#ArrierosSomos: LOS VIAJES ILUSTRAN

+ Columna del C.P. Renato P. Vázquez Chagoya, director del Semanario Sotavento

Zona Sur

Renato P. Vázquez Chagoya - 2015-11-24

¿Cuántas veces ha escuchado usted esta frase?
Me imagino que innumerables veces a lo largo de su vida.
¿Qué tan cierto es esa expresión?
Es natural pensar que quien viaja, en su recorrido conoce lugares, personas y le suceden eventos que enriquecen su conocimiento y su saber. Más si se documenta anticipadamente respecto a lo que pretende conocer y conoce en su viaje. Y, de rebote, si viaja sin ningún interés de acrecentar sus conocimientos culturales, el solo hecho de trasladarse de un lugar a otro, le provocará conocimientos que antes no tenía.

Muchos de los recuerdos que se atesoran suelen ser resultado de circunstancias inesperadas o casuales; otras, la gran mayoría, de la planeación que se haga y de la intención de los viajes.
Eso respecto a los que acostumbran a efectuar viajes saliendo de su lugar de origen.
Pero, los hay que viajen de otros lugares remotos, hacia nuestros lugares de residencia que también nos enseñan y mucho…

Los inmigrantes

La inmigración es la entrada a un país o región de personas que nacieron o proceden de otro lugar. De tal manera, que inmigrante es la persona que viene de fuera y llega a nuestro territorio.
Eso, la inmigración también nos enseña, con lo que se confirma que los viajes ilustran.
Mire si no. Tiene un tiempo que han llegado sudamericanos que van de paso hacia otros destinos, preferentemente a Estados Unidos de Norteamérica.
Lo común es que se ubique en un crucero carretero, solicitando una cooperación económica y ofrezcan a cambio billetes de su país, artesanías efímeras hechas de palma en el momento y, la más socorrida, la de levantar la mano, extender el dedo índice y pedir “el pesito”. Otra escena que apreciamos, es la de una mujer o ahora hasta hombres, cargando tipo indígena –un rebozo como cangurera– a una criatura la mayoría de las veces dormida.
Otros muchos solicitan “completar” el dinero para comprar su boleto de autobús y proseguir su viaje.
Esos viajantes, los inmigrantes, también nos demuestran que los “viajes ilustran”.
Antes eran los sudamericanos los que se apostaban en los cruceros de nuestras calles.
Pero como los “viajes ilustran”, nuestros paisanos ya aprendieron –con lo que desmiente de que “nadie aprende en cabeza ajena” – y ya asumieron la imagen y las expresiones de los inmigrantes, de tal manera que ya nos están “privando” de la oportunidad de aprender de nuestros visitantes de nuevas enseñanzas.

Lo que ocurre en nuestras calles

Me ha tocado presenciar de todo.
Unos jóvenes que normalmente se desplazan en patineta en las banquetas de nuestra ciudad, argumentan que vinieron a unas competencias y que los dejó el camión en que venía su delegación y necesitan regresar, por ejemplo, a Villahermosa, Tabasco. Lógico, se ven jóvenes sanos, limpios y hasta eso, ordenados, respetuosos. Conmueven y suelta uno los centavos. Poco después se entera uno que son vecinos de la colonia Santa Clara, que a eso se dedican.
En los súper mercados, cerca de los cajeros bancarios, normalmente se encuentra uno con bellas jóvenes que te abordan para explicarte que están esperando un giro de sus parejas, pero que la remesa no ha llegado, por lo que solicitan “le prestes” cierta cantidad para comprar la leche de sus hijos. Desde luego que eso no es más que un ardid para que “cooperes” con su subsistencia.
Me ha tocado que llegan a pedirte prestado para comprar el gas, porque al marido se le “olvidó” dejar el dinero correspondiente y los niños van a salir de la escuela y no encontrarán hecha la comida. Algunas –la mayoría de las que piden para el gas son mujeres– piden el importe completo, otras sólo una parte.
Recientemente, recorre la ciudad una mujer joven que te cuenta que se peleó con su marido y en la trifulca él se llevó su monedero, pero que ella tiene que regresar a su casa que está en Jáltipan. En este caso, existe un pero…la persona que hace la solicitud huele a alcohol.
En la carretera federal Minatitlán–Coatzacoalcos, vía Aeropuerto, cerca del kilómetro 25, se estaciona una ambulancia, quién sabe de qué corporación, que nunca se mueve, cuyos tripulantes todo el día se decidan a pedir cooperación, sin que se sepa a quién prestan el auxilio o a qué institución representan. Todos están uniformados y son jóvenes. De eso viven.
Hay jóvenes, normalmente mujeres, que indagan tu nombre, alguna referencia y te abordan como si fueran tus conocidos. Hacen alguna referencia a conocidos comunes y te solicitan les ayudes a seguir con su actividad normal que les procura su subsistencia: elaborar antojitos, vender naranjas, preparar y vender gelatinas, etc…, ya que por circunstancias urgentes gastaron parte de lo que emplean para su “negocio”. Desde luego que no te piden prestado, te piden el dinero para seguir invirtiendo sin promesa de retorno.
Hay mujeres jóvenes que embarazadas solicitan una aportación en los cruceros y frente a uno de los súper mercados de la ciudad, vía de por medio, se colocan la señora y en el otro sentido de la calle, su marido o pareja, ambos con una criatura para solicitar el donativo. Esto es tener “iniciativa” o corporativismo.
Y los menos, son los que ofrecen un artículo, una fruta, unos chicles o jugos a cambio de un importe. A ellos, ¿cómo negarse a comprarles sus productos?
Los hay también, que ofrecen sus habilidades circenses a cambio de unas monedas y algunos con pretensiones de constructores, suplen las deficiencias municipales, “tapando hoyos” en las calles para hacer fluido el tráfico.
Y hay otras muchas más modalidades de pedir dinero en las calles.

Los riesgos

Lo de menos es decidir dar o no la coperacha o la limosna al que lo pide.
El riesgo es que a algún conductor por impericia, descuido o por falla mecánica se convierta en circunstancias incidentales, en un infractor por el atropellamiento de alguna persona que realiza labores comerciales en la vía pública o, en el peor de los casos, cause daños irreparables a la integridad física de esas personas.
Con eso de que el peatón tiene la preferencia, si resulta lastimado por estar realizando una actividad en la vía pública, la carga de la culpa recae en el conductor, tenga o no la culpa del accidente.
La mayoría de los atropellamientos ocurridos en la vía pública son ocasionados por los transeúntes, no por los conductores, pero éstos son los que tienen que sufragar gastos por daños o atención médica de los atropellados.

Las “bendiciones” en la viña del Señor

Eran tiempos de la administración municipal de Leopoldo Torres García.
En el palacio municipal.
No sé de qué viva, pero anda en el parque Independencia y por las calles en constante peregrinar y predicando “sus enseñanzas bíblicas”.
Reclama y reclama fuerte las omisiones públicas de los funcionarios gubernamentales. Grita y gesticula para ser escuchada.
Estaba yo platicando con un conocido ex policía en la explanada del palacio municipal, cuando se acercó la dama que creo que le dicen “la predicadora” y se dirigió a mi amigo.
–Voy a pedirle a Dios que me permita llegar a los municipios vecinos y convencerlos de que me den un poco de dinero para dárselo a este miserable ayuntamiento, que no tiene ni p… m…
Es el único caso que conozco que en vez de pedir para su propio beneficio, pedía para los demás…

Pie de foto
01
Los niños son el medio más sensible de la compasión

02
Nadie les pide el servicio, pero ellos limpian el parabrisas y hay que cooperar…

03
Aquí sí, ni negarse porque están ofreciendo algo a cambio

04
El corporativismo familiar en pleno… ¡Mugre gato, que comodino!

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