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Esteban Bautista Hernández, profesor de educación indígena y ex alcalde de Tatahuicapan, bien podría ser el próximo “Elbo Esther” de Veracruz.
Sobran argumentos legales para colocar al dirigente de la Unión de Gobiernos Populares e Indígenas del Sur de Veracruz detrás de las rejas.
Durante los últimos años, Bautista Hernández colocó una camisa de fuerza al gobierno del estado, construida sobre un argumento sólido: el abandono social e histórico en que viven los pueblos nahuas y popolucas de la Sierra de Soteapan, pero basada en una estrategia nefasta: el chantaje, la corrupción y la violencia.
De humilde profesor con un sueldo que no rebasa los 5 mil pesos mensuales, Esteban Bautista se ha convertido en un exitoso empresario constructor.
Cuenta con recursos económicos suficientes para vivir holgadamente, transportarse en vehículos del año y contar con una capacidad de movilización de cientos e incluso miles de personas para bloquear carreteras, casetas de peaje y romper acueductos enterrados a más de dos metros de profundidad.
Sin que se le haya molestado –siquiera- para declarar ante un agente del ministerio público, el maestro indígena ha sido candidato a la diputación federal por el distrito de Cosoleacaque; perdió en el proceso del pasado 2 de julio y su situación económica luce intacta y en crecimiento.
Gerardo Buganza Salmerón, Secretario de Gobierno, ha sido –por lo menos- una víctima política de Bautista Hernández.
Una media docena de ocasiones ambos personajes se han entrevistado en la casa de Mirna Anzalmetti, alcaldesa de Texistepec, para dialogar tras los secuestros de todo el Sur de Veracruz que el líder de los gobiernos populares e indígenas ha decidido llevar a cabo una vez y otra también; y al final, Esteban se sale con la suya.
Los pretextos han sido variados: desde recursos del FONDEN no aterrizados luego de severos daños ocasionados por huracanes; hasta la falta de reparación de caminos que la Secretaría de Comunicaciones anunció y nomás no concretó.
Los motivos como los expuestos por Esteban Bautista y los alcaldes que lo siguen se basan en una realidad lamentable.
En efecto, los gobiernos federal y estatal han sido ineficientes en más de una ocasión para responder a las secuelas de los desastres naturales y en lugares como Moloacán, Mecayapan, Soteapan, Texistepec, entre otros, habitan los veracruzanos más pobres de la región.
El problema de un “luchador” como el profesor Esteban Bautista no estriba en las causas de su lucha social; sino en sus formas y los trasfondos de su labor e intereses.
El ex humilde maestro de Tatahuicapan utiliza la necesidad de muchos para el beneficio propio.
Exige al gobierno una respuesta legal, empleando estrategias ilegales.
Daña el desarrollo de la economía de la que dependen millones de personas, para obtener dividendos en la repartición del botín al que disfraza de “justicia popular”.
En más de una ocasión –por ejemplo- se le han dado respuestas efectivas a sus peticiones; y a pesar de ello las movilizaciones han continuado y el chantaje no ha cedido.
Aunado a eso, mientras los indígenas y campesinos continúan siendo víctimas de una vergonzosa falla estructural en el andamiaje de nuestra sociedad que es la pobreza, Esteban Bautista Hernández se consolida como la excepción; pues la lucha de clases que encabeza ha dado resultados y genera riqueza: la suya.
La pregunta es: ¿hasta cuándo le permitirán seguir con su perverso juego de poder?