Luego de su visita a la favela de Varginha, el Papa fue aclamado por cientos de miles de personas a su paso por la avenida que rodea la playa de Copacabana, en Río de Janeiro.
Internacionales
Milenio.com - 2013-07-25
El papa Francisco fue aclamado por cientos de miles de personas al recorrer en el papamóvil descubierto la avenida que bordea la playa de Copacabana, tras visitar más temprano una favela donde reclamó la inclusión social de los marginados.
Un mar de gente desafió la lluvia y el frío y llenó la avenida Atlántica para ver al Papa, que dará la bienvenida a los peregrinos de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en un inmenso escenario instalado en la arena.
Al igual que en sus anteriores paseos en papamóvil, el primer papa latinoamericano de la historia rompió el protocolo y se mostró llano y accesible: estrechó manos, besó niños, cambió su solideo (el casquete de seda blanco), por el que le entregó un fiel, y hasta tomó un mate que le ofrecieron.
Horas antes, el papa argentino recorrió un lugar muy diferente: la favela de Varginha, gris y chata, donde caminó entre miles de personas exultantes, saludó y conversó con muchas de ellas, se puso un collar de flores que le regalaron, bendijo el nuevo altar de la humilde parroquia aún en construcción, y entró en una casa de la favela a saludar a una familia.
Desde el techo de una precaria vivienda frente al enlodado campo de fútbol donde se apiñaban los vecinos, afirmó que la "pacificación" de las favelas de Rio, emprendida hace cinco años por el Estado para arrebatar su control a narcotraficantes y milicias parapoliciales, no durará si la sociedad brasileña margina a sus pobres.
"Ningún esfuerzo de 'pacificación' será duradero, ni habrá armonía y felicidad para una sociedad que ignora, que margina y abandona en la periferia una parte de sí misma", dijo el papa ante unas 25 mil personas.
"Una sociedad así, simplemente se empobrece a sí misma; más aún, pierde algo que es esencial para ella", añadió.
Al mismo tiempo, reconoció los esfuerzos de inclusión social en Brasil, que en los últimos 10 años, durante los gobiernos de Luiz Inacio Lula da Silva (2003-2010) y su sucesora Dilma Rousseff, sacó de la pobreza a 40 millones de personas.