Escribo esta columna a unas horas de una votación definitiva para el país.
Mañana martes se votará en el Senado de la República la Reforma Judicial que ya se aprobó en la Cámara de Diputados.
Y lo cierto es que, en esta tarde del lunes, no se sabe a ciencia cierta si las Senadoras y los Senadores de oposición obedecerán a sus líderes de partido o a la voluntad del pueblo.
Y es que, cuando se tienen ganas de servir a México, las diferencias de partido pueden (y deben) hacerse a un lado.
Aquí, en Veracruz, no han sido pocos los acuerdos que se han aprobado por unanimidad, con votos de Morena, del PT y el Verde, pero también del PRI, el PAN y MC.
Incluso el nombramiento de Magistradas y Magistrados, por citar un caso del Poder Judicial local.
Claro que no siempre ocurre. Muchas veces la falta de coincidencias es insalvable. Pero, estoy convencido, de que siempre existe la posibilidad de construir acuerdos.
Para las Senadoras y Senadores de la República mañana será la hora de la verdad.
Porque no importa qué digamos o qué hagamos las legisladoras y los legisladores: a final de cuentas, la historia nos juzgará por nuestros votos.
Mañana habrá votos a favor del pueblo o a favor de los intereses particulares de sus líderes de partido. Ellas y ellos tendrán la decisión.
Yo soy optimista en pensar que se impondrá la sensatez, las ganas de servir a la patria y la responsabilidad con el futuro de México.
Quien vote a favor tendrá nuestros respetos.
Confío en que se aprobará y que la Reforma Judicial que marcará un antes y un después en la vida pública de este país, será ley suprema.
Si pudiera hablar con cada Senadora y con cada Senador, le diría: el pueblo de México te está viendo.