casa de su abuela, una vivienda de color naranja, ubicada en una de las principales calles de Lerdo, y aunque alcanzó a estacionar el carro, no fue suficiente para salvar la vida.
A pesar de haberse estacionado, los policías abrieron fuego, por el parabrisas trasero del coche entró la bala que le quitó la vida.
“Exigimos justicia, por favor señor Gobernador Cuitláhuac García, atienda el llamado de estos padres a quienes le asesinaron a su hijo de manera impune. Asesinaron a mi hijo de manera impune enfrente de la casa de su abuela, ¿cómo es posible eso? ¿Qué clases de autoridades tenemos? ¿Quiénes nos protegen, quiénes nos están cuidando?”, dijo Delfino Arellano, al pie de los restos de su hijo Brandon.
Delfino Arellano recuerda que después de la llamada de su hijo, tomó la motocicleta, y se fue en busca de su hijo. Pero cuando llegó al sitio donde habían quedado de verse, los policías lo recibieron apuntando con sus armas, y lo amagaron con dispararle si intentaba acercarse al coche de su hijo.
“En el camino escuché dos disparos, así que cuando llegué comencé a buscar los casquillos, y fue entonces cuando vi el orificio de bala en la parte trasera del coche –del lado del conductor, y a la altura de donde podría estar la cabeza–. Yo me dije: mi hijo no está desmayado, ya me lo mataron, le dieron un disparo en la cabeza”.
La noche del viernes 19 de enero, los policías de la Secretaría de Seguridad Pública, asignados a la comandancia municipal de Lerdo, mataron de un disparo a Brandon Arellano Cruz, en medio de una persecución policíaca en condiciones que no han sido esclarecidas por la autoridad.
El asesinato del joven de 27 años de edad, y padre de dos menores de 7 y 2 años de edad, levantó la indignación de la población, que desde hace tiempo venía señalando abusos y atropellos por parte de los policías.
Pronto, la gente de Lerdo se enteró de lo que había ocurrido, y comenzó a llegar hasta la calle Luis Echeverría, en la colonia Paulino Ortiz, donde quedó el coche estacionado, con el cuerpo sin vida de Brandon. Al constatar lo que había ocurrido, la indignación creció entre los presentes, y comenzaron a reprochar a los policías la agresión contra Brandon, pero también otros abusos policíacos registrados con anterioridad.
“Fue una mala actuación, ustedes no tenían porque haber disparado”, “Es un atropello lo que hicieron”, “ no se vale, no se vale”, “ustedes de aquí no se van a ir libres", "abusan mucho de la autoridad”, “no es la primera vez, miren lo que hicieron ahora”, “ustedes tienen que pagar, porque ustedes lo hicieron”, “agarran muchachitos menores de edad en el parque y le quitan su dinero”, “a los estudiantes los paran también”, "andan revisando a las muchachas, cuando tienen que traer una mujer policía para que hagan eso".
De los reclamos verbales, los habitantes pasaron a los empellones, manotazos, patadas, y hasta golpes con piedras y palos contra los policías. Los uniformados trataban de evadir los golpes, pero eran superados por la muchedumbre. Apenas alcanzaron a pedir apoyo por radio.
Después de una hora de permanecer retenidos, hasta el lugar llegaron elementos de la Guardia Nacional quienes trataron de poner orden, y llevarse a los uniformados del lugar.
“Quítenles las armas”, “tienen que arrestarlos, no se los van a llevar sino es arrestados”, les exigía la gente.
Pero mientras resistían los reclamos, la Guardia Nacional que llegó al lugar junto con otros elementos de la SSP, organizaron un operativo para subir a una ambulancia a los cuatro policías que fueron golpeados por los habitantes, y llevarlos hasta el hospital de Lerdo, para que recibieran atención médica.
Los habitantes no se quedaron conformes con la actuación de los uniformados, y ante el silencio en que había permanecido hasta entonces la presidenta morenista María Esther Arroniz López, decidieron ir hasta el palacio municipal, sacaron a los trabajadores que ahí permanecían, y le prendieron fuego al inmueble, que se consumió parcialmente.
“El pueblo ya está cansado de esa vieja (Arroniz López) porque no hace nada por el pueblo”, gritaba la gente, mientras otros grupo volteo dos patrullas una motocicleta de la Policía Estatal, que se encontraban cerca del edificio municipal, y les prendió fuego.
Mientras tanto, otros ciudadanos se percataron de que los uniformados se hallaban en el hospital de Lerdo, y fueron hasta allá, y se metieron al nosocomio a buscar a los policías, quienes debieron salir por la puerta trasera para ponerse a salvo de la gente que quería lincharlos.
Más tarde, avanzada la noche del viernes, la Secretaría de Seguridad Pública confirmó que cuatro elementos operativos de la plantilla de Policía Municipal, fueron puestos a disposición de la Fiscalía General del Estado, por su presunta responsabilidad en el homicidio registrado en Lerdo.
Y aunque en un comunicado anterior, la SSP se había deslindado de los hechos, ahora decía que la corporación estaba dispuesta a colaborar en todo momento con la investigación.
Brandon Arellano era conocido en la localidad de Lerdo de Tejada como un joven amable, y que no se metía en problemas con nadie. Era fanático de los videojuegos, el deporte y la informática, siempre relacionado al mundo gamer. Era parte de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en la Rama Lerdo de Tejada (hoy Barrio Lerdo de Tejada).
Mario Andrés Aguirre, quién fue su profesor en el TEBAEV de Lerdo, escribió en su página de Facebook, que “el joven no se metía con nadie, un hombre de familia, amoroso con su esposa y sus hijos, que hoy por este hecho irresponsable (…) Duele saber que un joven lleno de sueños se frustra ante este cobarde hecho”.
El padre de Brandon Arellano, quien se quedó custodiando el cuerpo de su hijo, en medio de su tragedia agradeció a los habitantes que habían ayudado a evitar que los policías se fueran de la escena del crimen. Y desde su dolor, lanzó una exigencia: “Nada me regresa a mi hijo, pero queremos justicia, señor Gobernador Cuitláhuac García, atienda el llamado de estos padres a quienes le asesinaron a su hijo de manera impune, denos justicia".
Y señaló que la decisión de los habitantes de Lerdo de quemar el palacio municipal, dos patrullas, una unidad de traslado del DIF y de golpear a los presuntos agresores de su hijo, se debía a que “desde hace tiempo, el pueblo está cansado de injusticias, desde hace tiempo se sabe que los policías se encargan de detener gente, sembrarles evidencias, hay videos en redes sociales de esa forma de trabajar, y hoy fue la gota que derramó el vaso”.