¿Por qué el presidente Andrés Manuel López Obrador no quiere a la UNAM? Quizá la edad nos vuelva agrios de carácter, enojones, impacientes y renegados, pero todo esto junto en una persona que día tras día le habla a sus gobernados, desde lo más alto del poder, es de no creerse. Es de pena ajena escuchar el lenguaje con el que se expresa el Presidente .
Mañana tras mañana nos receta desde su púlpito, un desayuno de dichos callejeros como si el país fuera un grupo de chamacos vagos e iletrados. Parece que la sensatez no pasa por las mañaneras.
Si alguien se atreve a formular una pregunta, al parecer incómoda al Presidente se toma media hora para descalificar a la persona o al tema que se refiere la pregunta y se va por la tangente para abordar la senda que él decide para finalmente no llegar a puerto alguno.
Que pena que nos estemos acostumbrando a no tener respuesta a nuestras inquietudes y caer en un diálogo de sordos.
Los mexicanos hemos perdido muchas cosas en los últimos años entre otras: el interés por participar en la política, el interés por reclamar nuestros derechos, el respeto a nuestras autoridades y es que si en la arena política sólo tenemos organizaciones corrientes o partidos políticos en los que abundan ciudadanos que buscan el poder por el poder dando la espalda a la sociedad, la sociedad se vuelve desconfiada e incrédula.
Por fortuna aún quedan muchos mexicanos que creen y defienden a las instituciones que dan sustento al Estado.
Por eso, se multiplican las manifestaciones públicas de inconformes con el gobierno que no es capaz de satisfacer las necesidades básicas de la población como: suministrar un cuadro básico de medicamentos que sea universal, la generación de empleos en lugar de cerrar puestos de trabajo, cerrar casas de acogida para mujeres maltratadas y; cerrar escuelas de tiempo completo, entre otros.
En materia de educación, por ejemplo —a cuatro años de este gobierno—no se aterriza un plan definido que asegure una buena formación para los educandos .
Después de dos años de pandemia que obligó a cerrar escuelas y adoptar un “plan” de educación a distancia sin tomar en cuenta que la gran mayoría de los estudiantes son de escasos recursos y no cuentan con una computadora —y a veces ni luz tienen— ahora regresan a las aulas como si hubieran cursado los dos años que duró la pandemia es simplemente dejar a esos millones de mexicanos con un hueco de aprendizaje que no podrán recuperar.
En otras palabras quedará toda una generación de mexicanos ignorantes en los temas que debieron cursar durante los dos ciclos escolares correspondientes .
Por fortuna, nos queda todavía, el respeto por las Instituciones de educación superior publicas que, debemos seguir defendiendo contra viento y marea, y aún más contra la ofensiva que el mismo Presidente de la República ejerce respecto de la Universidad Nacional Autónoma de Mexico, catalogada como una de las mejores universidades de América Latina por cierto por la qué pasó algunos años el propio Andrés Manuel López Obrador.
Que lejos quedó la oratoria clara, seria e ilustrativa que escuchamos de los políticos del siglo pasado. Lo que escuchamos hoy, sólo son chistoretes y bromas de mal gusto de pena ajena.
¡Digamos la verdad!