Protesta social obliga a cambiar discurso de los partidos
Internacionales
- 2011-05-21
Con un estremecedor minuto de silencio, las manos alzadas al cielo y sentados en el suelo, miles y miles de personas de todas las edades, desafiaron ayer a la Junta Electoral Central, y permanecieron acampando en la madrileña Puerta del Sol a las 12 de la noche: hora del inicio de la jornada de reflexión de las elecciones autonómicas y municipales de mañana domingo.
“El pueblo, unido, jamás será vencido”, coreaban al unísono tras el sonido de las doce campanadas del famoso reloj de la plaza. “Que no, que no, que no nos representan”, gritaban emocionados, algunos sin poder evitar las lágrimas. “Ahora, todos somos ilegales”, coreaban entre aplausos.
“Policía, únete”, añadían en un grito unánime mientras dirigían sus miradas a las decenas de furgonetas policiales que rodeaban la plaza. El movimiento 15-M protagonizó ayer una jornada histórica y seguramente inolvidable para muchos. Más de 28 mil personas, según las fuerzas de seguridad, abarrotaron la Puerta del Sol y las calles aledañas para mostrar su indignación por la crisis económica, el desempleo, la falta de oportunidades y el bipartidismo existente en España.
Lo hicieron con una conducta ejemplar, en un ambiente festivo, sin beber una sola gota de alcohol (para evitar ser acusados de hacer “botellón”) y sin que se produjera ni un sólo altercado que obligara a intervenir a las fuerzas del orden. Y por supuesto, con cánticos pero evitando cualquier grito, consigna o pancarta que hiciera referencia a ningún partidos político, y muchos aplausos. No sólo en Madrid. También en más de 150 ciudades españolas.
En la Puerta del Sol, rebautizada como Plaza Solución, “No nos moverán”, la célebre consigna que entonaban las tropas republicanas durante la Guerra Civil española (1936-1939), fue la más coreada durante toda la tarde.
“Nosotros respetamos la ley pero no hemos pedido el voto para ningún partido político”, aseguraba Pablo, uno de los voceros del movimiento mientras por los altavoces se pedía voluntarios para el área de alimentación y se recordaba la necesidad de evitar “criticar a ningún partido y hablar de votar o no votar”. “Vamos a seguir dando ejemplo al gobierno, a España, al mundo”, se escuchaba de fondo.
“Y no vamos a convocar una manifestación”, decía en respuesta a la decisión de la Junta Electoral Central de prohibir la acampada. “Pero sí vamos a seguir aquí por lo menos hasta el domingo”, anunciaba Pablo. “Estamos aquí y queremos que venga mucha gente más para hacer una jornada de reflexión colectiva”, apuntaba Noelia, otra vocera del 15-M, quien recordaba que el artículo 21 de la Constitución española reconoce el derecho de reunión pacífica y sin armas y que el ejercicio de este derecho no necesita autorización previa.
“Con la prohibición lo que van a lograr es que venga más gente”, aseguraba por la tarde Manuel, un hombre de 70 años vecino del barrio que se acerca todos los días a ver a quiemes están acampando. Y así fue. Desde el pasado 15 de mayo han sido miles de personas las que se han acercado a la Puerta del Sol para apoyar el movimiento.
Ayer fue la apoteósis. La “spanish revolution”, como es conocida en los medios internacionales, no sólo ha movilizado a miles de personas en todo el país y en muchas ciudades europeas. También ha obligado a modificar el discurso de las campañas electorales de los principales partidos políticos. El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y el opositor Partido Popular (PP) han sido blanco de la diana de los “indignados”.
Y consciente de ello, en el caso de los primeros, el presidente del gobierno, José Luis Rodriguez Zapatero, insistió ayer en el cierre de su campaña en Madrid la necesidad de votar. “Pidamos a la gente que vote, respetemos a quien no quiere votar. No estoy de acuerdo, pero les respeto” dijo.
En el caso del PP, Mariano Rajoy no se refirió a los “indignados” más que para corear con sus seguidores “esto es democracia y no lo de Sol”. Por su parte el líder de Izquierda Unida (IU), Cayo Lara, se mostró convencido de que se ha acabado el tiempo de las “renuncias” y ha empezado el de las “conquistas”.