“El poder es paradójico: te hace egoísta y a la vez que empates con la gente”: Ignacio Morales Lechuga
+ Entrevista a Ignacio Morales Lechuga, ex procurador general de la república y ex funcionario del Gobierno de Veracruz, realizada por Bibiana Belsasso para el diario La Razón.
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La Razón - 2015-09-07
Ignacio Morales Lechuga comparte que uno de los casos más difíciles que enfrentó en la PGR fue el secuestro de Humberto Álvarez Machain; cuenta sobre su época de estudiante y de su profesión como notario.
Ignacio Morales Lechuga, quien es presidente del Colegio de Notarios del Distrito Federal, dice en una entrevista muy personal que el poder es un factor de cambio. “Está dotado de protagonismo, pero también te permite tener empatía con las necesidades de los demás”, afirma. En esta charla también cuenta los casos más importantes que resolvió como procurador: el asesinato del periodista Manuel Buendía, el secuestro de Humberto Álvarez Machain y el asesinato de agentes de la Policía Judicial Federal por militares.
Bibiana Belsasso: Naciste en Poza Rica, Veracruz. ¿cómo fueron esos años?
Ignacio Morales Lechuga: Nací en Poza Rica, la capital “lodera” del mundo en aquella época. Andábamos con el lodo hasta los codos.
Belsasso: ¿Cómo fueron esos años?
Morales Lechuga: Fueron años muy agradables para mí, no tuve realmente carencias; pero, combinaba los estudios con trabajo en el mercado, empacaba café, despachaba maíz y frijol. El dueño de la tienda nos pedía que sacáramos el frijol de unos botes enormes donde los ponía con agua toda la noche para que las clientas sintieran que estaba suavecito y que era recién cortado y se lo llevaban todo, pero uno se quedaba diciéndole: ‘Pero, hágalo de inmediato porque si no va a germinar por el calor y las condiciones’. Fue una infancia bastante feliz.
Belsasso: En algún lugar leí que no tenías todos los lujos económicos y viviste de una manera muy modesta esos primeros años.
Morales Lechuga: Sí, iba a una escuela para hijos de trabajadores petroleros, luego una secundaria en iguales condiciones. Los maestros eran muy buenos y entusiastas, los veía llegar con los pantalones y zapatos enlodados, a veces, empapados, pero no dejaban de dar clase. Se observaba la gran vocación que tenían por enseñar, nos veían como sus hijos espirituales.
Belsasso: Y, ¿sí eras buen estudiante?
Morales Lechuga: Era una mezcla de todo: buen estudiante, pero travieso, me gustaba jugar futbol, las travesuras y las bromas; también participaba en la política estudiantil.
Belsasso: Sí, bueno, fuiste líder estudiantil a los 17 años.
Morales Lechuga: Sí, a los 17 años lancé mi candidatura política... para ser preso político. Era menor de edad y acabé enfrente del gobernador, don Fernando López Arias, quien sabiamente me explicó la diferencia entre lo que era el destierro, el encierro y el entierro, y así salí de mi pueblo y aquí estoy hasta la fecha.
Belsasso: Pero, le dijiste: ‘gobernador, no regreso a Veracruz hasta que salga usted, no me meta al tanque’ y ¿así estamos?
Morales Lechuga: Sí, fue un compromiso con él de no regresar, no causarle ningún problema y por parte de él de resolver los problemas que le planteé en ese momento e incluso me ofreció trabajo, pero pensé que trabajar con él era abdicar a mis principios e ideas.
Belsasso: Llegas a la Ciudad de México y tu padre te dice vas a estudiar Derecho, pero no puedes ingresar a la UNAM, ni quedarte en la Universidad Veracruzana, porque vas a seguir con estos movimientos políticos y eso es muy complicado.
Morales Lechuga: Así fue. Mi padre siempre me orientó para que no desviara el camino, para que no participara como líder estudiantil, para que no anduviese con los amigos de las juventudes comunistas, en fin, siempre fue muy enfático y cuidadoso.
Belsasso: ¿Tenías una visión comunista en ese entonces?
Morales Lechuga: Sí, creo que todos mis amigos y yo queríamos ser el Che Guevara y pensábamos en la Revolución; años después me di cuenta de que las revoluciones tenían un efecto negativo terrible.
Belsasso: Y entras a la Libre de Derecho.
Morales Lechuga: Entro a la Libre de Derecho con miedo, como todos entramos ahí, pero me fue muy bien, saqué mi carrera con buenas calificaciones, no reprobé ninguna materia, desde 1975 me invitaron a dar clases y en el 2004 me eligen como rector; se descuidó la Junta General de Profesores, que es el órgano competente, e inicié una serie de cambios en la escuela. Ya que no puede hacer uno revoluciones, cuando menos reformas hay que hacerlas.
Belsasso: Y, ¿te quedó esa espinita de empezar a hacer movimientos políticos?, porque siempre has querido entrar a la política de alguna u otra manera.
Morales Lechuga: Creo que uno entra a la política por dos razones: uno, por el poder, que es un centro de atracción impresionante que lo mismo está dotado de protagonismo, de importancia, de conocer que tus decisiones impactan a un buen sector de la población y de que vas a trascender y no vas a pasar desapercibido. Y el segundo motivo, que pareciera ser paradójico con el poder, el poder podría ser muy egoísta, lo paradójico de esto es que al mismo tiempo te lleva a ayudar a las personas, a tener empatía con el sufrimiento, por el dolor o por las necesidades de los demás y preguntarte de qué manera puedo ayudar.
Esa combinación, como la noche y el día, como la luna y el sol, se mezclan en el político para trabajar, eso es lo que a mí me satisfacía plenamente. El poder me llamaba la atención para ser un factor de cambio en el país, para que muchísimos de los vicios, deformaciones o jinetes apocalípticos de México, yo buscara cómo desterrarlos y cómo cambiar a la altura y a la medida de mis limitaciones en los cargos que yo ocupaba.
Belsasso: Fuiste procurador del Distrito Federal, después procurador general de la República, en una época de mucho cambio, en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari.
Morales Lechuga: Empecé con el Programa Nacional de Seguridad Pública, que tenía como objetivo modernizar, profesionalizar y moralizar las corporaciones policiales, cuando yo platiqué con mi suegro, que era francés, me dijo: ‘¿Cuáles son los propósitos?’, y cuando escuchó moralizar, me dijo: ‘Programa inalcanzable’, lo vi como diciendo, no creo que haga nada Nacho al respecto y hasta me relató algo que después leí en la biografía de De Gaulle cuando él va entrando a su despacho, siendo presidente, y está un ayudante de cámara azotando el teléfono porque no se puede comunicar y dice: ‘Voy a acabar con todos los imbéciles’ y en ese momento el general De Gaulle se voltea y le dice: ‘Programa muy ambicioso’, y siguió caminando, no dijo nada más.
Por otra parte, considero que a este país también hay que verlo con todos los ideales y con todas las ambiciones porque creo que es posible cambiarlo. En algún momento me sentía decepcionado porque dije: ‘Dónde están los principios y valores que como comunidad o en lo personal nos deben animar y empujar a ser mejores en México, pero después empecé a descubrir que las redes sociales son impresionantes, son jueces implacables, contundentes, tal vez muy primitivos o muy directos, no entienden de matices, pero me pareció que era algo excepcional que alguien retomara la bandera y esa bandera de principios y valores personales y sociales, de honestidad, de honradez, la calculara y la colocara en el centro del escenario hasta en el futbol.
Belsasso: No, sin duda, pero tú también eres un hombre de poder, te interesa. Ya tenías una notaría, estabas ganando muchísimo dinero y te vas a la política. ¿Cuál fue el caso más complicado que tuviste que resolver en la Procuraduría?
Morales Lechuga: Uno va por vocación y por abrazar proyectos, yo abracé el proyecto de manera muy directa de Carlos Salinas de Gortari, a mí me parecía positivo; y segundo, de los casos más difíciles de la Procuraduría fue el de Manuel Buendía, en donde estaba entrampada la relación del Gobierno con los medios de comunicación.
Belsasso: Ahí estás hablando de que matan a un agente de seguridad de Estados Unidos, al famosísimo Enrique Kiki Camarena, que a la fecha tú llegas a la oficina del Homeland Security (que es el edificio de Seguridad Interna) y dice: “A nuestro héroe Kiki Camarena”; debe de haber sido durísimo.
Morales Lechuga: Durísimo, fue muy difícil, cómo manejar en aquella época —con total y absoluta transparencia— la investigación. Creo que, finalmente, muchos no es que no estén convencidos del resultado de la investigación, creo que llegó al punto de decir creo que hay otros involucrados que pudieran no estar revelando, la verdad, el día que aprehendimos —yo lo hice personalmente— a José Antonio Zorrilla Pérez, le dije: ‘Mira, dime todo lo que sepas, lo que puedas aportar para la investigación y lo que sea la verdad del caso Buendía, tú comprenderás que este caso es muy relevante y muy importante para el país.
Belsasso: Y, ¿Zorrilla te dijo algo?
Morales Lechuga: Zorrilla me dijo que él no había cometido el homicidio, pero sí reconoció que su compadre que había sido asesinado y que tenía todo el mismo protocolo que el de Buendía, a él sí lo habían matado unas gentes porque los había agredido. Lo que él no sabía es que había un testigo que se encontraba en Estados Unidos, que se había ido por miedo y cuando regresó a México contó todo el caso del compadre de Zorrilla, José Luis Esqueda; con ese paralelismo buscamos evaluar, investigar e, incluso, cuando lo aprehendimos no teníamos las pruebas suficientes para una sentencia condenatoria, pero calculábamos que si lo deteníamos, muchos iban a aportar pruebas adicionales con las que no contábamos en ese momento. Y, efectivamente, cuando la gente vio que no era impune, que no tenía la protección del gobierno, acudieron a testificar y a aportarnos pruebas contundentes para demostrar la culpabilidad.
Fue un momento muy difícil para nosotros, digo, al margen del riesgo que corrimos Federico Ponce y yo, porque con la preocupación de que no lo hirieran y él ya había herido a un policía, entramos, y él estaba súper armado, platicamos con él, no quería entregarse, no quería dejar las armas, quería privarme de la vida, entonces empezó un rejuego ahí, ‘bueno si me vas a matar, que se vaya Federico Ponce y que se vaya tu amigo Domínguez Cuata”, le dije. Y Federico y Domínguez Cuata señalaron: ‘No nos salimos, si vas a matar al procurador, nos matas a nosotros también’, creo que eso sirvió de freno para que Zorrilla no se atreviera. En ningún momento iba a suplicarle que no me asesinara, no estaba dentro de mi lógica, ni tampoco iba a hacer un compromiso con él a cambio de mi vida o de mi seguridad.
Belsasso: Pero, ¿y la seguridad? ¿Qué no tenías guaruras?
Morales Lechuga: No, yo andaba solo con el chofer, eventualmente traía un motociclista para que me abriera camino o si iba yo a algún evento del presidente me montaba en la moto, atrás; si había un embotellamiento llegaba despeinado pero puntual, en ocasiones yo mismo manejaba. Igual como procurador General de la República traía nada más un ayudante, a veces un motociclista, si me avisaban que había algún riesgo traía dos agentes atrás.
Belsasso: Y ya en la PGR, ¿cuál fue tu caso más complicado?
Morales Lechuga: Creo que el caso más complicado en la PGR fueron tres. El tema de la relación con Estados Unidos en el caso de Humberto Álvarez Machain, a quien secuestraron agentes de la DEA. Nosotros por dignidad no podíamos permitir que a quienes les habíamos abierto las puertas, vinieran y secuestraran a una persona. Por eso cuando la Corte resuelve negativamente en contra de México el caso le propongo al presidente una suspensión temporal del convenio de cooperación con la DEA, que se decreta y se publica. Se les notificó y entonces todo el mundo entró, no en pánico, pero sí en una alerta impresionante, finalmente ganamos y nos trajimos a Machain a México y yo estuve de acuerdo en investigarlo con los datos o pruebas que la DEA nos diera, que nunca nos dio, ese fue un caso muy relevante.
Otro caso muy difícil fue el Tlalixcoyan, donde mueren varios agentes de la Policía Judicial Federal, prácticamente mueren todos los que iban en el avión de la PGR, excepto el piloto y el comandante. El Ejército es el que comete el homicidio de todos los agentes. Acababa de bajar una avioneta con droga, con cocaína, y atrás de ella aterriza el avión de la Procuraduría, en ese momento es baleado por los soldados. Primero se dio la idea de que había habido una confusión, después cuando empezamos a investigar más, yo le dije al presidente: ‘Oiga, esto no es confusión’. Finalmente se consignó y se enjuició a 124 militares y nosotros continuamos investigando el tema de la droga. Y el tercer caso que sacudió al país fue la explosión de Guadalajara con 210 muertos, ocho kilómetros de calles y de propiedades destrozadas.
Belsasso: Platícame otra historia, ahora como notario, a quién le han incautado casas, quién heredó la casa al chofer... Los casos más surrealistas.
Morales Lechuga: Un día llegó una señora que quería heredar a sus gatos y a sus perros. Estaba molesta con todos sus herederos, no sé qué tanto le habían hecho, pero entonces me dijo: ‘Quiero heredar a mis gatos y perros. Y le respondí: ‘Señora, los animales no se puede heredar’. ‘Bueno, ¿usted me lo va a resolver o no?’, señaló.
Belsasso: ¿Y qué le dijiste? Porque si hay alguien que te resuelve todo es el notario.
Morales Lechuga: Le dije que podíamos hacer un fideicomiso.
Belsasso: ¿Para los gatos y los perros?
Morales Lechuga: Para los gatos y los perros, en donde dejaríamos el dinero depositado en el fideicomiso y luego si quería podía ampliarse.
Belsasso: Pero ese dinero, ¿no se pierde?
Morales Lechuga: Irrevocablemente va destinado para la atención de los perros y gatos, pero cuando mueran puede ser para una organización que apoye, preserve, proteja a los animales.
Belsasso: Pero, ¿no tenía que haber un albacea? Un gato albacea hubiera sido una buena idea.
Morales Lechuga: No, y así lo hicimos; pero como al año llegó la señora y me dijo: ‘Ya perdoné a mis hijos, lo voy a revocar’. Lo más variado y lo más diverso son los temas de aplicación de bienes por disoluciones de sociedades conyugales, por divorcio, por adopciones, por sucesiones. Ves, a veces, cómo se andan peleando los herederos, cómo discuten.
Belsasso: No falta que llegan una segunda, una tercera esposa, de esas historias te debes saber muchísimas.
Morales Lechuga: Ésas también llegan con mucha frecuencia.
Belsasso: Pero, ¿qué caso complicado te ha tocado, en el que lleguen varios esposos o varias esposas que digan yo era esposa legítima del señor?
Morales Lechuga: Nos han llegado hasta con tres actas de matrimonio y, además, aparentemente vigentes, por supuesto.
Belsasso: Y, ¿qué haces? La más vieja es la que vale, ¿no?
Morales Lechuga: Bueno, ya no lo puedo tratar yo, normalmente lo que hacemos es, váyase al Juzgado, de entrada el notario no va a ser competente, pero arréglese, porque normalmente no creas que es así de sencillo de que ‘yo soy la cónyuge legítima y a las otras no les toca nada’; normalmente están más intrincados, porque hay hijos, propiedades; porque a veces, las propiedades no las adquirió a nombre de las otras señoras, sino las tiene él y bueno, son unos líos enormes pero hay que trabajar mucho conciliando a las familias.
Belsasso: Muchas veces te dicen, no me importa si no hago testamento porque lo que tengo va directo a mis hijos, eso no es verdad, platícame este tema.
Morales Lechuga: Hay una cosa muy clara y ahorita estamos en el mes del testamento. La ley considera como primeros herederos a los hijos y a la esposa si no tiene bienes, pero si tiene bienes igual que lo que le correspondería a una hijuela, es decir, una porción del hijo, ya no le toca. Las mujeres que están casadas bajo sociedad conyugal no heredan, por ley; las mujeres que están casadas bajo separación de bienes, una parte correspondiente o igual a la de los hijos. Entonces, ¿el testamento para qué sirve? Para desheredar más que para heredar, por ejemplo si alguien dice: que sea heredera mi esposa, pues, se está desheredando a los hijos y está protegiendo a la esposa y ya en segunda instancia a los hijos. A veces, tal vez, sea una buena fórmula, sobre todo en matrimonios de muchos años, porque conforme uno va envejeciendo va necesitando más apoyo del compañero o de la compañera, es ahí a la que hay que proteger o al que hay que proteger.
Belsasso: Eso siempre dices tú.
Morales Lechuga: Sí, yo estoy convencido de ello. He visto a muchas personas de la tercera edad, que los hijos hasta los expulsan de la casa y acaban en asilos o arrinconados en una recámara de su propia casa. La protección debe ser siempre para la pareja y aunque la mujer o el hombre no hubiese trabajado, contribuyó a la formación del patrimonio, al núcleo familiar, al cariño, al afecto.
Belsasso: Pero sí es importante hacer testamento porque por ejemplo, uno que tiene hijos, si de repente tú no haces un testamento de quién quieres que proteja a tus hijos se van directamente con la familia del papá.
Morales Lechuga: Sí, pero deja eso, el tema es quién se hace cargo de los hijos discapacitados o menores, digo, candidatos para quedarse con los bienes, van a sobrar.
Belsasso: Sí, pero las responsabilidades, ¿quién las quiere?
Morales Lechuga: Exactamente, para eso es muy útil el testamento porque en ese momento pueden nombrar tutor, tutriz, curador, curatriz y albacea, quien va a ejecutar el testamento. El testamento es una de las grandes cosas que se han creado desde Napoleón o desde Roma para acá.
Belsasso: Siempre hay que hacer el testamento. Pero a ver, ahora preguntas cortas. ¿Cuál es tu libro favorito?
Morales Lechuga: Siempre el que estoy leyendo, ahorita Un retrato de mi padre, de George W. Bush.
Belsasso: ¿Qué te gusta comer?
Morales Lechuga: Pescado.
Belsasso: ¿El día más triste de tu vida?
Morales Lechuga: Cuando murió mi madre.
Belsasso: ¿El día más feliz de tu vida?
Morales Lechuga: Cuando conocí a Jackie.
Belsasso: Complétame esta frase, Ignacio Morales Lechuga es…
Morales Lechuga: Notario, ser humano, cariñoso con la familia, un hombre de familia.