México y la incesante migración mortal de centroamericanos: una historia

+ CLAROSCUROS, por José Luis Ortega Vidal.

Zona Sur

José Luis Ortega Vidal - 2015-12-03

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En Sayula de Alemán, al salir de la comunidad de Medias Aguas, la imagen de un nombre ensangrentado nos obligó a detener el vehículo.
Medias Aguas es un puerto seco ubicado en el Sur de Veracruz.
Allí confluyen las rutas del tren que vienen de Mérida, Chiapas y atraviesan Tabasco y Oaxaca para continuar hacia Tierra Blanca y desprenderse de allí al puerto de Veracruz o al Distrito Federal.
Los viajeros a bordo de “La bestia” han atravesado este pueblo dedicado a la ganadería y la agricultura, desde la década de los 70s, nos contó un habitante del lugar que pertenece al municipio de Sayula: el lugar donde nació -en 1903- Miguel Alemán Valdés, a la postre Presidente de la República.
Mis hijos sólo pusieron cara de susto y mi esposa se apersonó para auxiliar al herido.
Durante las siguientes horas los hechos, en resumen, consistieron en garantizar el apoyo para aquel hombre, al tiempo de enterarnos de parte de su historia personal.
Nació en El Salvador, decidió viajar hacia Estados Unidos simplemente por curiosidad existencial más que por necesidad económica.
Contaba con más de 50 años de edad al momento de encontrarlo envuelto en sangre y nos contó que en su país cursó el equivalente a la licenciatura en comunicación de México.
Durante su juventud conoció y trabajó junto a Monseñor Oscar Arnulfo Romero, asesinado por el ejército salvadoreño el 24 de marzo de 1980 por su abierto apoyo a los pobres de su país y concretamente por sus señalamientos contra el gobierno, al que acusó de la muerte y desaparición forzada de ciudadanos en su país.
A bordo de “La bestia” aquel hombre fue intervenido por coyotes centroamericanos mezclados con delincuentes mexicanos.
Le exigieron una “cuota” y al no pagarla lo bajaron del tren unos kilómetros antes de llegar a Medias Aguas.
Por no pagar, le dieron una golpiza casi mortal.
Mientras caminaba por las calles de Medias Aguas la víctima no recibía ayuda de nadie.
Aquella historia transcurría durante el año 2010 y la presencia de maras salvatruchas, zetas y diversas bandas de asaltantes de viajeros a bordo del tren ya controlaban –hoy lo hacen aún con mayor rigor- el trasiego de migrantes a lomo del poderoso mecanismo de transporte que ya no opera con pasajeros sino con carga, solamente.
Para el pueblo de Centroamérica -fundamentalmente migrantes de Guatemala, El Salvador y Honduras- el empleo del tren es motivo de ser extorsionados, perseguidos, detenidos y violados en sus derechos humanos por las autoridades, las empresas mexicanas del ramo y sus empleados.
La otra opción es pagar la cuota a las mafias de sus países que se coluden con sus pares mexicanos.
En este caso, de no hacerlo simplemente pueden morir con una facilidad e impunidad indescriptibles.
Al herido de Medias Aguas se le llevó al Hospital Regional Acayucan-Oluta y se le preguntó que más se podía hacer por él.
Quiero regresar a El Salvador, con mi familia; allá tengo mi trabajo; no somos ricos pero vivimos bien; sólo quiero regresar, dijo.
Se contactó al Cónsul de El Salvador en Acayucan y nos aseguramos de que fuera a ver a su paisano hospitalizado.

(2)

Esta historia vino al recuerdo del reportero al saber que anoche se aguardaba la llegada de la Caravana de Madres Migrantes a Coatzacoalcos y este jueves llegaría el padre Alejandro Solalinde: punto de referencia obligado en el cuestionamiento al Estado por su responsabilidad en la masacre cotidiana de gente pobre y migrante que ocurre en México y en sus conexiones con Centroamérica.

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