JORNADA HUASTECA: El huasteco renace como los seres de otro mundo: Investigora

+Explica el culto a la vida en torno a los cerros huastecos +18 de octubre, Día de San Lucas “El portador de la luz”, importante fiesta en la huasteca

Zona Norte

- 2011-10-19

Al maestro Granados Chapa, que como el maíz, va a despertar a una nueva vida con la lluvia.

En la falda de la sierra madre se extiende, como arrugada, una criatura viviente que es mala y es buena, da vida y acoge en la muerte, y se le venera como a una deidad.

El cerro, multiplicado por miles, es el territorio en donde vive el huasteco, asentado en la tierra para la que vive y de la que recibe el sustento.

Esta protuberancia, cubierta en muchos lugares por vegetación, en otras por piedras y agua, es venerada todavía en la huasteca por los hombres y mujeres más antiguos de la humanidad, quienes heredaron la rutina de tener sus reservas ante la furia contenida de la tierra, que eventualmente se desata y se cobra lo que le hayan hecho.

Es el cerro -para algunos científicos,- como la doctora Sofía Aneka Petrowska Kretkiewiks, autora de artículos de la cultura Náhuatl Huasteca, motivo de culto.

En este montículo se alberga lo que se ve y lo que no, como las deidades, lo que no es exclusivo de la huasteca, sino visto en todas las culturas de Mesoamérica.

Hay en los cerros de la huasteca, también en Tantoyuca, lugares o puertas al inframundo. La entrada a Tlalocan, el reino sumergido de agua y lleno de riquezas.

En las comunidades de la Perla Huasteca, es un secreto a voces que esto existe, los guardianes las cuidan y protegen de extraños, y no se habla con quienes no entienden esto.

La investigadora de la Universidad de Varsovia indagó, en la comunidad de San Juan, municipio de Huazalingo, el culto y lo documentó en un trabajo que se llama “Entre los cerros y curanderos. Culto a montañas sagradas entre los nahuas de la Huasteca”, y que describe el ritual Náhuatl en torno al cerro que realiza ese pueblo Náhuatl.

Caracteriza a este pueblo, como a Tantoyuca, el escurrimiento del agua que mana por los manantiales, riqueza que baja desde el subsuelo y se riega por los cerros mojando las veredas, llenando las pozas y recorriendo todo el territorio al lado de los que, se asienta el huasteco.

En San Juan, el culto tiene lugar en las grutas del cerro, en una dualidad entre lo malo y lo bueno, con la brujería como elemento y como recurso para la solución de problemas, tal y como ocurre en comunidades del municipio de la cera.

Bajo los cerros está ese reino de agua, descrito en los códices y antiguos relatos de quienes escribieron la biografía de los antiguos mexicanos.

A ese mundo de agua que está bajo la tierra acuden de México y de Tampico, y otros lugares a ofrendar y a visitar a esos patrones o deidades y darles cuentas y también pagar favores o dar recados. El lugar es llamado la mesa de Burrotepetl y está a unos mil 300 metros de altura sobre el nivel del mar.
Bajo la tierra huasteca, los seres sobrenaturales que habitan pueden tomar un poder. La cara de la mesa o cerro, tiene forma de máscara de Xantolo.

Volviendo a lo que dice la científica en Lengua y Cultura Náhuatl acerca del ritual que tiene lugar en San Juan, se remite a los aspectos ligados entre el ecosistema del cerro y la vida del huasteco hudalguense, quien dependen de este para la siembra y la cosecha de sus alimentos, principalmente el maíz, la crianza de animales de granja y la pesca.

Así que también hay otras ceremonias cuando comienzan los ciclos de riego, siembra, entre otros, con sus festejos y manifestaciones de agradecimiento, pero es en Xantolo cuando tiene su mayor celebración, en la recepción de los seres del inframundo y en su presencia la fiesta a su memoria.

Lo que nos dice Petrowska Kretkiewiks, es que tal como el hombre y la mujer viva comienza un nuevo ciclo en el Xantolo, así los seres queridos del otro mundo cuando se cumple su ciclo anual, “regresan a su nueva vida” y de la misma forma que a principios del ciclo agrícola, después de las lluvias, las plantas despiertan a una nueva vida.

Las deidades que habitan el mundo en el que se adentra el huasteco al entrar en las grutas, son dueños y señores del cerro, en la investigación de marras, la autora les encuentra relación con Tláloc, dios de la lluvia azteca, cuya descendencia supondría al pueblo Náhuatl y con ello la otra relación que describe y es el potencial de lluvias y el abasto del agua subterránea que baja desde la sierra hasta la planicie. De ahí que le diga “tlaloque” al lugar o que se diga, cuando se mueve una silla en la casa “son los tlaloques”. Además de los “aires” que son otras deidades, responsables de los cambios de clima.

Pero los dueños del cerro tienen también poder entre la salud y la enfermedad, de ahí que considere que son los patrones de los curanderos, y los curanderos, intermediarios en la sanación, quienes piden consejo y permiso a los señores quienes les aconsejan y orientan y les dicen qué han de hacer.

En San Juan el curandero vive relacionado a las cuevas y allí es asistido por un compañero, tiene acceso y puede entrar a ellas e ir y venir, no como todos los demás; y cada año, en enero, celebra sus propios rituales de agradecimiento y solicitud de apoyo en el futuro.

En el documento, publicado por el CIESAS; se encontró así mismo que hay pirámides enterradas, igual que en Platón Sánchez, Tantoyuca y Chicontepec, son planas, talladas y cubiertas de vegetación.

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