“El daño lo hicieron hidrómilos a su propio pueblo, a su gente”

El pueblo de Agua Dulce sufrió uno de sus días más negros en la historia, ni siquiera la inundación del año 2000 se compara con lo sucedido, pues en aquella ocasión fue la naturaleza la que golpeó a la ciudad, ahora fue el propio pueblo el que atentó contra el lugar que dicen amar.

Para los que participaron en los robos, directamente organizados o como carroñeros tratando de obtener algo enmedio de la efervescencia, se trató de la forma de mostrar sus personalidades nefastas, sus traumas y sus carencias, principalmente de valores.

Ahora habrá desabasto de comida, cientos de empleos se perderán, pues muchas tiendas tardarán meses en abrir nuevamente sus puertas y despedirán a mucho personal, familias se quedarán al inicio del año sin trabajo y sin sustento.

En las redes sociales y en las calles la ciudadanía, la honrada, expresaba sus coraje, rabia e impotencia ante lo ocurrido; hay miedo en la gente, y ya no por los actos de saqueo, sino porque ahora no se sabe en quien confiar.

Las personas caminaron hoy por las calles, sintiéndose inseguras de sus vecinos, de sus compañeros de trabajo, incluso de sus familiares; al pueblo le costará levantarse de los golpes a la economía y la infraestructura, pero de la desconfianza es muy probable que nunca se recupere.