Calderón propone cambiar el nombre oficial a México
El Senado recibe la iniciativa que ordena sustituir Estados Unidos Mexicanos, incluso en la Constitución
Nacionales
Excelsior - 2012-11-23
El presidente Felipe Calderón propuso al Senado de la República cambiar el nombre oficial del país, de Estados Unidos Mexicanos a únicamente México, a partir de modificar el nombre de la Constitución Política.
“Perdónenme la expresión, pero el nombre de México es México. En la historia gloriosa que los mexicanos hemos ido construyendo a lo largo de estos siglos, eso somos. Así nos identificamos”, aseguró el mandatario federal la mañana de ayer, al anunciar esta iniciativa.
Explicó que “el nombre que actualmente ostenta nuestro país obedeció a la coyuntura histórica que, en su momento, así lo determinó. Fue producto de una circunstancia que no existe más. México no necesita un nombre que emule a otro país y que ninguno de nosotros, los mexicanos, usa cotidianamente. México es el nombre que corresponde a la esencia de nuestra nación”.
La reforma que el mandatario federal envió al Senado, la cual entró oficialmente al concluir la sesión plenaria, consiste en modificar el nombre de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos a Constitución Política de México, así como 17 artículos de ella, donde se hace mención específica al nombre del país.
“La palabra México tiene un carácter connotativo y simbólico que, por consiguiente, resulta más apropiado para nombrar a una nación en la que subyacen tantos significados como cosmovisiones; los mexicanos así llamamos y así nos identificamos con nuestro país: México, no Estados Unidos Mexicanos, cuyo uso ha sido reducido por la costumbre popular a lo meramente protocolario”, explica Calderón a los senadores en la exposición de motivos de la reforma.
Durante su conferencia por la mañana, el Ejecutivo federal recordó que cuando el país se independizó de España, a principios del siglo XIX, surgieron diversas propuestas para un nombre oficial, entre ellas: América Septentrional de Morelos, América Mexicana, Imperio Mexicano, Nación Mexicana, Anáhuac, República de los Estados del Anáhuac, República de México, México, pero al final el Constituyente de 1824 decidió nombrar a la nación como Estados Unidos Mexicanos.
Expresó que la palabra México, que significa “el ombligo de la luna” en náhuatl, donde Meztli es Luna y Xictli es ombligo, nos recuerda a nuestros antepasados y “nos remite a nuestras raíces indígenas, a los antiguos mexicas que orgullosamente se reconocían con ese nombre único y tanto el Códice Mendocino como el Códice Ramírez, ambos del siglo XVI, se referían ya a México como el lugar de los mexicanos”.
El presidente Calderón, a quien restan sólo ocho días en funciones desde hoy, confió en que el Poder legislativo analizará la iniciativa de reforma constitucional para modificar el nombre del país y reducirlo oficialmente a México, y tomen en cuenta el significado que tiene para todos los mexicanos.
Iniciativa lista desde octubre
La iniciativa presidencial consiste en hacer un cambio al texto y nombre de la Constitución Política del país y cambia las 19 referencias explícitas a Estados Unidos Mexicanos por México.
Por ejemplo, establece en el artículo primero constitucional: “En México todas las personas gozarán de los derechos humanos reconocidos en esta Constitución”.
Ocurre lo mismo en los artículos 10, 12, 27, 28, 29, 41, 44, 50, 70, 80, 87, 89, 97, 99, 116 y 122, en algunos casos hasta en tres fracciones del mismo artículo.
La iniciativa también está acompañada por el análisis presupuestal de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, cuya fecha revela que esta propuesta presidencial estaba lista desde el 25 de octubre, pues es la fecha en que esta instancia federal entrega la evaluación.
“Hago referencia al oficio No. 353ª-1054, mediante el cual envía copia simple del anteproyecto de Iniciativa de Decreto por el que se Modifica el Título de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y se Reforman Diversas de sus Disposiciones (…)
“Se espera con la modificación del título de la Constitución conferirle oficialmente a nuestro país el nombre que en términos reales nunca ha perdido, que esencialmente y desde su fundación le corresponde (México), y así recuperar para el país el nombre que de manera consuetudinaria ha sido utilizado, a efecto de hacer legalmente oficial lo que es costumbre y se arraiga de manera inmemorial en los mexicanos”, precisa el oficio enviado el 25 de octubre.
No es el primer intento
La iniciativa del Presidente de la República no es la primera que el Senado tiene en estudio. De hecho, en la Comisión de Gobernación, que ahora preside Cristina Díaz, tiene desde el 14 de septiembre de 2010 una iniciativa presentada por el panista Guillermo Tamborrel, con el respaldo de toda la bancada de entonces, apoyada incluso por los verdeecologistas Arturo Escobar y Jorge Legorreta.
Firmada, entre otros, por José González Morfín, Alejandro González Alcocer, Gustavo Madero, Ricardo García Cervantes, Alejandro Zapata Perogordo, Juan Bueno Torio, José Isabel Trejo, Santiago Creel, Humberto Andrade y Blanca Judith Díaz, la iniciativa dice que “es necesario remarcar que, efectivamente, adoptar el nombre de México no significa asumir una posición centralista; muy por el contrario, la palabra en sí misma está permeada de una esencia plural y federalista, pues como se dijo en un inicio, sintetiza la diversidad de nuestra nación”.
Desde 2003, siendo diputado, propuso el cambio
Desde su nacimiento, el nombre del país ha sido motivo de debate. Una vez consolidada la Independencia, surgieron diversas propuestas: América septentrional, América mexicana, Nación mexicana e incluso Anáhuac, nombrado así en Los sentimientos de la Nación en 1813.
Después de los tratados de Córdoba de 1821 y hasta la proclamación de la República Federal en 1823, se le llamó Imperio mexicano, constituido por una “monarquía, constitucional y moderada”.
El 4 de octubre de 1824 “en el nombre de Dios Todopoderoso, autor y supremo legislador de la sociedad”, el Constituyente, probablemente porque reflejaba el naciente federalismo, decreta la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos, el que años después, en el Constituyente de 1916 y 1917 los asistentes propusieron y debatieron cambiar el nombre de Estados Unidos Mexicanos por el de República Mexicana o México.
“Proponemos recuperar para el país el nombre que los contiene a todos y que de manera consuetudinaria ha sido utilizado, a efecto de hacer legalmente oficial lo que es una costumbre, que se arraiga de manera inmemorial en nosotros los mexicanos. Además, el contenido simbólico e inagotable de la palabra ‘México’ resulta conveniente enfatizar el significado más sencillo de la misma”, señaló el 22 de enero de 2003 el entonces diputado Felipe Calderón Hinojosa, en su primer intento por realizar el cambio que ayer propuso otra vez, a ocho días de dejar de ser Presidente.
La musicalidad de la palabra México y su sencillez ha sido invocada por otros que también han intentado que el país sólo se llamé México, sin referencias a Estados Unidos de América, cuyo nombre se formó así por otras circunstancias; han dicho lo mismo el panista Luis Fernando Rodríguez Ahumada, en 2007, o más atrás, en 1993, el priista Florencio Salazar Adame, quien el 15 de diciembre sostuvo:
“El vocablo proveniente de nuestras más hondas raíces étnicas y culturales, es un término irrebatible, inimpugnable, afectivamente totalizador de la adhesión del pueblo, y (es un) vocablo familiar, propio y exclusivo.”
Hace dos años, el 13 de septiembre de 2010, previo a las festividades del Bicentenario de la Independencia, el entonces senador panista Guillermo Tamborrel consiguió el apoyo de 47 senadores para buscar que se cambiara la denominación de Estados Unidos Mexicanos que “no corresponde exactamente a la verdad histórica” por el de República Mexicana o México. Su propuesta fue rechazada también.
Una medida de sentido común, indica Álvaro Matute
Para el historiador Álvaro Matute, la propuesta calderonista de sustituir el nombre de Estados Unidos Mexicanos sólo por México es una medida “de sentido común. Nadie le dice a México Estados Unidos Mexicanos. Recuerdo que (Carlos) Salinas de Gortari también tuvo una propuesta semejante, no sé si llegó a ser iniciativa o nada más fue un sondeo, pero eso ya había circulado.
“En principio me parece de sentido común. El nombre originario, federalista de 1924, pues sólo se usa en algún tipo de documento oficial, pero pues todos le decimos México a México.”
A decir del investigador emérito de la UNAM, cambiar el nombre al país no pondría en riesgo el federalismo, pues “se ha avanzado y yo creo que no se modifica nada. El nombre completo sólo se utiliza de manera oficial y ni siquiera en algunos actos oficiales; por lo demás, la sociedad nunca le llama así al país”.
“El pueblo es el que nombra”
“La verdad que no es mala idea”, opina Ángeles González Gamio, cronista de la Ciudad de México, sobre la propuesta de acortar el nombre del país.
“La verdad es que ya no hay nadie que le diga Estados Unidos Mexicanos. Si a usted le preguntan de dónde es, usted responde: de México; ¿a dónde va?, a México. y lo de Estados Unidos pues, como están los de aquí junto.
“Ahora ya nadie lo usa. Es como quererle decir a la Plaza de Santo Domingo, Plaza 23 de mayo, nadie le llama así. La gente bautiza y asume los lugares como quiere, es el pueblo el que nombra.”
“Ese nombre me encanta”
El escritor, editor y académico de la lengua Felipe Garrido comentó que le gusta la idea, porque es como todos le decimos al país siempre.
“El nombre de México a mí en lo personal me encanta. Es como todos le decimos siempre. Estados Unidos Mexicanos es un nombre que nos molesta a muchos, porque comienza con Estados Unidos y cualquier combinación que diga Estados Unidos, históricamente, hay razones para que nos moleste. Nos medio confunde con otro país. No hay en esto ninguna animadversión, simplemente nos confunde.”
El director adjunto de la Academia Mexicana de la Lengua dice que éste sólo se pone en documentos oficiales y aclara que no habla en nombre de la Academia.
Ocurrencia de fin de sexenio, dice Teresa Uriarte
Para María Teresa Uriarte, coordinadora de Difusión Cultural de la UNAM, la propuesta de Felipe Calderón de cambiar de nombre al país es una “ocurrencia de fin de sexenio”, carente de fundamentos.
Con la esperanza de que el planteamiento sea rechazado en la Cámara de Diputados, la funcionaria consideró una falta de reflexión histórica, pues la historia e identidad de un país va más allá de un mero nombre.
Indicó que si se trata de “purificar” la historia de la nación, habría que retomar desde tiempos prehispánicos y no obviar la historia.
“Si nos vamos a poner puristas, hay que recordar a la gran Tenochtitlán que, no tengo duda, fue la capital de antes, si es que nos ponemos puristas”, comentó por la vía telefónica.
A ello, agregó, hay que sumarle la implicaciones políticas y económicas que genere el cambio de nombre. “No me parece razonado, sino una ocurrencia”, dijo.
“¿Por qué al cuarto para las 12?”
“Se ha intentado en varias ocasiones cambiar el nombre del país. No es una novedad. En principio, yo estaría de acuerdo. Lo que me parece mal es que se haga al cuarto para las 12, hacia los últimos días de Calderón. Parece más un acto de arbitrariedad”, consideró la historiadora Patricia Galeana.
“¿Por qué no lo hizo cuando tomó posesión? Tuvo seis años para que se le ocurriera. En fin, se han hecho intentos para que se llame República Mexicana y México. El nombre de Estados Unidos Mexicanos tiene todo un sentido de unificación de las regiones que querían separarse (en 1824). Se conservó para recordar ese acto de unidad. Pero lo cierto es que los mexicanos nos identificamos más con México, en los deportes, cuando se lanzan porras. A ver si ahora la propuesta trasciende.”
La califican de frivolidad
En el mismo sentido, opina el escritor Fabrizio Mejía Madrid, quien considera la propuesta como “una trivialidad de último minuto” de Felipe Calderón.
“Me parece la conclusión de un año de ideas fallidas (...) es empequeñecer al país en los últimos minutos de un sexenio que no se preocupó por las cosas importantes, por los 80 mil muertos, por el empleo, por los grandes temas de la agenda nacional. Me parece de una frivolidad impresionante.”