La caja de Pandora abierta por zetas y cártel de Jalisco nueva generación nos permite ver el fantasma que somos
+ CLAROSCUROS, por José Luis Ortega Vidal
Pablo Jair Ortega
Columna sin nombre
2017-07-04
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Domingo 25 de junio: dos familias en duelo, Coatzacoalcos consternado, la rumorología en pleno vuelo, los reporteros envían a sus respectivas redacciones o comparten en redes sociales la crónica de los sucesos…
El viernes 23 de junio -a plena luz del día- un grupo de sicarios a bordo de un automóvil nissan pintado con los colores de un taxi acudió al domicilio de las calles Flores Magón y Linda Vista en la colonia Benito Juárez norte del antiguo Puerto México.
Ahí ultimaron con 7 balazos al joven Bernardo Cruz Monta, de 29 años de edad.
Para las ediciones periodísticas locales y regionales se trató de un hecho violento más en un estado donde datos extraoficiales ubican entre 7 y hasta 15 muertes violentas cada día.
Aquel asesinato, sin embargo, destaparía una caja de Pandora que en Veracruz se abre y se cierra cada determinado tiempo; particularmente la víspera o durante acontecimientos electorales o de lucha abierta por el poder político.
En Claroscuros previos establecimos nexos claros de los comicios locales del pasado 4 de junio con el crimen organizado y pusimos los ejemplos de sucesos en Coxquihui, municipio ubicado en la sierra de Papantla, así como Hueyapan de Ocampo y Chinameca, al sur de la entidad.
Hay más casos y el tiempo los irá destapando, dijimos.
La muerte de Bernardo Cruz Monta desató, entre otras cosas, esos nexos entre dos poderes separados por la ley pero unidos por el afán común de la codicia, de la riqueza fácil y rápida, de la complicidad al costo que sea incluyendo la violación de los derechos humanos de los demás, de los ciudadanos que simple y llanamente desean vivir en paz.
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En el restaurant “Trocadero”, un lugar de lujo cuyo acceso es bañado por la brisa del mar en Coatzacoalcos, se exhibe una vitrina con botellas a medio uso de clientes distinguidos.
Alguna vez abordamos el dato y observamos el nombre de Luis Lazcano: empresario porteño, integrante del club de golf, considerado parte del jet set coatzacoalquense si es que tal consignación social existe…
Apodado “el gallo” el señor Lazcano fue secuestrado y su cuerpo apareció sin vida junto a un narco mensaje el 21 de agosto del 2016 cerca del basurero regional en el ejido “Las matas” de Minatitlán, denominado despectivamente ´el santuario de los zopilotes´.
El narcomensaje escrito sobre una cartulina dirigía la amenaza textual de que “A TODO AQUEL QUE ESTE CON LOS ´ZETAS´ SE LO VA A LLEVAR LA CHINGADA Y VAMOS, POR EL H Y SU CONTADOR Y ´X´ SUS PEONES Y TAMBIEN LOS CHAGRA QUE ESTAN EN SOCIEDAD…”
Posteriormente, el 12 de octubre del 2016, apareció una cabeza de cochino en la esquina de las avenidas Abasolo y Zamora, en pleno centro de Coatzacoalcos con otro narco mensaje bajo la firma del Cártel de Jalisco Nueva Generación advirtiendo a los Chagra que “sigue la limpia de mugrosos y sus colaboradores…”
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Para efectos de la hipótesis dada a conocer en Claroscuros sobre los presuntos nexos entre elementos del crimen organizado y los intereses electorales en Veracruz, Coatzacoalcos apareció en escena en los comicios del 2017.
Roberto Chagra Nacif, cuyo nombre completo no aparece en los narco mensajes del 21 de agosto y 12 de octubre del 2016 -aunque su apellido sí- fue candidato del Partido Verde Ecologista de México a la alcaldía de Coatzacoalcos el pasado 4 de junio.
Previamente Chagra Nacif intentó pactar con Carlos Vasconcelos Guevara, abanderado del PRI a la alcaldía. para que sus respectivos grupos políticos fueran juntos en la lucha electoral pero el poderoso líder cetemista dijo no al acuerdo y se condujo solo, solito y su alma…a la derrota frente al candidato de MORENA, el hoy alcalde electo Víctor Manuel Carranza Rosaldo.
Hay otro detalle respecto a Roberto Chagra Nacif: en una fotografía tomada el 11 de marzo del 2016 durante la inauguración del gimnasio Golden Bull ubicado en la esquina de Allende y Lázaro Cárdenas aparece junto a Hernán Zavaleta Lara, alias “el comandante h” y otros personajes políticos de Coatzacoalcos.
A este personaje, “el h”, se dirigía la narcoamenaza colocada sobre el cuerpo del “gallo” Lazcano el 21 de agosto del 2016…y a los Chagra.
A Hernán Zavaleta Lara lo detuvieron la tarde-noche del pasado jueves 29 de junio en Villahermosa, Tabasco.
Junto con él fueron capturados Víctor Manuel N., y Juan Adiel N.
Estaban en posesión de una pistola, dos granadas y un kilogramo de “crystal” una droga sintética.
Coxquihui, Hueyapan de Ocampo, Chinameca, Coatzacoalcos, son cuatro de los múltiples municipios donde los nexos entre el crimen organizado y la política han sido destapados.
Son los nexos del poder político y la mafia que han sido, nexos que son y nexos que serán -por ejemplo- en los comicios del 2018.
No se entiende al crimen organizado mexicano sin sus vínculos con el Estado. No se explica al poder político mexicano sin la mafia.
Son hermanos. Nacieron del mismo barro, se alimentan mutua e inexorablemente.
Nomás cambian los actores: la historia, el guión y el escenario son los mismos.
Hay vínculos entre miembros del poder estatal y federal o ex integrantes de los mismos con la mafia.
Hay una pregunta que desata esta conexión:
¿Cómo pudo Hernán Zavaleta Lara, alias “el comandante h”, operar desde Coatzacoacos para el cártel de drogas al que pertenece durante más de diez años?
Es cierto, en el año 2012 se le detuvo acusado por delitos federales e incluso se le mantuvo preso pero solo unos meses en el penal de Villa Aldama.
Salió y se volvió a instalar en Coatzacoalcos donde festejó sus 25 años de matrimonio en el centro de convenciones con invitados del “jet set” o quienes se asumen como tales; con empresarios, políticos, socios y operadores del cártel de los zetas en el sur de Veracruz y sureste de México.
En el mapa delincuencial del país, “el comandante h” tendría a su cargo el cuidado la actividad de los zetas en el sur veracruzano, Oaxaca, Tabasco y Chiapas.
Es decir, la frontera con Guatemala.
Antes que él, en Coatzacoalcos vivió durante un tiempo Osiel Cárdenas, ex líder del cártel del golfo y fundador de los zetas.
Aquí, también, su presencia pasó “desapercibida”.
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El sábado 24 de junio, día de San Juan Bautista, Veracruz se tiñó de rojo de una particularmente brutal.
Aquel día fueron asesinadas veinte personas en menos de 14 horas.
Lo cruel del dato es que entre las veinte víctimas se contó al coordinador de la policía federal en Veracruz y un comandante a su cargo en el restaurant “la bamba” de Cardel así como cuatro niños asesinados junto a sus padres en la colonia “Nuevo Calzadas” de Coatzacoalcos.
Dicho de otro modo: si dos mandos federales y cuatro niños no hubiesen sido asesinados el mismo día en un contexto extrañamente coincidente en tiempo y de rivalidades pre-electorales el poder federal no se habría dejado sentir en Veracruz.
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Que un responsable de plaza del crimen organizado pueda operar durante años en una región en complicidad con el poder político es algo que se ha vuelto común en México y Veracruz no es la excepción.
Que dicho mando rebase los límites puestos por el Estado lo conduce a su final y a su reemplazo.
Esa la caja de Pandora que se abrió con el asesinato de Bernardo Cruz Monta (a) “el niño sicario”, el 23 de junio en la colonia Benito Juárez norte de Coatzacoalcos.
Aquel día, la telaraña tejió de más y somos testigos de las consecuencias: un reacomodo de fuerzas de toda índole, de las institucionales y de las abiertamente criminales; de amenazas para un gremio lacerado pero ciertamente penetrado como el periodístico…
Señales políticas contundentes: de las 6 de 20 muertes ocurridas en menos de 14 horas se ocupan las autoridades federales y hacen a un lado a las estatales.
El 30 de junio acribillan al “quino” jefe de la plaza del Cartel del Jalisco Nueva Generación en el norte de Veracruz y acusado de ser el autor intelectual de la muerte del coordinador de la policía federal en Veracruz: Juan Camilo Castagné Velasco y su comandante.
Un día antes capturan al “comandante h” todo un personaje en la vida pública de Coatzacoalcos y jefe de un importante cartel en el sureste de la república.
Al “h” lo sacó de su control la muerte del joven en la colonia Benito Juárez. Era su sobrino, lo quería como a un hijo y era hombre de confianza en su organización.
Las amenazas a partir del asesinato del “gallo” Lazcano se cumplían.
Al jefe zeta lo provocaron. Le dieron donde más le dolía y cobró venganza con la muerte del taxista que llevó a los sicarios a la casa de su sobrino y alimentó su coraje con el asesinato de sus hijos de 3, 4, 5 y 6 años de edad.
Han ocurrido otros crímenes de níños. Hemos sido testigos de masacres.
La del 24 de junio tuvo elementos singulares. Dos cárteles rebasando los límites y exhibiendo a las autoridades federales y estatales como torpes, cómplices, a su servicio.
El crimen ha creado una fuerza paralela pero el Estado aún tiene el monopolio de la violencia como definió el sociólogo Max Weber.
La parte anecdótica de la historia tiene muchos detalles. La parte del análisis profundo también.
Como el etnógrafo en el cuento de Jorge Luis Borges el periodista se tiene que convertir en uno más de los personajes a los que pretende describir. De otro modo nunca será un verdadero periodista. Y hacerlo, sabe, le puede costar marcharse para siempre como consecuencia de obtener la mirada profunda de la realidad que está obligado a buscar toda su vida.
Aquí en este pequeño asomo a la caja de Pandora abierta los días 23 y 24 de junio en Coatzacoalcos deambulan los fantasmas de lo que somos a pesar de nuestra insignificante y humana realidad.