Luis Alberto Alór Prieto, terminó de ver una película por cable en una de las cuatro pantallas de 50 pulgadas que tiene. Eran las 01:30 horas ya en lunes. Se fue a dormir y despertó sobrecogido cuando sintió que su cama flotaba “eran las cuatro de la madrugada”.
Estaba obscuro y no había manera de caminar, porque toda su casa estaba inundada. La sala, el comedor, la cocina, las recámaras, el corredor y el traspatio. Midió a ojo de buen cubero y calculó metro y medio de profundidad. Como pudo nadó hasta la recamara de su papá.
Hidekel Alór de 84 años de edad, trabajador jubilado de la refinería de Petróleos Mexicanos. Su cama también flotaba.
Lo ayudó a salir caminando lentamente, venía picando con un palo de escoba en el suelo a cada paso para que daban, para no hundirse hasta el cuello en caso de pisar un hueco.
El agua les llegaba arriba de la cintura. Lo dejó en la banqueta y regresó por su hermana, Rosa Isela Alór Prieto, quien dormía plácidamente en la última recamara, en aquella casa de clase media alta, construida de mampostería firmemente cimentada, ubicada sobre el bulevar, Institutos Tecnológicos número 810 en la colonia, Díaz Ordaz, en el municipio de Cosoleacaque.
Zona conurbada con Minatitlán, muy cerca del Instituto Tecnológico de Minatitlán, al lado de la licorería El Vikingo.
A las 05:00 horas arribó al lugar Protección Civil, y les explicaron que en la banqueta frente a su domicilio, se había reventado una tubería del agua potable. Una de tantas tuberías viejas que tiene en operación la Comisión Estatal del Agua en Veracruz (Caev).
Y con la presión del agua se había socavado el piso y como ellos viven en parte baja, fue por eso que toda el agua que salió de golpe y se estancó en su vivienda como si fuera una piscina.
Por fortuna no hubo personas lesionadas, solo pérdidas materiales. “Como pude entré a sacar mi moto Suzuki con valor de 80 mil pesos; no sé si me van a pagar los daños, cuando menos que me la reparen porque no enciende, se mojó el motor” dijo consternado, Alberto Alór.
Un hombre que rebasa los 50 años de edad con brazos tatuados. Y al igual que su padre también es jubilado de Pemex. Después de las 09:00 horas. A plena luz del día, llegaron a un acuerdo de palabra con.
El jefe del área operativa de los pozos de la CAEV Local, Juan Manuel Virúes Ugalde, este les dijo que les iban a pagar sus muebles. Pero para asegurarse mando a llamar a una reportera de radio difusora local, quien a las 10:00 horas comenzó a tirar mensajes de WhatsApp al grupo de periodistas “A quien le interese al lado del Vikingo en la Ordaz reventó una línea de agua que alcanzó los dos metros”.
Una nube de periodistas llegó al instante. El panorama era desolador. En la banqueta frente a la casa había un trascabo, buceaban dos empleados de Caev en un hueco como de cuatro metros de diámetro sin protección industrial alguna, que en tiempos cortos salían a tomar enormes bocanadas de aire y se volvían a sumergir en agua sucia que parecía café con leche.
Más adelante con una manguera drenaban el agua hacía la calle, Nicolás Bravo en la Ordaz. “perdimos todo, muebles, aparatos eléctricos, trastes, ropa, documentos, escrituras, solo sacamos mi papá y yo la credencial de elector”.
La familia permanecía fuera de casa, cuidando la entrada. Comiendo bajo una carpa que alguien les colocó sobre la carpeta de rodamiento, tomaban agua, conversaban, se ponían de acuerdo para saber a dónde se iban a ir a dormir cada uno esa noche. Porque su casa había sido invadida por un brutal golpe de agua.