CLAROSCUROS: ¿Dar marcha atrás a la privatización de PEMEX?
+ ¡Nooooooo! Gritan en México y en Estados Unidos + Por eso, Peña Nieto mete las manos en Veracruz
Zona Sur
José Luis Ortega Vidal - 2015-10-27
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La sucesión de gobierno del estado en Veracruz se maneja desde el altiplano porque lo del 2016, aquí, será un ensayo para la competencia electoral del 2018 a nivel federal.
Enrique Peña Nieto, su equipo y todos los grupos políticos del priismo nacional saben que el Estado de México, el Distrito Federal y Veracruz cuentan con las tres listas electorales más copiosas del país.
El gobierno del DF está en manos del PRD pero su Legislatura y la mayoría de delegaciones han quedado en manos de MORENA, el partido manejado por Andrés Manuel López Obrador, cuya sola mención provoca pesadillas en Enrique Peña Nieto, Carlos Salinas de Gortari y la mayor parte de la cúpula tricolor en el poder.
Muy cerca de Veracruz en cuanto a número de votantes, Jalisco ocupa la cuarta posición entre las entidades con mayor número de ciudadanos con derecho a votar.
Actualmente en manos de un gobernador priista –Aristóteles Sandoval Díaz- Jalisco ha sido gobernado por la oposición –el PAN- y en las elecciones del 2015 su capital, Guadalajara, quedó en manos de un candidato de Convergencia por la Democracia, partido bajo el control del veracruzano Dante Delgado Rannauro.
La quinta entidad con mayor número de electores en México es Puebla, gobernada por Rafael Moreno Valle, producto de la coalición "Compromiso por Puebla" entre su partido, el PAN, así como el PRD, Convergencia y PANAL.
La sexta posición, entre estados como más votantes, corresponde a Guanajuato, gobernado por el PAN.
La séptima es para Nuevo León, donde recientemente ha triunfado y entró en funciones Jaime Rodríguez Calderón “El Bronco”, primer candidato independiente a todos los partidos políticos –aunque entre sus antecedentes tiene haber militado en el PRI- que obtiene una gubernatura.
La fórmula: dinero + manejo de un discurso agresivo en redes sociales condujo a la derrota del PRI en una entidad clave en la economía nacional y esencial por el número de votos que aporta en una contienda presidencial.
Michoacán, Oaxaca y Chiapas son los tres estados que complementan un botín electoral que todo aspirante presidencial codicia.
Entre las diez entidades referidas sumaron, en el 2012, casi 48 millones de votos potenciales, es decir más del 60 % del padrón electoral del país en la elección que llevó al poder a Enrique Peña Nieto.
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EPN ha dado muestras en México y fuera del país de su particular fobia “al populismo” que su grupo político personifica en Andrés Manuel López Obrador.
En esencia, a los intelectuales, políticos y empresarios que están frente, atrás y a lado de EPN, les aterra la idea de que López Obrador pueda conquistar el poder en el 2018 y dé marcha a atrás a las Reformas Estructurales que han conducido –por ejemplo- a la privatización de PEMEX.
De ahí, entonces, que las elecciones del 2016 en Veracruz representen para Peña Nieto y su grupo un paso de cara a lo que vendrá en la sucesión presidencial del 2018, amén de la monumental cauda de intereses económicos y políticos que ello implica.
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A nivel de la entidad veracruzana no hay una disputa ideológica.
Alberto Silva no es un ideólogo.
Erick Lagos dista de ser un hombre de ideas.
Ambos personajes son, en sentido estricto, miembros de un grupo de muchachos cuya única escuela política ha sido la de Fidel Herrera Beltrán.
El llamado “tío” de Nopaltepec tampoco tiene cercanía con profundidad ideológica alguna. El hoy cónsul en Barcelona es un político rollero, y ya.
Así las cosas, sus púpilos, sus muchachos, son operadores políticos de la vieja escuela de “agandaye” y también son esencialmente rolleros. No más.
En los días que corren resulta claro que hay problemas al interior del grupo de la fidelidad.
Erick Lagos impone a Regina Vázquez, una joven de pasado multipartidista cuyo arribo a la Secretaría General implicará costos entre los priistas históricos y de modo particular a la hora de repartir las candidaturas a diputaciones locales.
¿Por qué la necesidad de quedarse con Presidencia y Secretaría para el fidelismo?
¿Por qué no otorgar la Secretaría a un grupo distinto, a modo de tender puentes a los rivales dentro del propio partido tricolor?
Una hipótesis al respecto establece que al ser Erick "el gallo" de Fidel Herrera, los fidelistas han dejado de confiar entre ellos mismos y se vigilan.
Ranulfo Márquez, "tonicho", un doctorado en mapachería, más fiel a Fidel que el propio Fidel, de pronto se abre del grupo y despotrica contra éste.
¿Rompe tonicho con Fidel o están de acuerdo en este desaguisado de la mismísima fidelidad que, obviamente, ya no es la misma a partir del consuladazo?
Eso sí, queda claro que ante los problemas internos y ante el escenario convulso que la fidelidad ha creado –sin precedente alguno- entre el priismo estatal veracruzano, los políticos federales le han entrado a tratar de solucionar el asunto.
¿Solucionar qué?
¿Con cuál objetivo?
Fundamentalmente, a Enrique Peña Nieto y los intereses que él defiende como parte de un grupo de poder –el Atlacomulco ligado a los grandes dueños de las finanzas y el capital privado de México y a intereses multinacionales políticos y económicos que operan desde Estados Unidos- les interesa mantener el poder para sí mismos en el 2018.
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A Enrique Peña Nieto y compañía no les quita el sueño –por ejemplo- que una desesperada madre de familia aborde al gobernador de Veracruz y le reclame por el destino de su hija levantada en una discoteca de Orizaba tres años atrás.
Eso, visto desde la cúpula del poder, es un daño colateral.
Sin embargo, que dos Senadores de la República se confronten con un gobernador y este duelo haya rebasado lo mediático y aparezca, ya, en el escenario de las encuestas pre-electorales con momios desfavorables al PRI, representa un tema grave, que preocupa y ocupa al altiplano.
No es lo mismo echar abajo unas elecciones en Colima que perder la gubernatura de Veracruz.
Así de simple.
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Como parte de este escenario pre-electoral que coloca al PRI ante la posibilidad real de perder la tercera reserva electoral del país en los comicios del 2016, nos hemos enterado de las maniobras planeadas y operadas desde el altiplano, desde el poder federal:
a) Enviar a Fidel Herrera Beltrán –factor clave de divisionismo- al exilio disfrazado de consulado en Barcelona.
b) Diseñar entre Hacienda Federal y el gobierno de Veracruz –a propuesta inicial de José Yunes Zorrilla- la reestructuración de una parte –alrededor de la mitad- de la deuda de 44 mil 750 millones de pesos que Veracruz enfrenta y enfrentará durante las próximas décadas.
c) Conceder, otorgar al grupo aún en el poder en la entidad -el que encabeza Javier Duarte de Ochoa- la dirigencia estatal del PRI, lo que tiene sus propias y múltiples lecturas, entre ellas el hecho simple de que Alberto Silva ha sido y es el “gallo” duartista para la sucesión.
d) Dejar en claro de una vez por todas que el candidato o candidata del PRI a la gubernatura de Veracruz en el 2016 se decidirá en “Los Pinos” porque es un tema que interesa al grupo en el poder federal más allá de las rencillas aldeanas en suelo jarocho. Y definir, además, que esa decisión se basará en números fríos y calculados. Será candidato (a) aquel (lla) que garantice el triunfo o por lo menos vender cara la derrota.
Y claro, de perder Veracruz, los intereses afectados tendrían sus respectivas reacciones contra los responsables políticos de tal escenario.
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A los veracruzanos nos debe quedar claro que sí nosotros no nos preocupamos por nosotros mismos nadie más lo hará.
En política, esto es en el ejercicio del poder, nadie ve más allá de la defensa de sus propios intereses.
Y si lo dudan, pregúntele a la mamá de Rubí Salcedo...