Cuitláhuac avasalla poderes y autonomías
Arturo Reyes Isidoro
Prosa Aprisa
2020-01-30
Tantos años cerca de los hombres del poder político, tratándolos, viéndolos actuar, observando la transformación que sufren cuando le empiezan a agarrar sabor a su mando, les empieza a gustar y comienzan a sentirse verdaderamente poderosos, me pregunto si luego de un año después Cuitláhuac García Jiménez ha empezado a cambiar y pronto será otro al grado que ya no lo reconoceremos.
Muy pocos de los que llegan a las alturas se salvan porque la mayoría sucumbe y pronto caen en una borrachera de poder que no se les baja sino cuando ya están terminando su gestión y, ya lo hemos visto sexenio tras sexenio, la cruda que les viene, ya de nuevo ciudadanos, los pone muy mal.
El poder político tiene su encanto y el hombre que lo alcanza, que lo obtiene, sabedor que puede tener casi todo lo que desee o se le antoje, no se da cuenta del cambio de su personalidad.
A Cuitláhuac casi al inicio de su gobierno en las redes sociales lo criticaron y le reprocharon que ya gobernante había desconocido a algunos amigos suyos y que, necesitándolo, los había dejado solos. Se mencionaron nombres. Tal vez no tuvo mayor repercusión porque se trató de casos personales.
Colaboradores de su gobierno, que se decían cercanos a él, conforme ha pasado el tiempo se han quejado que desde hace buen tiempo les dejó de responder a sus llamadas o a sus mensajes cuando antes lo hacía de inmediato o cuando tenía tiempo, y que tampoco ya no lo pueden ver como antes cuando se los permitía.
Miembros de su propio partido e incluso algunos diputados de Morena, o casi la mayoría, se han quejado que tampoco a ellos les toma las llamadas cuando que anduvieron con él en su campaña y departían en momentos de receso o de descanso.
En las últimas fechas ya lo vemos más suelto, más seguro, más empoderado y como su jefe Andrés Manuel López Obrador hasta pretende darles clases a los reporteros que asisten a sus conferencias sobre cómo hacer las cosas.
Pero el mejor reflejo de su transformación, creo, se advierte en la concentración de poder, en su mando único avasallante que no respeta división de poderes ni autonomía de órganos, e incluso habla o responde por sus titulares, rebajándolos a la condición de subordinados suyos.
Apenas en días pasados, cual si fuera su empleada (que en el fondo lo es, aunque se supone que es “autónoma”), salió a dar la cara por la fiscal general del Estado encargada luego de que la mujer confesó ser familiar por línea directa de otra a la que ligan con un grupo criminal de la delincuencia organizada.
No es ningún secreto que su protegida trabajaba en su administración, en la Secretaría de Gobierno, y que no tenía una trayectoria sólida para llegar al cargo, ni la tiene aún, pero la impusieron. Ahora al menos debieran guardar las formas, pero el gobernador, seguramente porque ya se siente por encima de todo y de todos, con su actitud salió a responder a las múltiples críticas y comentarios que pedían su destitución, olvidándose que supuestamente fue el Congreso local el que la designó y no él. “Todo mi respaldo para ella en su encargo”. La ratificó. Al no tomar distancia, la que exige la autonomía de la Fiscalía, dejó abierta para la especulación que sigue siendo una empleada más del gobierno, lo que implica un conflicto de interés.
Ayer volvió a recaer en un padecimiento que se creía que ya había superado: la de invadir competencias, ahora las del Poder Judicial.
Declaró que se investigará a jueces que liberen “a priori” a delincuentes (¿o presuntos delincuentes?) que ameriten cárcel preventiva y les cambien medidas cautelares para otorgarles algún beneficio.
Es decir, habló como si él fuera el titular de ese poder tal vez porque lo traicionó el subconsciente al saber que la presidenta del Tribunal Superior de Justicia, Sofía Martínez Huerta, llegó al cargo con su bendición. Otra más.
En casos como el que señala de que un juez incumpla con su deber, solo tras denuncia formal de por medio, corresponde al Consejo de la Judicatura del Poder Judicial realizar una investigación, que culmina con una resolución del mismo órgano, que preside en este caso doña Sofía.
O sea, no se trata de enchílame estas tres. Sin duda, al gober lo anima un buen propósito, que en el trasfondo es no permitir la impunidad, pero no es a él a quien corresponde conminar a los juzgadores para que se porten derechitos.
Lo que sí debió haber dicho fue que ante cualquier asomo de incumplimiento de un juez, su gobierno lo denunciaría ante el Poder Judicial para que lo investigara y lo sancionara, de llegarse a probar alguna infracción legal. Quien debió salir a hacer la advertencia era la magistrada presidente. Él la suplió.
Son asomos ya de aquí solo mis chicharrones truenan, de yo mando y si me equivoco vuelvo a mandar, de la concentración de poder por encima de toda la estructura de gobierno (el gobierno lo conforman los tres poderes), de cómo emerge ya el hombre que se cree iluminado (el que cree estar en posesión de la verdad absoluta), todopoderoso, y actúa como tal.
Y, lector, ¿has notado que incluso ya desplazó, ahora sí, ya borró del escenario mediático al secretario de Gobierno, Eric Cisneros, quien tiene buen rato que, contrario a como acostumbrada, no ha salido a decir ni pío, tan proclive que era a dar declaraciones de prensa así dijera sinsentidos?
Si ya está cayendo en el supuesto que comento lo comprobaremos por su modito de andar. Porque hasta en eso cambian.
Ahora sí, ¿gobernador habemus?
Ningún despido en RTV
Anoche confirmé que en Radio Televisión de Veracruz (RTV) no se tiene ni se ha tenido considerado un despido masivo de trabajadores, ni de nadie, como corrió ayer una versión.
Los más sorprendidos con la especie fueron el propio gobernador Cuitláhuac García Jiménez y el coordinador general de Comunicación Social, Iván Luna Landa.
Lo que sí es cierto que en las dependencias de gobierno, prácticamente en todas las demás, ha continuado el despido de trabajadores y se sabe que va a continuar. Lamentable por quienes quedan, junto con sus familias, en la indefensión siquiera para sobrevivir.