¿Y dónde quedó Mariano Matamoros?

+ El análisis del INAH descubre heridas, dolores y padecimientos sufridos por héroes

Nacionales

REFORMA.COM - 2012-12-24

De los 14 héroes que descansan en la Columna de la Independencia sólo quedan 13: falta Mariano Matamoros.

Sus restos llegaron en 1823 a la Catedral Metropolitana en un "baulito enlutado". Quienes asistieron a su exhumación en el Convento de San Francisco en Morelia habían asegurado que conservaba aún el alzacuellos de cura. Pero cuando los especialistas del INAH abrieron el 19 de julio de 2010 su urna de madera, descubrieron en lugar del general los restos de una mujer.

El análisis de antropología física de los héroes de la Independencia precisa que se trata de un adulto de 40 a 45 años de sexo femenino, que por las marcas en sus huesos debió dedicarse a la molienda de granos y semillas, y a la preparación de alimentos en cuclillas.

Durante 16 años, los restos de Matamoros permanecieron olvidados en el Altar de los Reyes, tras el traslado de los huesos de los héroes en 1895 a la Capilla de San José para protegerlos de la humedad. Es en 1911 cuando su biógrafo, José María de la Fuente, reporta que era delgado, de estatura pequeña. Lo mismo que la mujer hallada en su urna, de 1.51 metros de estatura.

No se encontró el cráneo del general entonces ni ahora. El sacristán de la Catedral se lo habría entregado a De la Fuente, que a su vez lo habría llevado al director del Museo Nacional de Arqueología, Cecilio Robelo. Ahí se pierde el rastro.

¿Desde cuándo la urna de Matamoros es ocupada por una mujer? El informe no lo aclara. Ni en agosto de 2010, cuando se dieron a conocer los resultados del estudio antropológico, ni en julio de 2011, cuando los restos de los héroes fueron nuevamente depositados en la Columna de la Independencia tras ser expuestos en Palacio Nacional, se hizo referencia a que el general no se encontraba en su urna.

El informe de 198 páginas, que el IFAI ordenó entregar al INAH tras ser interpuesto un recurso de revisión, tuvo como objetivo hacer un inventario de los restos óseos que se encontraban en la Columna, determinar su estado de conservación, y corroborar o desechar datos históricos.

La muerte de Nicolás Bravo el 22 de abril de 1854, y de su esposa Antonina horas después, hizo correr el rumor de que había sido envenenado por orden de Santa Anna. Un médico militar apellidado Avilés, que el dictador había dejado para atenderlo, fue fusilado en la Isla de los Caballos acusado del homicidio.

Lo que revela el análisis de antropología física es que Bravo padecía una infección crónica generalizada provocada por la bacteria Treponema, causante de la sífilis. De acuerdo con el estudio, fue un hombre diestro con problemas de circulación en las piernas, que medía 1.66 metros.

El cráneo, que conservaba un mechón de color castaño claro, tenía marcas de grafito en diferentes puntos, lo que indica que fue medido por un especialista. Estas marcas se hallaron también en los cráneos de José María Morelos, Miguel Hidalgo, Ignacio Allende y Juan Aldama, en los que se utilizó una pasta amarilla para unir algunos fragmentos.

El equipo de antropólogos físicos del INAH, integrado por José Antonio Pompa y Padilla, Jorge Arturo Talavera y Nancy Geloven, halló en el cráneo de Hidalgo las huellas de un traumatismo causado por un objeto punzocontundente, una herida que el goteo de la lluvia perforó durante la década que permaneció expuesto en la Alhóndiga de Granaditas.

En la mandíbula de Morelos se hallaron abscesos de pus relacionados con una periodontitis que podría haberle provocado la pérdida de dientes, y en su cráneo hundimientos en el parietal izquierdo asociados a la migraña que, según datos históricos, padecía.

En la Urna Libro, de 82 cm. de largo, se encontraron una serie de etiquetas con los nombres de Hidalgo, Allende, Aldama y Morelos. En el análisis descubrieron huesos infantiles y de animales mezclados con los "asociados" a estos héroes, lo que podría deberse, afirman, a que las exhumaciones estuvieron a cargo de sepultureros que no conocían la anatomía humana.

La osamenta de Leona Vicario, incompleta y fracturada debido a la humedad y con huellas de polilla, reveló que la insurgente padecía sobrepeso y las marcas en su cráneo indican que pudo tener una anemia causada por la deficiencia de hierro. Los fragmentos óseos hallados junto a sus restos se cree que corresponden a su primogénita Genoveva, cuyo esqueleto estaba a su lado cuando fue exhumada en 1900 del Panteón del Santuario de Nuestra Señora de los Ángeles.

Los restos de su esposo, Andrés Quintana Roo, fragmentados e incompletos, y dañados por raíces, revelan marcas de actividad asociadas con la monta a caballo y el cargar peso durante largas distancias.

Los huesos hallados en la urna con forma de diamante identificada con el nombre de Guadalupe Victoria corresponden a un adulto de 45 a 50 años, rango que no corresponde con la edad del general, fallecido a los 57 años. Junto a sus restos, infestados por colonias de hongos, se hallaron fragmentos óseos de seis individuos masculinos, uno femenino, y un hueso de venado.

El esqueleto de Vicente Guerrero, cubierto por varias capas de barniz --de color claro en el cráneo y ocre en el resto--, resultó el mejor conservado. Su dura condición de militar dejó heridas en sus huesos. La mala consolidación de una fractura que abarcó cuatro costillas, provocada por un machete o una espada desde arriba de un caballo cuando el general estaba de pie y de espaldas, le causó en vida problemas de movilidad y dificultades respiratorias. Se le descubrió también una fractura en el codo derecho mal consolidada, que le dejó el brazo en un ángulo de 90 grados, y un traumatismo en el cráneo.

La Urna Libro y la Urna Verde contenían una revoltura de huesos largos y cortos que, al ser clasificados por los especialistas, permitieron establecer la presencia de ocho individuos, y restos asociados de otros tres. El individuo A, que padecía osteomielitis, fue identificado como Víctor Rosales. El insurgente zacatecano, de 1.60 metros, presenta una fractura en el hueso frontal del cráneo, causada por una bala, que coincide con su muerte en combate.

Los restos del individuo D, dos fémures, dos tibias y un peroné, permiten establecer una estatura de 1.79 metros, por lo que creen que pertenecen a Pedro Moreno. Las suturas del cráneo del individuo F, que corresponden a un individuo de 25 a 30 años de edad, permiten atribuir sus restos a Xavier Mina, fusilado a los 28 años en el Cerro del Bellaco, en Guanajuato.

El individuo E podría ser Morelos, aunque los expertos no argumentan el motivo, sin que haya sido posible identificar las osamentas de Hidalgo, Allende, Aldama y Jiménez.

TEMAS RELACIONADOS:

|