JORNADA HUASTECA: La no propiedad y la copropiedad huasteca
* El catastro, asunto del fundo legal y de la irregularidad de los documentos que comprueban la tenencia de la tierra.
Zona Norte
- 2011-10-20
Hace dos años, llegó a la redacción del Diario de Tantoyuca un reportero, con cara de ocho columnas, diciendo que traía la de “20 columnas”. Era sobre el catastro, asunto del fundo legal y de la irregularidad de los documentos que comprueban la tenencia de la tierra.
Es que en Tantoyuca no hay medida ni propiedad ni copropiedad, y bien dicho, nisiquiera está apropiadamente determinada la propiedad de la tierra, a no ser por la posesión, actualmente justificada por la ley, sin la cual, el huasteco se iría al caos. Pero ¿acaso no está en el caos la mitad de la población por lo mismo? La tenencia o no tenencia de la tierra está justificada por documentos elaborados por alcaldes, alcaldías, oficinas gubernamentales, testamentos de mano, juicios testamentarios, pagos de contribuciones, luz y agua, y la palabra.
La zona baja de la huasteca, que se dividió en dos después de la crisis de 1859 y tras la cual, lograron muchos náhuatl ir a registrar sus tierras, fue interrumpida cuando ya iba para Ozualuama al juzgado el abogado representante de los tantoyuquenses, así que en cascada, la herencia de todo el pueblo, es la insolvencia legal del territorio, desde el urbanizado, hasta el último rincón. Codueños y ejidatarios se reúnen por docenas los martes y jueves que es cuando viene el visitador de la procuraduría agraria a su oficinita del centro de la ciudad, a ver sus asuntos. Allí estaba María, como otras veces, pidiendo ayuda para resolver el problema que le atañe con respecto a la propiedad de su terreno en San Sebastián, el que surgió después de que su marido perdió la perspectiva y las ganas de vivir, abandonándose y entrando en una especie de sueño del que eventualmente despierta para deambular, como loco por la comunidad, en la que gracias al apoyo de sus vecinos ha logrado sobrevivir, pero que ahora, está a punto de ser despojada junto con él por los hijos, en un terreno en el cual solamente hay una casa de palitos y palma y miseria.
Como ella hay cientos de casos y para la solución y respaldo de estos problemas, solamente tienen la opción de acudir a su agente municipal, al comisario ejidal o al presidente de los bienes comunales; en algunos lugares hay un juez de barrio, pseudoautoridades que amén de un sello con el que marcan un papel de cualquier tipo, no tienen ni salario, ni representación legal o jurídica, ni jurisdicción de ningún poder de gobierno, pero si el vínculo como primera instancia que da testimonio y fe de cualquier gestión, representación o carácter legal para ser testigos de que el habitante pertenece a la comunidad; de su forma de vida y acciones; da fe ante el juez y es llamado en casos de problemas o para atestiguar verdad de un hecho que se le solicite; además de ser quien hace las listas de merecedores de apoyos o la suspensión de los mismos; así que estar de pleito con este personaje puede, y es en muchas ocasiones, la vorágine que lleva como un remolino la vida de un huasteco al fracaso de sus aspiraciones para lograr regularizar un lote o impedir el despojo, entre otros movimientos y acciones que afectan la vida de gente como María, quien no tiene nisiquiera acta de bautismo para comprobar su paso por la tierra ante instituciones de este país.
Este caso explica ampliamente lo que ocurre en la zona urbanizada en la que, de la misma manera como en la del campo, sigue esta situación prevaleciendo. Así viven muchas familias, muchas simplemente al golpe hallaron un pedazo de tierra se asentaron, elevaron su casa y ahí siguen, hasta que aparece un dueño o supuesto dueño de dicha tierra.