EL PAPEL HISTÓRICO DE JAVIER DUARTE

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Pablo Jair Ortega

Columna sin nombre

2015-12-31

Las fuentes desde el Altiplano dicen que el sucesor de Veracruz está elegido desde hace rato. Que siempre se supo que el senador Héctor Yunes Landa sería el candidato al gobernador por la cercanía que tiene con el presidente Enrique Peña Nieto, a través del primo del presidente, Alfredo del Mazo, con quien mantiene una larga amistad de años.

Pero no es solamente la cercanía al presidente: el factor Manlio Fabio Beltrones importa también mucho porque Héctor es también cercano al sonorense, de quien fue su secretario particular. La llegada de Manlio a la presidencia del PRI nacional también siempre fue una señal que benefició las aspiraciones de Yunes Landa.

La llegada de Manuel Cavazos Lerma al PRI veracruzano como delegado del CEN también fue otra señal clara para indicar que Manlio mandaba (con el visto bueno del presidente) a alguien de su confianza al Comité Directivo Estatal para vigilar los movimientos del grupo en el poder que “pelea la plaza”. Su presencia fortaleció las aspiraciones de Héctor.

Yunes Landa, pues, estaba arropado desde hace mucho y no desde ahorita, pues su carrera política (y dentro de la administración pública) es más extensa y experimentada que la de cualquier otro aspirante a la gubernatura. Ahí está la cosecha de sus relaciones, que están más allá de los recientes años.

A menos que pase un cataclismo o alguna trampa (sí, los otros son bien reconocidos por "mañosos"), la candidatura de Héctor Yunes Landa a la gubernatura 2016-2018 se cristalizará en 15 días.

Siendo afectados por este cambio, está claro que un grupo de incondicionales del ex gobernador Fidel Herrera Beltrán y que se dicen amigos del gobernador, sin duda, pelearán la plaza de la que se han apropiado al sentir que sus intereses están por finiquitarse, ya que tienen --según ellos-- el control de la estructura política, los recursos y creen que saben ganar cualquier elección con métodos pocos ortodoxos, como el ofrecer carretonadas de dinero.

Tampoco es que sean expertos: el verdadero estratega electoral, la mente maestra, es Herrera Beltrán. Por eso su salida hacia Barcelona --con todas las facilidades otorgadas por el Estado mexicano-- precisamente para mantenerlo allá, lejos de Veracruz, como la canción de Lara… Y desde este espacio se ha insistido que los recientes deslices de sus hijos putativos denotan que sin el orgullo de Nopaltepec, sencillamente se pierden y cometen errores que se han ido registrando en los últimos días.

En pocas palabras, se ven todavía muy “verdes” para asumir la máxima magistratura en Veracruz y tienen todo el escenario diferente al del 2010, cuando no había que pedirle permiso al presidente para dejar a un sucesor.

Los hijos putativos de Herrera tampoco deberían colgarse medallas en los recientes triunfos electorales, pues tuvieron la suerte de que la oposición a lo largo y ancho de la entidad no existe, porque sus antagonistas en Veracruz están divididos y perdidos en el limbo, desarticulados por sus ambiciones personales y de grupo.

Es obvio que quieran quedarse en el poder, porque hace 12 años apenas eran solamente asistentes del entonces senador Fidel Herrera Beltrán; apenas sobrevivían y no tenían los lujos que difícilmente esconden ahora. Es lógico pensar que la desesperación los lleve a apoyar las ideas más ridículas, las más inverosímiles para conservar el poder, como incluso la de denostar, crear guerra de baja intensidad, patadas bajo la mesa, disfrazadas de bromas de mal gusto.

Y es que el estilo de vida --que está a la vista de todos-- está en peligro de desaparecer y los Fidelistas lo saben. Cualquier otro candidato (a excepción del senador Pepe Yunes), por más que lo nieguen hasta la ignominia, saben que están relacionados a Fidel Herrera en vida y negocios, y eso allá en el Altiplano lo saben, y la clase política local también.

A eso temen la gran mayoría de funcionarios del actual gabinete que han vivido como caciques, reyes, jeques, y es lógico pensar que ese estilo de vida es caro de sostener, máximo si no se es empresario y si se está viviendo fuera del presupuesto panzudo.

Y también podría caber la posibilidad de que hasta puedan estar gestándose traiciones entre ellos para salvar el pellejo y el patrimonio millonario que no les ha costado construir con recursos propios; en una de esas son capaces de acercarse al enemigo número uno del Duartismo/Fidelismo, para cerrarle un ojito y poner a salvo su malograda carrera política y las abultadas cuentas bancarias.

Un ejemplo claro para lo anterior fue lo que pasó con los Alemanistas, algunos de los cuales llegaron a tener mansiones y una vida llena de excesos, pero que finalmente vieron derrumbados en poco tiempo sus lujos y han tenido que deshacerse en los últimos años no sólo de las aspiraciones políticas (especialmente por la edad de su patriarca) sino porque sencillamente no llegaron a más: no prosperaron en construir un proyecto a largo plazo. Esos todopoderosos funcionarios públicos en el gobierno de Miguel Alemán Velasco hoy viven una vida no austera, pero sí alejada de las glorias del poder y desaparecidos del panorama político.

Por eso el gobernador Javier Duarte de Ochoa tiene el gran papel histórico como el estadista que puede demostrar que es, al pensar en el estado como un proyecto que no sólo beneficie a un grupo de amigos que se comporta como una pandilla, sino realmente puede, al concluir su gestión, el cambiar el rumbo del estado.

El joven mandatario ha comentado en varias ocasiones que sus detractores deben verlo como es: el gobernador de Veracruz, la institución que representa el Poder Ejecutivo en la entidad y el jefe de las instituciones estatales. Lo anterior también debe tomarlo en cuenta él mismo, pues debe asumir que como gobernador no está en la mejor posición para favorecer a un grupúsculo que ha abusado de su confianza y es rechazado por la manera en que han llevado las riendas de Veracruz.

Tampoco creemos que el mandatario, de mala fe, sea quien insista en colocar a un sucesor, pues es probada su institucionalidad.

Es cierto, Duarte de Ochoa tiene una gran impopularidad; en redes sociales es el villano favorito (quizás menos chistoso que Grú); es blanco de mentadas de madre diarias; y hay particularmente un odio focalizado que se ha acrecentado por una guerra intestina entre él y sus críticos, pero también alimentada por sus propios cercanos, dedicados a desgastar la imagen del primer priista del estado.

El desalojo violento a los pensionados, por ejemplo, fue algo que se hizo sin pensar las consecuencias que traería al gobernador, al grupo que se le identifica, pero especialmente al PRI. Incluso hasta el presidente, pues en Xalapa nunca faltan los alborotadores profesionales para llevar agua a su molino.

Y es que más allá de los memes, el folklor político, el apasionamiento que el mismo Duarte de Ochoa denota y recalca en sus pláticas con los periodistas, la realidad es que una cosa es la que vemos, leemos y escuchamos en Veracruz, y otra es lo que pasa allá en la capital del país.

Por ejemplo, allá tienen muy claro que Héctor es el candidato y aquí en la aldea van a presionar al máximo para rescatar lo que se pueda. No se vislumbra otro escenario más que el de demostrar que también son un grupo político fuerte, rechazado, pero sólido.

Aquí la pregunta será: ¿el Duartismo/Fidelismo se enfrentará en abierto contra el Altiplano? Ya se verá, pero se duda, pues el que habita en Los Pinos es el que manda.

EPÍLOGO

En Sinaloa y Quintana Roo se han comentado los casos de dos aspirantes que llegan con toda la bendición desde Los Pinos, en contra de los designios de los gobernadores. Ya se comenta en diario nacionales que los candidatos que ya parecen encaminarse con toda la venia presidencial son quienes llegarán a ser los candidatos del PRI para las próximas elecciones locales; falta ver, como se dice arriba, si alguien tendrá la osadía de enfrentarse al Presidente.