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Echemos un vistazo más allá de las tres corcholatas reales de MORENA y de los tres aspirantes reales del Frente Amplio por México…
Partamos de una realidad: sólo Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Adán Augusto López compiten entre sí; el resto va por la jefatura del gobierno de la ciudad de México, una senaduría o -ya de perdido- alguna subsecretaría del gabinete ampliado federal.
Miremos a la competencia: sólo Xóchitl Gálvez, Santiago Creel y Enrique la Madrid se anotaron en serio; el resto del montón de registrados va…no sé, no tengo idea a qué va.
En fin…
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Nada ha cambiado en la gris pre-precampaña de MORENA: el dedo se impone y el dedo se impondrá.
El presidente Andrés Manuel López Obrador será el gran elector de la candidatura guinda y hasta el momento su favorita aún es Claudia, su plan “B” descansa en Adán Augusto, mientras que Marcelo desempeña el papel de patiño en la tragicomedia política de la izquierda en el poder.
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Del lado opositor las cosas han dado un giro: de su patética mediocridad extendida durante más de cuatro años, bajo el convencimiento general -incluidos ellos, desde luego- de una elección con triunfo seguro para MORENA en el 2024, la suerte se puso de su parte y han levantado cabeza.
Tal mejoría no nace desde un talento sorpresivo expuesto por los grises y corruptos alitos, markos, ni chuchos, líderes de los gangrenados partidos azul, tricolor y amarillo.
En realidad, el ajuste en el escenario político mexicano es producto de un autogol del presidente López Obrador a partir del pasado doce de junio, cuando llevó al “registro civil” a su ´hija electoral´: Xóchitl Gálvez.
Durante las últimas dos semanas AMLO impulsa un día sí y al siguiente también la fama de su creación, vía los golpes que le asesta en la mañanera incluso violando la ley en complicidad con la Secretaría de Hacienda.
¿Por qué lo hace, porqué el presidente ha tomado esta decisión de darle vida política y fortalecer a la senadora hidalguense, rival de sus amadas corcholatas?
Hay distintas hipótesis al respecto; comparto dos:
a) AMLO es el promotor electoral de Xóchitl Gálvez como parte de un plan genial debidamente calculado del cual no conocemos los detalles ni los resultados a favor del presidente, porque se trata de una sorpresa deparada para el ya citado 2024.
b) El presidente se equivocó, falló, calculó mal al momento de cerrar las puertas del palacio nacional a la senadora y ha cumplido dos semanas equivocándose al atacarla con desmesura desde su tribuna…
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Me quedo con la hipótesis b)
Aún con su olfato político al más alto nivel y su talento mediático sin comparación en la historia política reciente del país, AMLO es ser humano y como todos en algún momento del día va al baño.
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Cada lector podrá puede elegir su versión y añadir para sí mismo otras de las que abundan por doquier.
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En concreto, a la competencia entre Claudia, Adán Augusto y Marcelo -de la cual se pensaba saldría no solamente el candidato o la candidata de MORENA sino el relevo mismo de López Obrador- ahora se suma la senadora Xóchitl Gálvez, cuyo crecimiento como figura mediática alcanzó a Claudia y anexas, en un mes…
La única forma de volver al escenario donde el morenismo competía contra sí mismo, sería mediante un “triunfo” de Santiago Creel -el panista del llanto inevitable- o de Enrique de la Madrid -el priista del pasado lamentable- en la contienda del FAM, acrónimo chistoso del Frente Amplio por México.
Empero, si en el juego de las corcholatas el dedo manda, en el caso del FAM se impone el interés obvio de la derecha empresarial inclinada al pragmatismo color otomí con raíces en el Valle del Mezquital.
Las corcholatas huelen al incienso que deben quemarle a su gurú para sobrevivir en la política, mientras Xóchitl recorre el país con aroma de Paco Rabanne arropada bajo la egida del pulque de los llanos de Apan.
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De no haber sorpresas: en septiembre nos habríamos de enterar de la rivalidad oficial entre Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez, producto de un show armado desde los frentes guinda y multicolor.
Bien.
Tal escenario, reitero, es producto de la manipulación del presidente Andrés Manuel López Obrador porque suya es la creación de las corcholatas, suya es la decisión de adelantar los tiempos de la sucesión, suya es la simpatía por Claudia, suya es la creación de Xóchitl, suya es la tribuna mañanera donde alimenta a la opositora inexistente hasta el pasado doce de junio y suyo es el proceso electoral arrebatado al INE, un pobre organismo creado para ser árbitro democrático y hoy hincado frente al todopoderoso señor de Macuspana.
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Hay visos interesantes sobre el descontrol presidencial de cara a los comicios del 2024.
El plan de un cambio de régimen y de sistema político no se logró durante el sexenio que corre.
La intención es aterrizarlo entre el 2024-2030, si Claudia llega y si Claudia obedece y si Claudia tiene los tamaños de rigor.
Uno de los elementos importantes, visto ya, es la dificultad de MORENA para obtener la mayoría en el Congreso, como ocurrió en el periodo 2018-2021.
La aparición de Xóchitl fortalece a la oposición y esto significa -gane o pierda la silla presidencial- más senadores y más diputados para la tríada PAN/PRI/PRD, amén de los legisladores correspondientes a la sociedad civil convocada por el FAM.
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Añadamos un escenario aún confuso, pero con elementos observables:
¿Cómo participará el MC? ¿Se sumará a la alianza opositora, irá por la libre o jugará a favor de la 4T?
El Movimiento Ciudadano será un partido con diputados federales y senadores, aunque de momento no es posible prever cuántos.
Si Marcelo Ebrard da la sorpresa y rompe con MORENA -de no ser el candidato electo por el dedo de AMLO- su liderazgo reforzaría la presencia opositora en las cámaras baja y alta; se vaya con el partido que se vaya…
En septiembre sabremos si habrá lucha entre dos candidaturas fuertes y una débil o lucha entre tres candidaturas fuertes durante los comicios del año venidero.
¿Podría ocurrir una contienda entre dos?
Se antoja muy difícil tal escenario, pero veremos.
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Por lo pronto, el presidente le puso sabor al caldo, al fortalecer a la oposición, lo haya hecho desde su iluminada inteligencia política superior o desde el WC.
La historia nos contará los detalles al respecto.
Por lo pronto, gane MORENA o gane la oposición, el próximo presidente habría de batallar contra un Congreso sin mayoría absoluta de ninguna fracción.
El equilibrio no consiste en contar con un Congreso dividido y enemigo del jefe del Ejecutivo.
Exista o no una mayoría absoluta, el equilibrio de poder en una democracia representativa como la mexicana, se fundamenta en el respeto a la separación de Poderes y el diálogo institucional, incluido el debate parlamentario inteligente, al más alto nivel y permanente.
Gozamos de una democracia muy joven, casi niña, pero durante el gobierno de la 4T se ha perdido la separación de poderes para dar pie a un presidencialismo exacerbado, tal como ocurrió en momentos oscuros del priato, a los cuales no conviene retornar.