En febrero del 2022, comerciantes de Coatzacoalcos estallaron y anunciaron que ante tanto robo, secuestro, extorsiones y asesinatos, estaban planeando armarse ya que el gobierno estatal no hacía nada por brindarles seguridad. Y Cuitláhuac García respondió de inmediato.
Tras regañar a los periodistas por “magnificar algunos hechos aislados” de violencia, sacó de quién sabe dónde unas gráficas que mostraban a Veracruz como el séptimo estado más seguro del país. “Reconozcan la verdad -les dijo- esto no sucedía hace muchísimos años”. Del apoyo a Coatzacoalcos no dijo ni media palabra y la violencia sigue hasta la fecha no sólo en el sur, sino en el resto de la entidad.
O el tipo es un optimista incorregible, o piensa que gobierna a 8 millones de tarugos, porque en mayo escribió en sus redes: “Veracruz cada vez es más seguro y se encuentra lejos de los primeros lugares de homicidio doloso a nivel nacional. Gracias al trabajo coordinado con fuerzas federales y fiscalías podemos dar estos resultados para el bienestar del pueblo veracruzano”.
Sobre esto me dijo un amigo: “A veces sospecho que nos está viendo la cara de sus babosos. Pero otras veces, como en esta ocasión, lo confirmo”.
En agosto el secretario de Seguridad Pública, Cuauhtémoc Zúñiga, le entró al jaleo al presumir los “contundentes resultados” en materia de seguridad durante el gobierno de Cuitláhuac con esta frase: “Hoy por hoy somos el octavo (ya no el séptimo) estado más seguro del país”. Pero no fue para mostrar ni una prueba de su dicho.
Lo cierto es que Veracruz es un estado con violencia crónica. Y esto lo sabe la gobernadora electa Rocío Nahle que este martes dijo: “El tema de la seguridad es prioritario, urgente y hay que atenderlo”.
Su respuesta surgió a raíz de los “levantones” que han sufrido al menos cuatro funcionarios municipales en Poza Rica. Y fue un soplo de esperanza para una ciudadanía que lleva lustros padeciendo zozobra, miedo y hasta terror por la violencia criminal, ante la indiferencia de las autoridades.
Cercanos a Rocío me dijeron que la gobernadora está consciente de que sin seguridad no hay inversión, sin inversión no hay progreso, sin progreso no hay empleo y sin empleo no hay nada.
Aclararon que la señora no acabará con la violencia, pero se coordinará con la federación, los municipios, Ejército y Marina para inhibir los hechos violentos. Y en claro raspón a Cuitláhuac indicaron: “Rocío no invadirá funciones de la Fiscalía estatal ni será vocera de esa dependencia. Tampoco habrá abrazos para los delincuentes sino un trabajo efectivo para llevarlos ante la justicia”.
Si Rocío prioriza la seguridad, habrá dado un paso trascendente para que Veracruz salga del hoyo en que lo esta dejando Cuitláhuac, que se empeñó en que viéramos a la entidad como si fuera Disneylandia.
Sin chocholeo lector, si la gobernadora logra bajar los índices de inseguridad y violencia, con eso tendrá para hacer historia, en contrapunto con Cuitláhuac, que al no brindar seguridad a sus gobernados se irá directo al basurero de la historia.
Seguridad, seguridad, seguridad, esa es la clave y el gran anhelo.
Como bien dice “El Pistache” un bolerito jarocho al que le da por filosofar cuando trae cuatro cervezas entre pecho y espalda: “La solución para Veracruz no es el trabajo, la alimentación, la educación o la salud; tampoco el PRI el PAN o Morena. La solución es la seguridad, ¡la se-gu-ri-dad! Porque con seguridad hay todo, todo, todo. Y quien diga lo contrario es hermano gemelo de Cuitláhuac”.
-¿Por qué hermano gemelo del gobernador?-, le pregunté.
-Pues nomás por fregar aunque sea tantito, después de tanto como nos fregó el señor- contestó.
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