Por interrumpir una rebelión se postergó una revolución en la huasteca veracruzana, ante el temor de que se reprodujera una guerra de castas como la ocurrida en Yucatán en el siglo 19...
Zona Norte
- 2011-03-23
Por interrumpir una rebelión se postergó una revolución en la huasteca veracruzana, ante el temor de que se reprodujera una guerra de castas como la ocurrida en Yucatán en el siglo 19.
El día de hoy si llega una persona y le dice a los indígenas que la tierra de este país les pertenece desde antes de la llegada de los españoles, la mayoría comprendería que hablan de un hecho histórico, y que si es cierto, antes no había otros que les pelearan la tierra, más que otro latifundista, pero de su mismo pueblo o nación.
Pero cuando se va conociendo la historia de lo ocurrido en la huasteca en 1845, cabe preguntarse qué pasó en la cabeza de los indígenas a los que Luciano Velásquez les ha dicho esto.
Algunos historiadores especulan que Luciano Velázquez, el defensor de los indígenas, era un mestizo, sin embargo también pudo ser un indígena, y del primer ejército independentista formado por José María Morelos y Pavón, uno de los 16 “Héroes de Nocupétaro.”
Para 1840 el coronel Luciano Velásquez, quien había luchado por años en el ejército y quien bajo las órdenes de Santa Anna, libera Córdoba y lleva al ejército a Veracruz entre 1821 y 1822, vivía en la ciudad de México, se las trae.
Es también uno de los personajes que contribuyó a la simulación de una conjura de traición que derivó en la detención de traidores de Santa Anna, pero también en el fracaso de su lucha por proclamarse emperador de México.
Su comisión en la huasteca comenzó después de 1842, fecha en la que se emite una ley que mandata que los españoles radicados en México decidan, si ser españoles o mexicanos, de ser extranjeros, perderían todos sus bienes.
Grandes fincas y haciendas, propiedades y extensiones de españoles en todo el país ya habían comenzado a pelearse, y al abandonarlas sus dueños, invadirse, en tanto otras, a regularizarse.
Es cuando lo que es México deja de ser Nueva España, la propiedad agraria, ha de ser redefinida.
Es cuando la tierra, los indígenas la obtenían (parece que como ahora) por invasiones, comprándola o por repartos agrarios.
En este contexto llega un coronel retirado, no se sabe si con la comisión de que ponga en orden los asuntos terrenales de los hombres, porque se avecinaba una rebelión indígena y nadie quería eso; o porque le han solicitado su ayuda los habitantes indígenas de la huasteca. Nos gusta pensar porque como un soldado de José María Morelos y Pavón, traía en el corazón Los Sentimientos de la Nación, y le corría por las venas la raza, y que además, estuvo cerca de Carlos María de Bustamante, cronista, historiador, político y periodista, quien reivindicó en todo momento la idea de considerar a la nación mexicana, heredera de derechos, y prudente exigir la reparación de los agravios a los súbditos de Moctezuma.
Así que continuando la historia de Luciano Velázquez, que fue tiranizado pero que en realidad fue un héroe, desde su llegada a la huasteca comienza por revisar documentos antiguos sobre la propiedad y encuentra que había, no solo por palabras históricas, fundamento en el derecho del indio y legítimo sobre la tierra, y además encuentra textos sobre la propiedad comunal.
Pero esto choca con los intereses de la oligarquía.
En la región no estaba muy claro que se quisiera una república, tampoco querían a la corona y lucharon en contra de la conspiración mediante la cual, se quería volver emperador Santa Anna.
Y la historia de la huasteca se pone mejor. Según se ha podido indagar, cuando Luciano Velázquez comenzó a reunir y a conseguir los títulos de propiedad, una copia de los títulos de propiedad de las comunidades indígenas, para ello, a quienes les acudían derechos le firmaron cartas de poder, o sea que se ostentó debidamente como su apoderado, pero de ahí surgió el argumento y luego lo han acusado de quererse apropiar las tierras, de ostentar ser el dueño de la huasteca, y además, pretextando esto, impedir a los ricos y a las autoridades reasignar la tierra.
Pero esto, no solo desde Ixcatepec hasta Tantoyuca, sino después de Tantoyuca hasta Tampico, que es en donde terminaba el distrito.
Siendo en Ixcatepec el defensor de los intereses de los indígenas dueños de la tierra, en los libros se habla de que muchos eran olmecas, tepehuas y otomíes; que fue solicitado por los pames, y que después también lo fue por los náhuatl y los tének.
Pero en la primera ocasión que el prócer estuvo en la huasteca, fue propiamente en la región, reuniendo, mediante la petición de dos pesos por cada uno, para reunir dos mil pesos y acudir a Ozuluama, a los tribunales, a restablecer el derecho de ellos. La historia oficial consigna que al adquirir mediante el pago, las tierras, por un condueñazgo, se adquieren y se conjura la rebelión después de la firma del Plan de Amatlán.
Pero quién era este coronel que según el libro de Blasones y Apellidos de la corona, de teniente pasó a capitán cuando pasó con el Ejército Trigarante en la toma de Córdoba en 1821.
¿Cómo es que les ha dicho a los indígenas que la tierra les pertenece, incluso antes de la llegada de los españoles? Es al conocer documentos que han ido dando a conocer en la Universidad Nicolaita sobre los primeros soldados del Ejército de José María Morelos y Pavón, con motivo del Bicentenario, como se puede explicar la médula de su sentimiento y su inclinación, como un soldado de la patria, por ir contra corriente y restablecer el derecho de los indígenas, a pesar de que, los soldados en servicio, estaban en su contra.
El propio Teniente Coronel Antonio, cuando lo acusa en 1846 de presentarse a seducir a los indígenas y engañarlos para meterlos en pleitos ruinosos, insurreccionándolos en contra de las autoridades, lo ha señalado como el “máximo anarquista” de la zona, ha advertido a sus superiores luego de que es excarcelado en Xalapa en 1847 de su regreso y de que en muchos pueblos del distrito de Tampico, al presentarse puede presentarse a tranquilizar los ánimos agitados de náhuatl y tének.
Es quien les advierte que el país está en un estado que demanda serios cuidados para evitar que se realice una revolución de castas en toda la huasteca.
Además es quien da testimonio de que efectivamente él había visto los títulos de propiedad y que eran comunales y que pertenecían a los indígenas.
El dueño de la huasteca fue encarcelado en Xalapa dos veces, la última no regresó. Parece que fue deportado, pero esto tampoco se puedo ampliar con los libros al alcance. El juicio en su contra no estaba cerrado ya que fue liberado y en 1847 fue ordenada su reaprehensión en Rancho abajo, pues tenían miedo a su presencia, temían que incitara a otra rebelión, lo agarraron cuando estaba juntando mil pesos para acudir al Archivo General de la Nación, para avalar los derechos de la propiedad de los huastecos. Al parecer después, fue desterrado.
Pero la idea de la propiedad se extendió por los pueblos, no se olvidó el deseo de la reivindicación de los bienes comunales a los indígenas en la huasteca. Poco después cobró forma, está suscrita en el segundo Plan de Tantoyuca, firmado en 1856. Pero también ha sido el motivo de muchas luchas posteriores, reivindicado en algunos acuerdos de San Andrés Larráizar.