Bueno, dije ayer y antier en este espacio que la Universidad Veracruzana se ha vuelto un espacio no libre de América Latina porque el rector Martinillo Aguilar Sánchez (como dicen que le gusta que le digan, por lo de un hermano del Patriarca que así se llama) cerró los campus y las escuelas a los ciudadanos de a pie, y solamente pueden entrar a las instalaciones educativas -que técnicamente son de todos los ciudadanos- quienes determinen los policías del IPAX que ahora cuidan las puertas y las rejas -ésas que no matan, pero sí tu maldito querer-.
Y lo hace Martinillo -que no se apellida López Obrador aunque es al parecer su sueño imposible- seguramente para emular a su admirado Gobernador morenista, Cuitláhuac García Jiménez, la “bendición” que tenemos que sufrir los veracruzanos por decreto presidencial.
Porque el Gobierno de la 4TV, la Cuarta (no)Transformación Veracruzana, ha dispuesto cerrar todas las oficinas públicas y las ha transformado también en búnkers.
Trate usted de ingresar al Palacio de Gobierno, que en la propaganda oficial es la casa de todos los veracruzanos, y verá que se ha convertido en un bastión inexpugnable. Los enrejados de la fachada incluso han sido sellados con cartones para que no se pueda ver al interior de los patios.
Y lo mismo sucede con el Palacio Legislativo, en donde laboran los representantes de todos nosotros, que están ahí gracias a nuestro voto mayoritario. Sólo pueden ingresar a las oficinas de la calle Encanto quienes tengan una invitación de un diputado o de alguna autoridad administrativa. Únicamente se salvan de esa especie de discriminación los reporteros que entran bajo el amparo siempre diligente de Guillermo Núñez, el mejor titular de Comunicación Social de toda la hueste cuitlahuista.
Y en el Palacio Municipal de Xalapa la entrada no es tan restringida porque campea ahí el sentido común y se advierte una sensibilidad distinta, Sin embargo, hay una discreta vigilancia en los pantalones de un policía o una policía, que como quien no quiere la cosa pregunta a casi todos los que entran por el motivo de su visita, como si le importara algo.
No logro compaginar el amor que las actuales autoridades estatales de los tres poderes dicen tener de parte del pueblo bueno y honrado. Cuando veo esos portones cerrados en los edificios públicos no entiendo qué pasa con esos miles y miles de veracruzanos que dicen sus encuestas que adoran como a nadie al Patriarca, al Gobernador y hasta a la desconocida zacatecana Rocío Nahle García.
¿No que mucho amor de los jodidos, que son mayoría? ¿No, como decía antes AMLO, que no necesitan protección porque el pueblo los defiende?
Todavía recuerdo antes, con los neoliberales, que cualquier ciudadano podía entrar al Palacio de Gobierno como Juan por su casa, que es precisamente la suya.
Pero ahora ya no, con los neoconservadores de Morena.
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