La cama de piedra
Arturo Reyes Isidoro
Prosa Aprisa
2017-04-27
Nueve días, únicamente nueve días bastaron a Javier Duarte para sentir el rigor de lo que es dormir sobre una cama de piedra amortiguada sólo por una colchoneta.
Sólo diez días, cuando miles, millones de personas en situación de pobreza o de pobreza extrema duermen así o, peor, en el piso, sólo sobre un delgado petate, toda su vida.
Durante su gobierno, varios miles de esos infelices hubieran podido mejorar su situación si él y su red delictiva no hubieran desviado los recursos que estaban destinados para combatir la pobreza.
¿Ya se le olvidó que él a través de su partido, el PRI, compraban la voluntad ciudadana, de los pobres, repartiendo colchonetas?
El domingo 16 por la madrugada ingresó al Cuartel Militar de Matamoros, en Guatemala, luego de que una noche antes fue aprehendido en Panajachel.
Pero el señorito no aguantó más y el martes pidió si no un trato “especial”, al menos un colchón, un ventilador y una lámpara en su celda.
La divisa del gobierno de Duarte era la “prosperidad”, que según pretendía y llevaría a todos los veracruzanos.
Con el dinero que se robaron él y los suyos hubieran podido dotar de un colchón, un ventilador y una lámpara a los miles, millones de veracruzanos que carecen de ellos.
¿Qué las comparaciones no son buenas? En cualquier cárcel de México no sólo tendría eso sino pantalla de televisión, aire acondicionado, cama kingsize, refrigerador, despensa, un barcito surtido y hasta visitas de algunas nenas.
Ah, pero así como el coronel no tiene quien le escriba –Gabriel García Márquez, in memoriam–, Javier se queja también de que no tiene con quien platicar.
Guatemala, vecino país al que nuestro gobierno poco voltea a ver acaso por pequeño y sin el potencial de recursos que tiene el nuestro, nos ha dado grandes lecciones.
Por ejemplo, el día en que compareció Duarte ante un tribunal todo se hizo con total transparencia, tanto que pudimos seguir en directo y en vivo todos los incidentes a través de las redes sociales y la televisión.
¿Alguna vez ha ocurrido algo semejante en Xalapa, en Veracruz, en todo México?
Pero, ¡qué vergüenza!, allá si está preso desde el 3 de septiembre de 2015 un expresidente del país, Otto Pérez Molina, acusado de corrupto.
El día de ese año, que fue jueves, renunció por la mañana como Presidente luego de que fue acusado por actos de corrupción, y por la tarde ya estaba en la prisión en la que ahora está Duarte, de quien es vecino. Como a Javier, igual lo sacaron del tribunal entre una turbamulta de reporteros, fotógrafos y camarógrafos.
El 21 de agosto había sido acusado de ser la cabeza de una red criminal que operaba al interior de la Superintendencia de Administración Tributaria (el SAT nuestro) por el Ministerio Público y la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala.
O sea, no pasó ni un mes para que lo pusieran en prisión, donde permanece. No es dato menor que Pérez Molina es además general retirado del Ejército y fue miembro de la fuerza de élite kaibil, de los temibles kaibiles.
A Duarte le dieron todas las facilidades para que huyera y se escondiera durante seis meses hasta que lo necesitaron para taparle el ojo al macho con motivo de la elección del Estado de México, que el Gobierno Federal teme perder y no quiere que acusen a los priistas de corruptos.
Con otro ingrediente. Pérez Molina al presentarse ante tribunales dijo que era el momento preciso de “dar la cara” y que si hubiera querido hubiera huido oportunamente. Dio la cara y no huyó. Duarte dijo e hizo todo lo contrario.
Este ex Presidente fue acusado de asociación ilícita, cohecho pasivo, lavado de dinero y enriquecimiento ilícito debido a que supuestamente saqueó al Estado guatemalteco entre 2012 y 2015, algo parecido a lo que hizo Duarte en esos mismos años.
Pero, ojo, también su vice Presidenta, Roxana Baldetti, está siendo imputada como parte del caso “Cooptación del Estado”, como se le conoce allá, por el que en total están siendo procesadas unas 70 personas, entre las que se incluyen los exministros de Gobernación, Defensa, Comunicaciones y Energía, o sea toda la banda de Pérez Molina. Igualito que acá. Mju.
Guatemala, ese pequeño país en extensión territorial pero gigante en la aplicación de la ley, también metió a prisión y sentenció a 80 años de cárcel al expresidente José Efraín Ríos Montt, acusado de exterminar la etnia de los indígenas ixiles.
¿No se puso a pensar Duarte, o sus abogados, que si les dan todo lo que piden, se lo tendrán que otorgar también a los demás reos guatemaltecos?, porque, ¿por qué a uno sí lo tendrían que beneficiar y a los otros no?
Guatemala no es México. Por lo que se ve, allá si son parejos, o más parejos y un reo es un reo.
Se advierte que Duarte no se acostumbra a que le apaguen la luz a las ocho de la noche, como en toda la prisión, y que sufre de calor, ¡oh desgracia!
Ahora si ha de saber lo que viven los miles y miles de Veracruzanos que no tienen clima artificial ni ventilador, en especial los que habitan en lugares muy calientes como Tierra Blanca.
Me pregunto si esa cama de piedra y esa colchonetita no obligarán a Duarte a solicitar que mejor sí, que mejor lo extraditen a la de ya para venir a una confortable celda mexicana, para estar en una jaula de oro.
Se queja Javier. ¡Ay! ¿Sabrá que Cuco Sánchez compuso aquella famosa canción “La Cama de Piedra” allá por los años 50?
Cuco y Miguel Aceves Mejía, que la cantaban, decían que si de piedra tenía que ser la cama, también de piedra la cabecera: “De piedra ha de ser la cama / de piedra la cabecera; / la mujer que a mí me quiera / me ha de querer de a deveras”.
Nuestro paisano apeló a los convenios internacionales y a la Constitución de Guatemala para que lo atiendan. A ver qué dicen la Corte Interamericana de los Derechos Humanos, o la ONU.
¿Ya le diría alguien en donde está que en Veracruz también nos estamos asando de calor y no nos quejamos?
Para consolarse, ¿desconoce que en los lugares de la costa veracruzana la gente duerme en cama de piso, esto es, que se baja al suelo para poder mitigar un poco el calor y dormir algo? Y nadie se queja.
No. No debe saberlo. Ni como precandidato, ni como candidato y ni como gobernador recorrió siquiera la mitad del Estado. Y a donde lo hizo, lo visitó en medio de toda la comodidad.
A destiempo, porque eso lo hubiera sensibilizado, ahora apenas lo está sabiendo, aprendiendo.
Hipólito Rodríguez
En el transcurso de un desayuno dejó muy en claro que no está afiliado a Morena aunque compite bajo su bandera porque se identifica con su proyecto.
También dijo que no es político sino un académico, investigador, y que su candidatura es ciudadana.
No lo había tratado en persona pero me causó la mejor impresión el candidato de Morena a la alcaldía de Xalapa, Hipólito Rodríguez, con altas, acaso casi todas las posibilidades de ganar.
Es un hombre serio, reposado. Sabe escuchar. Tiene bien definido el diagnóstico de lo que hay que saber como autoridad municipal y qué es lo que se tiene que hacer.
Se ve que es un estudioso y que tiene tiempo ocupándose de Xalapa. Un amigo político que lo conoce desde hace años me confirmó que ha estado ocupado desde hace muchos años en estudiar la problemática de la capital y las posibles soluciones.
No es un improvisado, pues.
Si en la campaña se da un debate, o son dos, seguramente los xalapeños comprobarán lo que ahora digo.
Seguramente va a sorprender sobre el conocimiento que tiene sobre la ciudad.
Sus competidores tendrán que prepararse bien, lo mejor, para debatirle.
Calladamente, ha recorrido ya el 80 por ciento del municipio. Sin duda, es el candidato a alcalde a vencer.