El declive de Slim
JAVIER ROLDÁN DÁVILA
La insoslayable brevedad
2021-07-01
Pragmático, le compró las indulgencias al Tlatoani, no al Papa
El colapso del tramo de la Línea 12 del Metro, construido por grupo CARSO, es el segundo revés sufrido por el magnate mexicano, Carlos Slim, en poco menos de un año.
El primero, fue el estrepitoso fracaso de su apuesta por la vacuna AstraZeneca y su pretensión de constituirse en el principal proveedor de antídotos en México que, aunque no le hubieran implicado muchas ganancias económicas, se habría rodeado de una aureola de salvador, justo lo necesario, para entrar por la puerta grande a la historia patria.
Sobre el tema de los biológicos, se confirmó que no por muchos millones que se tengan se puede ser experto en todo y sobre la falla en la rama de la construcción, se evidenció que, a pesar de que participaron los mejores calculistas del país según afirma, no es un hombre infalible como en el imaginario colectivo se llegó a suponer, al grado que, de ser presidente, se creía que sería la solución para México.
Esto permite concluir que, con indudable intuición para los negocios, el ingeniero no tendría tal fortuna material, sin el auspicio del poder político.
Para su tranquilidad, cuenta con el manto protector de la 4T, como antaño lo ha tenido, bastará con pagar la reconstrucción, para seguir haciendo negocios (que resarcirán la ‘pérdida’) y evitar el largo brazo de la ley, al menos en territorio nacional.
Justicia divina se podría decir, porque el señor Slim quedará ubicado en lo que realmente es: un destacado integrante del capitalismo salvaje que enriqueció a costa de explotar a sus trabajadores y de dar y recibir favores, de la elite gubernamental.