KUALA LUMPUR: 50 días más de oxígeno para los mexicanos en Malasia
Los hermanos sinaloenses José Regino, Luis y Simón, condenados a muerte en la horca por narcotráfico en Malasia, recibieron de regalo un mes y medio de esperanza. Una pausa en el que hasta ayer parecía un viaje sin escalas al patíbulo de una cárcel malaya
Internacionales
- 2011-04-29
La bomba estalló en el juzgado 4 poco después de las 12 del día, cuando todo hacía pensar que el cuarto de ejecuciones en la cárcel de Singai Buloh podría comenzar a alistarse. “Creo que este es un tema serio. Amerita que lo revisemos a profundidad”, soltó el juez Mohamed Zawawi. “Sí. Nos vemos el 2 de junio”.
—“¡Todos de pie!”, ordenó el guardia que vigila el juzgado. Fue demasiado rápido para que los traductores explicaran lo sucedido.
“¿Qué dijo?”, preguntó José Regino. “¿Nos podemos ir?”, inquirió Luis. Simón permaneció en silencio. Nadie podría haberlo predicho, pero contra todas las posibilidades y los precedentes, contra la historia legal de un país mismo, los sinaloenses recibieron de regalo un mes y medio de oxígeno. Una pausa en el que hasta ayer parecía un viaje sin escalas al patíbulo de una cárcel malaya.
Son siete semanas de suspensión. Un aplazamiento de más de 50 días para preparar a conciencia su defensa y tratar de eludir la condena de muerte por ahorcamiento en Malasia. Una esperanza para que la proverbial bala de plata que sus abogados desenterraron de un oscuro tomo en los anales de las leyes del Commonwealth británico funcione.
La apuesta de la defensa de los tres sinaloenses funcionó y les ha comprado casi dos meses. La arriesgada jugada, diseñada a evitar que los González Villarreal tomen el estrado y sean sometidos a un interrogatorio potencialmente demoledor por parte del fiscal Ummar Saiffudin, tuvo éxito. Por ahora.
¿Quién lo hubiera dicho hace unas horas?
“Gracias su señoría”, dijo su abogado, Kitson Foong, al término de un día en el que nadie daba demasiado por el recurso final de los mexicanos, una moción jurídica de último minuto que pide a la corte —y a Zawawi en sí—revisar a fondo su actuación en el proceso y definir si se ha incurrido en una injusticia.
Es una moción que, insólitamente, solicita al juez hacerse psicoanálisis. Un ejercicio para que la corte determine si ha actuado correctamente y que, en resumen, llevaría a Zawawi a verse al espejo y responderse si el juicio tuvo que llegar a estas instancias cuando —dice la defensa— las evidencias han sido alteradas.
Como a una tabla en el mar, la defensa de los mexicanos se ha asido a la idea de que se violó la cadena de custodia de las evidencias que incriminan a los tres sinaloenses y eso ha orillado a Zawawi a marcar pausa en el juicio. Todo para saber si parte de esos kilogramos de metanfetaminas fueron alterados. O si el equipo de laboratorio fue cambiado. O si la ropa de los González Villarreal —sobre la que se encontraron rastros de droga— fue contaminada accidentalmente.
Un salto de fe, en buena medida. Pero Zawawi lo ha comprado. O no ha querido echarlo abajo hoy.
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Foong se reservó para el segundo día del juicio la presentación del comodín de la defensa: llamó a Kamarul Hasham, un abogado especializado en derecho penal y constitucional y —más importante— en leyes del Commonwealth británico, del que forma parte Malasia. “Quiero presentarlo como amigo de la corte”, pidió el abogado. Zawawi accedió. La fiscalía no opuso queja alguna.
Hasham presentó ante Zawawi su argumento desde varios ángulos. Citó antecedentes oscuros en que cortes de la India y Canadá aceptaron revisar juicios que parecían juzgados. Repartió fotocopias con pasajes de jurisprudencia en Nueva Delhi y Ottawa. Complementó con un caso del Reino Unido en el que ocurrió lo mismo.
“Mi Lord, estos antecedentes muestran que es el poder inherente de la corte revisarse cuando está en riesgo la aplicación de la justicia”, dijo el invitado de último minuto.
“¿Está pidiendo que esta corte revierta su decisión sobre ordenar la defensa?”, replicó Zawawi. (Ordenar la defensa es considerar que existen elementos suficientes para proceder con el juicio.)
Respuesta: “Mi Lord, no sabemos el estado de esas evidencias".
En la galería, las hermanas de los González Villarreal, Leticia y Alejandrina, y la esposa de Luis, Consuelo, siguieron con una Biblia en la mano un debate que debió serles por completo incomprensible. Más a tres sinaloenses que apenas desembarcaron hace unas horas en este lado del mundo.
Al grito del guardia —“¡todos de pie!”— las tres mexicanas se acercan a Luis, Simón y José Regino. Es sólo un breve encuentro antes de que sus custodios los saquen del juzgado. Todos están desorientados. No entienden qué quiere decir que se haya reconvenido el juicio hasta el 2 de junio.
“¡Quiero ver a mi hermano!”, exige Alejandrina en el pasillo. Tiene suerte. Junto con Consuelo y Leticia logra entrar a un cuarto en el que la defensa de los González Villarreal ha preparado una sorpresa para los sinaloenses: comida mexicana. Quesadillas, carnitas y fajitas, traídas quién sabe de dónde.
La familia se puede reunir, físicamente, después de tres años.
Aunque la decisión del día les favorece, los abogados de los sinaloenses lucen pensativos. Tras fumar cigarrillos apresuradamente junto a la ventana, se retiran del juzgado. Y el fiscal Saiffudin no se ve molesto por esta pausa. Más bien reflexiona, mientras se aleja con su pequeño maletín.
“Creemos que es un resultado positivo”, dijo Foong antes de partir. “La corte acepta ahora que nuestra tesis puede tener sustento”.
Y sin embargo, el regalo tiene dos lados. Los que se vienen son 50 días más para que la fiscalía escarbe a profundidad y prepare una contraofensiva. Dos meses para que Zawawi estudie los antecedentes y reflexione sobre si en realidad tiene que desechar un caso que, en el papel, tiene todos los elementos sólidamente constituidos.
Como en el ajedrez, la jugada de la defensa quedó sobre la mesa. Toca el turno de la fiscalía. De Saiffudin el pensativo. Y Zawawi el duro.