Los malos colaboradores del Gobernador
Arturo Reyes Isidoro
Prosa Aprisa
2016-02-15
Turbulento, por llamarle de alguna forma, está siendo el final del gobierno de Javier Duarte de Ochoa.
De más está repetir la crítica situación de su administración porque es conocida de todos los veracruzanos.
Tal vez él no es el culpable de todo lo malo que pasa en el estado, pero sí el responsable como titular del Poder Ejecutivo.
Al margen de simpatías o malquerencias –sufrí represión al inicio de su gobierno por mi línea de análisis crítico–, cuando tiene deseos de serlo es hasta simpático.
En los más de cinco años que lleva en el Gobierno ahí la hemos llevado, con sus estiras y aflojas.
Yo nunca me quejé de lo que me hicieron porque sé muy bien que el periodismo es un ejercicio de riesgos y siempre he sabido a lo que estoy expuesto. Aunque me reservé el derecho a actuar cuando se les acabara el poder. Ya se les está acabando. Ya casi se les acabó.
Pero, sin embargo, me da pena –porque es joven y porque tuvo el máximo honor político al que puede aspirar un veracruzano– el final que está teniendo como gobernador de Veracruz.
Muchas de las consecuencias que hoy sufre son resultado de las malas acciones o decisiones de varios –y algunas-- a los que él nombró como colaboradores, acciones o decisiones que, sin embargo, avaló o no paró.
Para él debe ser triste que todos esos malos colaboradores y colaboradoras, quienes además se enriquecieron a su sombra, lo han abandonado y lo han dejado solo y sólo ven por su futuro personal y por eso buscan ser diputados o diputadas o ya andan buscando cómo colarse con el que viene.
Pero nadie, ninguno o ninguna sale en su defensa. Todos los días lo apalean en la prensa local, regional, estatal, nacional e internacional, y ya ni se diga en las redes sociales, y nadie trata de justificarlo, de quitarle los golpes. Nadie de los duartistas puros aparece –a veces hay excepciones como la de Flavino Ríos, quien no es de su círculo cercano pero se echa el trompo a la uña y saca la cara aunque sepa que el precio que pagará será caro–. Qué se lo lleve el diablo.
Lo más grave de todo es que luego de cinco años y tres meses de gobierno Javier Duarte aún carga con el lastre de sus malos colaboradores, todavía peor, según es vox populi, algunos son familiares suyos, directos o indirectos.
Veracruz es uno de los cinco estados más importantes del país, en muchos rubros el primero, con un pasado histórico único, con una gran riqueza cultural, de recursos naturales, económicos y humanos envidiables, con una gran geografía, suficientes para que fuera incluso una república independiente.
Veracruz viste, prestigia, permite el honor de pasar a la historia por la puerta grande y de vestir incluso de prohombres a sus políticos y gobernantes cuando estos tienen el tamaño para merecerlo, Jesús Reyes Heroles, uno de ellos, pero hay muchos y muchas en toda su historia.
Por eso, decía, apena que al gobernador de Veracruz, un hombre formado en universidades privadas de prestigio e incluso del extranjero, quien le maneja sus cuentas de Twitter (me dicen que es una persona llamada Córsica Ramírez Tubilla) lo haya reducido, al final de su gobierno, a un internauta ocupado de la nota roja de Veracruz (de ella nadie da buenas referencias; por ejemplo, personal de Comunicación Social –CS– se queja que los ha tratado con la punta del pie, porque es o era quien decidía la línea de CS hasta que la paró Juan Octavio Pavón González, es la responsable de la imagen oficial y quien maneja las redes sociales de y para el gobernador).
Quién sabe si él lo sepa o se haya dado cuenta de los tuits que envía o retuitea, pero alguien debiera hacer algo por rescatarlo y medio recomponer su imagen, hasta donde ello sea posible dada la situación ya dada.
El sábado 13 leí con asombro en su cuenta de Twitter, por ejemplo, que tuiteó, o lo hicieron tuitear, dos informaciones propias de barandilla policiaca, de las que se debiera ocupar, cuando más, Arturo Bermúdez Zurita o Luis Ángel Bravo Contreras, ni siquiera Juan Octavio Pavón González, el titular de la Coordinación de Comunicación Social.
Los ejemplos:
@Javier_Duarte El día de hoy un conductor en estado de ebriedad ocasionó un aparatoso accidente en #Xalapa, no hay lesionados.
@Javier_Duarte Anabel Flores bajo el seudónimo de Mariana Contreras publicó lo siguiente luego de la detención del Chichi:
En este último tuit se refería a la reportera de El Sol de Orizaba secuestrada y asesinada la semana pasada, y a que presuntamente ella había revelado la identidad del nuevo jefe de plaza de un grupo de la delincuencia organizada en la región, lo que, cabría suponer, selló su destino.
Quien le hizo su tuit no pensó que él es el gobernador y no ninguna autoridad ministerial, ni estatal ni federal, y que el grave señalamiento que hizo no lo ha hecho ni siquiera la PGR. Se supone que en una investigación ministerial hay secrecía y que se debe hacer una afirmación pública cuando se ha concluido una investigación y se tienen los pelos de la burra en la mano. ¿Y si resulta que un juez determina que no es cierto lo que afirmó en su tuit?
Pero el 13 de febrero, también otro ejemplo, desde su cuenta lo hicieron retuitear otra nota policiaca, en lugar de que lo hagan ocuparse de asuntos de Estado.
Javier Duarte retwitteó Com. Social Veracruz @SaladePrensaVer 13 feb. Detiene Policía Ministerial a dos presuntos ladrones, en Coatzacoalcos y Veracruz http://goo.gl/d5XlMo
Pero si como todavía esto no fuera suficiente, lo expusieron una vez más a sus críticos, a sus enemigos y a quienes no lo quieren, al mostrarlo, exhibirlo, como un gobernador débil, casi acabado.
@Javier_Duarte No obstante el desgaste político, mediático, físico y moral, no cederé ni un milímetro en la lucha frontal contra el crimen organizado.
De modo que lo que se rumorea, cuchichea por fuera, nos lo confirman de adentro. Lo menos que se dice de él es que sufre de depresión, que la pasa mucho encerrado y que por eso no sale, etc., pero no sabíamos que sufriera ya “desgaste político, mediático, físico y moral”. O sea que sí lo han minado todos los ataques y críticas lo mismo de sus adversarios políticos que de la prensa y de la Iglesia.
Javier Duarte de Ochoa y yo fuimos compañeros de equipo de gobierno en el sexenio anterior pero, curiosamente, ha sido durante su administración ya como gobernador cuando más lo he tratado, me he reunido e incluso convivido con él.
Haciendo a un lado las diferencias propias de nuestro respectivo quehacer profesional –y yo la molestia y el resentimiento que pudiera tener por lo que se me afectó en un familiar muy cercano a mí, que gracias a Dios me curo de resentimientos aunque hay cosas difíciles de olvidar–, en contadas ocasiones desayuné, comí y cené más que con Javier Duarte de Ochoa, con el Gobernador de Veracruz.
Y me apena lo que le pasa. No se merece a algunos colaboradores que tiene (ni algunos que tuvo), así sean sus familiares. Les falta materia gris. No tienen alcances de mira. Son limitados. No miden y acaso no están conscientes del daño que le hacen.
Hasta el último día de su mandato un gobernador es el líder de su pueblo y nunca, jamás, debe mostrar ningún signo de debilidad. Él es la fortaleza de sus representados, el guía político pero también moral de su comunidad. El que insufla aliento, esperanza, seguridad, optimismo, confianza, el último que se muere en la raya, el último que abandona el barco cuando se está hundiendo, el gran guerrero pura reciedumbre.
Un político, y menos un político en el poder, no debe mostrar sus debilidades. Nunca. Jamás. Hacerlo es exponerse y ponerse en manos de sus enemigos. Y cuidado que Javier Duarte de Ochoa los tiene, o al menos suman ya legiones sus malquerientes por sus acciones o decisiones propias o de sus malos colaboradores. Pero de adentro mismo lo ponen y exponen en el escaparate, como se dice comúnmente, de pechito, para que le den sin piedad.
Señor Gobernador, usted se merece una salida más digna. Se lo digo con toda sinceridad y sin ningún resentimiento. Me apena lo que le pasa y de lo que es víctima por parte de personas en las que usted ha confiado. Ya lo han dañado mucho. Ya no permita que lo sigan haciendo. Deles una patada y échelos de inmediato. Puede que en los meses que le restan en el poder pueda usted alcanzar todavía la comprensión de muchos veracruzanos. Inténtelo, pero con colaboradores dignos, leales, capaces, inteligentes, que de verdad lo quieran y lo cuiden, que lo bien aconsejen.
Dos bajas; dos altas
Inicia la semana y cerrará con dos bajas en el gobierno de Javier Duarte y dos altas en el equipo de campaña de Héctor Yunes Landa. Este lunes deja la Secretaría Particular Enrique Ampudia Mello y es posible que a media semana o a fin de la misma deje también la Secretaría Ejecutiva del Consejo Estatal de Seguridad Pública Juan Antonio Nemi Dib. Enrique es un estratega y el hombre más cercano a Manlio Fabio Beltrones en Veracruz. Se integra al Comité de Estrategia del CEN del PRI y a la campaña de Héctor. Su papel, pues, en el war room, será clave. Toño aceptará la invitación que le hizo Héctor y se integrará a su equipo, ¿a la Coordinación de Prensa de la campaña? Opera ya también Ranulfo Márquez Hernández como Coordinador General Operativo de la campaña, y Julio Barquer en giras y eventos especiales, ninguno improvisado.
Siguiendo