La Pasión de Jesucristo (Segunda Parte)

* Muerte y crucifixión

Zona Centro

David Alavez Cabra - 2014-04-19

Este viernes 18 de abril del 2014, muchos recordaron los acontecimientos de la crucifixión y muerte del Señor Jesucristo y se reflexiona sobre lo que sucedió en esos días de la llamada Pasión de Jesucristo, quien luego de ser llevado con Anás, es acusado de blasfemar al hacerse igual que Dios. Y al ser interrogado por Anás, es abofeteado por uno de los alguaciles. Entonces es enviado con Caifás. Durante toda la noche fue una presión y un ir y venir extenuante. En aquel momento, lo llevaron a casa de Caifás al pretorio. Era de mañana, y ellos no entraron en el pretorio para no contaminarse, y así poder comer la pascua.

Entonces salió Pilato a ellos, y les dijo: ¿Qué acusación traen contra este hombre? Y respondieron que era un malhechor que blasfemaba contra su Dios de los judíos al decir que el era el Cristo y el Rey de los judíos. Pero Pilato no le halló ningún delito, y al saber que era galileo lo envió con Herodes, pues esa era su jurisdicción. Herodes por su parte, se alegró mucho pues deseba conocerlo y esperaba ver alguna señal milagrosa como las que había oído decir que hacía, sin embargo no recibió nada y junto con sus soldados lo menospreció y se burló de él. Desde entonces Herodes y Pilato se hicieron amigos porque antes de esto, estaban enemistados entre sí. Mientras tanto, Judas Iscariote al darse cuenta de su error, arrepentido les regresó a los sacerdotes las 30 monedas de plata, y en el lugar conocido como el Campo del Alfarero, se ahorcó.

Al regresar a Jesús con Poncio Pilato, éste les propuso a los presentes liberarlo, pues en cada fiesta de la Pascua soltaban a alguno, pero la muchedumbre se negó y pidió que liberara en su lugar a Barrabás, uno que estaba encarcelado por rebelión en contra de la autoridad de la ciudad y homicidio. En cambio, le exigían –persuadidos por los principales sacerdotes y ancianos- que crucificaran a Jesús, por lo que al ver que aumentaba el alboroto, se lavó públicamente las manos con agua diciendo “inocente soy de la sangre de este justo”. Luego, Jesús fue azotado. Posteriormente, los soldados le llevaron dentro del atrio, esto es, al pretorio, y convocaron a toda la compañía para ponerle vestiduras de reales color púrpura, y una corona tejida de espinas sobre su cabeza para entonces comenzar a saludarle diciendo: ¡¡Salve, Rey de los judíos!! Y le golpeaban en la cabeza con una caña, y le escupían, y puestos de rodillas le hacían reverencias. Luego le regresaron sus vestiduras y lo llevaron para crucificarle.

Y salió cargando su cruz, pero estaba tan maltrecho que obligaron a un hombre que venía del campo llamado Simón de Cirene que la llevase tras él. Y le seguía gran multitud del pueblo, y de mujeres que lloraban y se lamentaban por él. Así, llegaron al lugar llamado de la Calavera o Gólgota, en donde le crucificarían en medio de dos malhechores, donde uno de ellos le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros. El otro, lo reprendió diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación? Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Jesús le respondió: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso. Eran ya como las 12 del día, y de repente, sol se oscureció hasta las 3 de la tarde. Entonces Jesús expresó: “Dios mío, Dios mío porqué me has desamparado”; y clamando a gran voz, dijo: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. Y habiendo dicho esto, expiró.

Entonces, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo, y la tierra tembló, y las rocas se partieron. Asimismo, se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos. El capitán (centurión), y los soldados que estaban con él custodiando a Jesús, viendo el terremoto y las cosas que habían sucedido, tuvieron mucho temor y dijeron: Verdaderamente éste era Hijo de Dios. Los judíos, se estaban preparando para la fiesta de la Pascua y a fin de que los cuerpos no quedasen en la cruz en el día de reposo (o sea el sábado) pues aquel día era de gran solemnidad, rogaron a Pilato que se les quebrasen las piernas a los crucificados y fuesen quitados de allí. Más cuando llegaron a Jesús, como le vieron ya muerto no le quebraron las piernas. Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua.

Cuando llegó la noche, vino un hombre rico de Arimatea llamado José, que también había sido discípulo de Jesús. Este fue a Pilato y pidió el cuerpo de Jesús. Entonces Pilato mandó que se le diese el cuerpo, el cual envolvió en una sábana limpia, y lo puso en su sepulcro nuevo, que había labrado en la peña; y después de hacer rodar una gran piedra a la entrada del sepulcro, se fue. El lunes, concluiremos con esta fascinante historia de la “La Pasión de Jesucristo”.

TEMAS RELACIONADOS:

|