La represión de las fuerzas de seguridad convirtió al “Gran Viernes” en la jornada más sangrienta desde el inicio de las protestas.
Internacionales
- 2011-04-23
Extremadamente preocupados”. Así se mostraron ayer EU, Francia y Reino Unido después de que el “Gran Viernes” (un calificativo con connotaciones religiosas y políticas, porque así se llama al Viernes Santo en comunidades cristianas de Oriente Medio y porque la oposición siria quería que la de ayer fuera la protesta más numerosa) se convirtiera en la jornada más sangrienta desde que comenzaron las protestas contra el régimen: al menos 88 manifestantes murieron a manos de las fuerzas de seguridad del presidente, Bashar el Asad, y centenares resultaron heridos, según activistas citados por Reuters.
Desde la mañana de ayer la capital, Damasco, y otras ciudades estaban custodiadas por un impresionante dispositivo de seguridad a cargo de la policía y del ejército que no se veía desde hacía muchos años en Siria. Los accesos a Damasco estaban cerrados y el transporte a varias áreas de la capital quedó prohibido.
Más tarde, decenas de miles de personas tomaron las calles de las ciudades en toda Siria, pidiendo la “caída del régimen”. Las multitudinarias protestas reflejaron el endurecimiento de sus demandas, que inicialmente se centraban en reformas y grandes libertades. Los manifestantes consideran insuficiente y engañosa la derogación del estado de emergencia, anunciada el jueves por Asad. Las fuerzas de seguridad dispararon munición real y gases lacrimógenos contra los manifestantes, dejando decenas de muertos y heridos.
Las manifestaciones comenzaron después de las oraciones del mediodía de ayer, la celebración religiosa semanal más importante para los musulmanes. Imágenes reproducidas por las cadenas árabes de televisión, algunas de ellas difundidas por internet por activistas de la oposición, mostraban multitudes que desfilaban pacíficamente por distintas ciudades del país. Según el activista de derechos humanos Haizam Maleh, una de las figuras de la oposición más respetadas del país, las víctimas perecieron por los disparos de las fuerzas de seguridad y de “grupos de matones” (los temidos Shabiha) que atacaron a los manifestantes, una forma de represión frecuente en las protestas políticas de este país. Entre las áreas donde se produjeron disturbios están las localidades de la periferia capitalina de Douma, Harasta, Tel y Maadamía, así como en las ciudades de Deraa, Izraa, Hama, Homs y Hauran.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, condenó “el uso de la violencia” del régimen sirio y acusó al presidente Asad de “buscar la ayuda iraní” en la represión de las protestas. “Este desmesurado uso de la violencia para acallar las protestas debe terminar ya”, dijo Obama en un comunicado.
El canciller británico, William Hague, se mostró “extremadamente preocupado” por las informaciones de las muertes y heridos en toda Siria y pidió contención a las autoridades de Damasco. Francia pidió al gobierno de Asad que “renuncie al uso de la violencia contra sus ciudadanos” y ponga en marcha las reformas, según una nota del ministerio de Asuntos Exteriores.
Omán y Yemen
Alrededor de tres mil manifestantes salieron a las calles en Salalah, puerto en el sur de Omán, en una de las mayores protestas por reformas desde que disturbios aislados comenzaron hace dos meses en el sultanato.
El presidente yemení, Ali Abdalá Saleh, dio ayer la bienvenida a la iniciativa de los países del golfo Pérsico que fija plazos para su salida del poder, y prometió analizarla “positivamente y dentro del marco” legal del país.