Marisol Romero venció con autoridad a sus contrincantes en la primera prueba de fondo sobre el tartán del estadio Telmex.
Deportes
- 2011-10-24
Es el tributo a una campeona: aplausos y banderas mexicanas ondeando, gritos, lágrimas en algunos, emoción a flor de piel. En la pista, Marisol Guadalupe Romero completa la última de las 25 vueltas. La ventaja que lleva es insuperable. Por eso, la gente en el casi lleno estadio panamericano de atletismo la acompaña de pie.
Su uniforme verde representa la esperanza de México. Sus piernas, la fuerza de un pueblo ansioso de triunfos. La zancada no ha perdido entereza. Casi 10 mil metros después de comenzar, recorre el tartán en medio de una ovación anticipada. A lo lejos, la brasileña Cruz da Silva la observa, inalcanzable. En ella sólo cabe la resignación.
Cuando entra a la recta final, frente a la tribuna principal, el sentir de una nación se traduce en un grito: "¡México, México!". Los pañuelos verdes se agitan en la tribuna. Nadie quiere estar de pie. Frente a un monarca, no cabe la posibilidad de estar sentado. Y Marisol Guadalupe Romero está a punto de proclamarse reina de América.
En los últimos metros, otro ingrediente se agrega a la fiesta: en las bocinas se escucha el mariachi con "El son de la Negra". A Marisol no la alcanza ya nadie. En la tribuna, Mario Vázquez Raña, presidente de la Odepa, aplaude acompañado por el gobernador de Jalisco, Emilio González Márquez.
Mariachi... Pañuelos verdes... Gritos patrióticos... Aplausos interminables... Fiesta mexicana... Cuando al fin cruza la meta (34:07.24 minutos), con los brazos en alto, Romero no da muestras de cansancio. Tomó el liderato desde poco antes de la mitad de la competencia, pero está entera.
Por eso, cuando le acercan una bandera mexicana, los ojos le brillan con mayor intensidad. No hay por qué pensarlo demasiado. Lo que procede es casi obvio. Un paseo de la reina, por la gloria panamericana. La vuelta olímpica recobra, en Guadalajara 2011, su carácter de exclusividad: es sólo para los campeones.
Marisol Guadalupe Romero ya dio 25 vueltas a la pista. ¿Una más? Por qué no, si esta es la más efusiva de la tarde. Volteando a la tribuna, recorre metro a metro, con bandera en mano, el camino que la acaba de convertir en la mejor atleta de América, en los 10 mil metros planos.
Agita el lábaro patrio. El estadio la aplaude de pie. Vuelan gorras impulsadas por la emoción del momento. Es la medalla de oro número 17 para la delegación mexicana en los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011. Y es la undécima presea dorada obtenida por mujeres (una más también tuvo participación femenil, en tenis mixto).
El tributo está por terminar. Marisol se aproxima a la tribuna. "Esto es lo que siempre estuve buscando. Le doy gracias a Dios, que siempre me impulsa y me da la fortaleza todos los días para salir adelante", explica la mexicana.
Nuestro país no ganaba esta prueba desde Santo Domingo 2003, cuando lo hizo Adriana Fernández. Ahora, la corona regresa a México. ¿Qué se hace al estar frente a una reina panamericana? La gente que está más cerca de la entrada a los vestidores opta por lo más sencillo, pero también lo más honesto y surgido del corazón: aplaudirle.
A punto de dejar la pista, Marisol Guadalupe Romero echa un vistazo a la tribuna. Levanta la mano derecha y sonríe. Nunca mira hacia atrás. Los campeones siempre ven hacia adelante. "Mi sueño es estar en unos Juegos Olímpicos. Todo es complicado, pero nada es imposible. Cuando uno se para en la pista siempre tiene que sentir que puede, porque si no, no tendría caso tanto trabajo", concluye.
Se va tranquila. Atrás ha dejado a la brasileña Cruz da Silva (34:22.44 minutos) y la colombiana Yolanda Beatriz Caballero (34:39.14). Misión cumplida: Marisol Guadalupe Romero es campeona panamericana en Guadalajara 2011.